A falta de cinco jornadas para acabar la competición el Real Valladolid es colíder, o lo que es lo mismo: avista tierra firme. Para que ello fuera posible, ayer el equipo dio por necesario salir en ganador para arrastrar, junto a una afición entregada, la ... ilusión de una victoria imprescindible que nos mantenga en esa necesaria corriente que impulse al ascenso. Algo a lo cual el cuerpo técnico colaboró de forma inteligente, lo mismo que los días de Oviedo y Sporting, repitiendo alineación... aunque no posicionamiento global ¡ojo!
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Y a tal efecto, y en un alarde de convencimiento, creo yo, se destinó a Raúl Moro a ocupar la banda derecha del ataque mientras que Anuar se ubicaba en banda izquierda a diferencia de lo ocurrido en Amorebieta hace una semana.
Algo que vino a traducirse de inmediato en producción atacante de primer nivel con desborde y llegada de verdad; tan de verdad como sus entradas de fuera adentro conduciendo y rematando con la soltura y efectividad que sistemáticamente le niega la otra banda.
Y dentro de esa avalancha ofensiva, se me hace muy agradable poder destacar la actitud de un Álvaro Negredo que sin llegar a convertir se movió con la soltura e inteligencia ya conocidas, y a las que vino a añadir un compromiso claro con la situación actual, devolviendo con hechos la confianza de tres partidos consecutivos de inicio.
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El otro peso atacante lo protagonizó un Víctor Meseguer que con su gol –de mucha calidad técnica por cierto– cerró una victoria capital y del que me siento encantado en reconocer su positiva evolución de las últimas jornadas.
Meseguer ha dejado de ser ese jugador timorato y traslúcido que salvaba con detalles de excelencia técnica, su escasa participación en el juego del equipo; tanto que, a día de hoy, y coincidiendo con un retraso posicional muy interesante, se ha hecho con la manija del equipo para iniciar el juego y darle salida sencilla a la pelota.
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La posición de Lucas Oliveira, viniendo a volante izquierdo de clara vocación atacante, junto a un Monchu tan adelantado como escorado a izquierda, han cambiado para bien el encorsetado dibujo anterior.
En ese juego de verticales y alturas, en el cual todo puede ocurrir y nada haber sucedido, murciano, brasileño y balear han venido a transformar el juego blanquivioleta.
Y lo han hecho para dotarle de una profundidad y soltura tan llamativas como necesarias; algo a lo que Anuar ha venido a sumarse con un trabajo en forma de ayudas permanentes a lateral y volante del lado, tan impagable como necesario.
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Claro que para hablar de necesarios, ahí están César Tárrega y Enzo Boyomo –ayer imperiales– como baluartes por el centro de una defensa cada día mas asentada y eficaz.
Presentadas las constantes de un equipo lanzado, solo cabe el acierto necesario para saber conjugar hombres y esfuerzos –según protocolo del sentido común– , ya que, detectado el 'mal del extremo', prudencia y consejo clínico se imponen tanto como insistir con el once inicial.
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