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El mismo partido contado mil veces
La travesía del desierto

El mismo partido contado mil veces

Scheherezade salvaba su cuello narrando un cuento diario; el Pucela, proponiendo siempre el mismo

Joaquín Robledo

Valladolid

Sábado, 4 de mayo 2024, 20:12

La cólera carcomía la mollera emponzoñada en despecho del sultán Shahriar. El enojo, apenas contenido en las íntimas simas de su ser, emergía con forma de puñal que decapitaba cada noche a una joven virgen, ofrendada por su visir, con la que previamente habría contraído ... matrimonio. Así, día tras día, desde el momento en que constató que su esposa había borrado su nombre de ella del listado de objetos privativos de su majestad; desde que se cercioró de la desobediencia, del desacato a una sumisión que él asumía como debida. La afrenta que entendió de una mujer habría de extenderse, como mancha de aceite, a todas las demás. Utilizaría su poder omnímodo, su categórica inviolabilidad, su celo inmisericorde, para asegurar que ninguna escapase de su dominio, para que no existiese siquiera la posibilidad. La cólera, el enojo, el puñal se hundiría antes de cada nuevo amanecer en el cuello de una malaventurada doncella.

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