Aunque ambos términos, tristeza y desolación, sean algo muy similar, lo cierto es que entre los sinónimos de desolación se encuentran los de devastación, asolación, ruina y desamparo; algo que marca una diferencia sutil con la tristeza, cuyos sinónimos más claros son: aflicción, desconsuelo, pesadumbre, amargura, nostalgia o melancolía.
Por todo ello, a mí me da la sensación de que es la afición quien hoy se encuentra asolada y devastada para venir a apoyarse en una ruina y desamparo en los cuales equipo y club se encuentran; entendiendo, así lo creo, que aunque el club te identifica, es «tu equipo» el que te arrastra al campo, con camisa, bufanda y bandera.
Quien por el contrario se encuentra triste como tal es la propia ciudad, que ve cómo una de sus señas de identidad ocupa el último lugar de la tabla de clasificación, produciéndole el sentimiento encontrado de pesadumbre y desconsuelo frente al de la nostalgia y melancolía de tiempos mejores conocidos y hoy muy recordados.
Hecha la precisión de sentimientos, y entendiendo que la practica totalidad de afición y paisanaje anímicamente se encuentran derrotados, hete aquí que emerge la figura de Raúl Moro para recabar esperanza y ayuda a la hora de salir de un trance al que tiene esperanzas de superar. Y ahí, y porque quiero creerle, me apunto.
La experiencia de tantos años entrenando me dice, y no me equivoco, que el único factor que 'revuelve' positiva o negativamente una plantilla es la actitud, individual y colectiva, adoptada ante el hecho consumado. Y que en ella, quienes de verdad influyen son el entrenador y los jugadores más significados de la misma.
Por ello me parece muy interesante que el propio extremo tire de galones deportivos para reconocer la frustración, del mismo modo que exhorta al resto a pelear a muerte este domingo. Y ya de paso pedirle a la afición que no les deje solos y que acudan en masa el domingo al estadio.
¿Que puede que solo se trate de un acto simbólico? Pues es posible. ¿Que la afición lo va a entender y va a estar ahí, cabreada a más no poder, pero acudiendo? Pues es mucho más que probable. ¿Que tanto el extremo como el resto de la plantilla que se encuentre involucrada se lo crean? Pues es casi seguro porque ya no hay más cuerda a la que agarrarse en busca de la salvación.
Sin embargo, y entre tanto interrogante, lo cierto es que para que exista esa posibilidad de éxito que esgrime Raúl, se necesita que concursen los mejores de salida, que dejen los egos en la percha, que se maten de forma inteligente del minuto uno al noventa y que Álvaro Rubio opte por lo lógico y más necesario.
Y ahí viene a ser prioridad ineludible el construir la defensa más solvente y firme, el centro del campo más creativo y solidario y el ataque más inteligente e incisivo. Una defensa que opte fundamentalmente por defender, sin dudas ni posturas blandas en el marcaje, con firmeza y valentía, resolviendo lo sencillo y dejando funciones atacantes para los más dotados.
Y en ese ataque donde Raúl es fundamental, que dé un paso al frente y se sitúe 'convencido' en su sitio real, no en el que más le gusta, y que Iván Sánchez haga lo mismo. Y ya, abierta la veda y puesto a pedir, que el míster entregue el frente del ataque a Selim y la cabeza del área a Juric. Lo resumía José Antonio Tejedor: «Hombre por hombre… y el que sobre al ataque». Genial, sin duda.
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