Cuando ayer me dirigía al periódico para presenciar el partido, las emisoras ya anunciaban que el Pucela presentaría en Montilivi una línea de tres centrales y otra segunda, inmediatamente próxima, ocupada igualmente por tres volantes a los que se uniría en proximidad el héroe del ... pasado domingo Anuar Tuhami. Partido visto, pensé.
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Sin embargo, me resistía a pensar que un hombre experto como el nuevo entrenador no hubiera visto vídeos del equipo con esta misma propuesta de juego y el resultado obtenido.
Continuaba informando la emisora que ni Moro ni Amallah serían titulares y que Luis Pérez viajaba para no jugar, del mismo modo que lo hacía Raúl Chasco, el otro lateral izquierdo, en beneficio de David Torres, que pasaba al lateral.
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Esto no puede ser cosa de Álvaro Rubio, pensé, al que le puede faltar carácter canchero pero anda sobrado de juicio. El detalle de ver a Iván Sánchez jugando en la medular terminó por convencerme de que la cosa iba de la mano del nuevo entrenador.
Me imagino que Diego Cocca ya se habrá percatado de que este es un equipo débil de carácter en la adversidad, que defiende mucho peor cuanto más se acerca a su portero.
Él, seguro que comparte la idea de que los dos ¡que no tres! centrales no pueden tomar como referencia posicional el borde de tu área en lugar de conquistar los tres cuartos de campo como alternativa para plantarse una vez que el equipo inicia las maniobras de juego.
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Fue tremendamente descorazonador ver a un Real Valladolid entregado ante la primera adversidad, y sometido tras la segunda, para terminar regalando la credencial obtenida ante el Valencia tras el tercer gol de los catalanes.
Me imagino que Diego Cocca habrá sacado en conclusión que los mejores, ¡Moro y Amallah lo son!, tienen que ser de la partida y que este equipo, como demostró ante el Valencia, anda tan sobrado de orgullo como escaso de juego; pero es fundamental poner cabeza y cordura en el once inicial.
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Este Real Valladolid, al que se le viene cantando cada semana la crónica de un desguace programado, es donde le han colocado el destino y los dólares americanos; y es muy conveniente que aprenda lo más rápido posible lo que le conviene, tanto a él como al equipo.
Ya el viernes pasado pudo contemplar en directo, en franca inferidad de juego y número de jugadores, cómo los que ayer parecían momias enterradas al borde del área, se partían el pecho para sacar adelante el compromiso. Esos son los importantes, y lo inteligente es pedir que no se marche nadie.
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