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Una jugada a pelota parada rematada por Tárrega y un rechace del porter bien aprovechado por Meseguer supusieron los tres puntos ayer en Cartagonova.
Si la victoria es el objetivo final, siempre ha sido así, es también de obligado cumplimiento explicar como se produjo, y ... sin duda, la de ayer no es de esas que te acaben por dejar ni satisfecho ni mucho menos tranquilo tras lo visto sobre el terreno de juego, sino más bien todo lo contrario.
Si el resultado nos aupa a posiciones ilusionantes, el devenir del partido a partir del famoso minuto 60 nos desciende a cotas insospechadas de miedo pocas veces vistas en un Real Valladolid militante en una segunda división a la que aspira poder abandonar.
Si de salida se había optado por incluir un tercer central, Lucas Oliveira en este caso, que se incorporaba a medio campo para apoyar a Monchu y Meseguer es claro que se había acertado porque ello no iba en detrimento de poder mantener jugadores en banda que acompañasen a Sylla en ataque.
A pesar de la disección realizada en el eje defensivo para que Oliveira y Javi Sánchez pudiesen tener sitio, lo cierto es que el equipo funcionaba y que poquito a poco, se hacía con el mando en el terreno y en el marcador. Es decir que, pasado el trago de la nueva alineación, el equipo estaba.
El descanso, con agradecimiento a Sergio Escudero por su esfuerzo, nos dejaba el primer cambio para que Lucas Rosa ocupase esa banda y el resto mantuviese posiciones al menos hasta completar la hora exacta de tiempo de juego.
En ese preciso instante 'Pablo' Pezzolano dio por finiquitado el tiempo real de juego y con la salida de Anuar y Juric declaró formalmente llegado el tiempo del miedo.
Quizás pueda parecer que el cambio de cromos manteniendo las posiciones no es significativo de cara al devenir del juego; y sin embargo, nada más lejos de la realidad.
Tanto que la ausencia de Biuk y Luis Pérez, secundado éste por Iván Sánchez, dejaron de tener el peso atacante que tanto molestaba al 'Efese' y el Real Valladolid pasó a ser un equipo miedoso, pusilánime y acorralado por un rival que entendió el mensaje enviado.
Meseguer, Monchu, Juric y Anuar, como segunda barrera de una defensa de cinco, se aculaban de mala manera ante el impetu de un rival que olió claramente nuestro miedo a ganar y se nos vino encima.
El final del partido con Kenedy como '9' –sin un solo atavante para jugar un contraataque– dejaron junto a los tres puntos, una imagen paupérrima. El tercer puesto lo tapa todo.
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