El cuerpo técnico, en los prolegómenos del choque, mientras instalan el monitor para ver el partido. Carlos Espeso
El análisis

El porqué de una pérdida anunciada

Opinión ·

La gestión técnica de los quince últimos minutos lapidó un trabajo más que digno del equipo

Domingo, 10 de noviembre 2024, 21:55

Existen partidos, como relatos, en los cuales el final arregla o descompone todo lo anteriormente escrito o realizado. Y eso es justo lo que ayer le vino a ocurrir al Real Valladolid frente al Athletic Club de Bilbao en Zorrilla.

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Si repasamos con minuciosidad los ... doce minutos postreros al gol de Moro, mientras obviamos la calentura y el disgustazo final, nos daremos cuenta de que las cosas siguen el curso lógico del correlato del miedo; del miedo a ganar o por mejor decir del miedo a no saber cómo no perder. Yes ahí donde se comete el error.

A falta de doce minutos, con el aire a favor del marcador, los jugadores enrabietados por el olor a victoria y éxito, sin impedimentos físicos manifiestos y con el cuerpo y el ánimo metido en el juego no es explicable la gestión de recursos realizada.

Vaya de antemano desde aquí, que es todo el equipo quien encaja el gol postrero, sin nombres, ni apellidos, y que esto es un avatar más del juego sin duda alguna. Tanto, como que es intención clara del técnico prescindir de dos jugadores a falta de dos minutos para el final del partido.

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Que Raúl Moro era la pesadilla vasca no hay duda, tanto como que Stanko Juric se había constituido en el baluarte defensivo mas trascendental sosteniendo, junto a Kike Pérez, nuestro medio campo.

¿Se esperaba que en dos minutos más alargue que duraría el partido, los sustitutos pudiesen entrar en el juego con el mismo fragor y ánimo que los sustituidos? ¿Es fisiológicamente sostenible? ¿Deportivamente, y habiendo estado como jugador profesional en el terreno de juego es entendible? Mi respuesta personal es un NO rotundo a las tres.

Es obvio que en ese instante, tocando con los dedos una victoria tan necesaria, al cuerpo técnico le atenazó el miedo y vino a optar por una respuesta inequívocamente perversa.

De salida ya la declaración necesaria de utilizar tres centrales se hacía añicos viendo a un Stanko Juric bastarse por si solo para tapar el espacio adelantado de los centrales, al tiempo que un Kike Pérez trabajador, generoso y disciplinado se multiplicaba para tapar el espacio que dejaba el tercer volante ausente.

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Hace ya tiempo que comentamos que Pérez, Juric yAmallah se confirmaban como la línea más segura y estable que tenía y tiene este equipo. Y si a eso le añadíamos el concurso de un Iván Sánchez como cuarto en discordia la cosa ganaba enteros a pasos agigantados. Moro y un delantero centro arriba y una línea de cuatro atrás donde no falte Juma Bah para un Pucela que, hoy por hoy, no tiene mucho más, pero como aseveraba el otro día, sí más de lo que veníamos pareciendo.

Ayer, cuando mejor lo teníamos para acabar con un triunfo, el miedo inicial se vino a inflamar hasta devenir en pánico viéndonos con los tres puntos y el contrario echándonos el aliento en el cogote.

Era el tiempo de, al menos, no romper el grupo y mantener lo que estaba funcionando como recomiendan la experiencia y la lógica.

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Cuando en la soledad se repasen esos quince minutos finales, el cuadro técnico se va a pedir muchas explicaciones y va a encontrar muy pocas convincentes, mucho me temo...

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