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A dos partidos vista para el final de la competición, y como lo único que realmente importa es la puntuación final y su consecuencia clasificatoria, ... bueno será que basemos el análisis, sino en exclusiva, en el producto final obtenido.
Para ello dejaremos a un lado la estructura y el proceso que lo han generado, ya que a día de hoy estamos mucho más cerca de cantar '¡punto ser ascenso!' apostillando a Vujadin Boskov en su mítico aserto acerca de la importancia de valorar siempre como positivo lo obtenido en la pelea con el contrario.
Sin embargo, y aún pasando a un segundo plano, cabe interpretar en clave táctica el desarrollo de los acontecimientos que llevaron al equipo a ese empate final en Alcorcón. Creo que 'Pablo' Pezzolano acertó manteniéndose fiel a una idea a la cual ha sacado un rendimiento en puntos notable.
Mucho mejor eso que no andar experimentando sobre lo ya sabido en busca de lo que nunca te vas a poder encontrar.
Sin embargo, al igual que el técnico, uno se mantiene firme en varias de la ideas que viene sosteniendo a lo largo de todo el campeonato.
Una vez más Raúl Moro fue el más destacado en Santo Domingo, y lo hizo en la banda que más le gusta –que no en la más idónea dada su condición– para firmar más de diez centros con el exterior del pie, cortitos y para empujar. Me pregunto que hubiese sido de haberlo hecho en la otra banda.
Del mismo modo, me asalta la curiosidad por conocer la causa de abandonar posición tras haber disputado durante los cinco últimos minutos de la primera mitad y los cinco siguientes en la suya natural.
El otro lunar fue un Lucas Oliveira fallón y descolocado que pedía en silencio un cambio a gritos; algo que perfectamente se pudo haber realizado en el descanso ya que no procedía, tarjeta incluida, su mantenimiento en el campo.
Es cierto que el gol tempranero y afortunado del Alcorcón descompuso al equipo que cedió terreno y se partió en mediocampo con un Monchu demasiado adelantado y un Meseguer blando e inconsistente.
Y como es bien sabido, si el medio campo no funciona, el fallo multiorgánico se extiende de defensa a ataque; algo que vino a ocurrirle al equipo hasta que Pezzolano, nada más marcar Negredo, realizó el triple cambio.
La entrada de César de la Hoz por Oliveira le dio al medio campo la seriedad y consistencia defensiva que necesitaba; mientras, Biuk, militante de banda izquierda, veía como se le destinaba a la derecha para perpetuar el exterior de la bota diestra de Raúl Moro.
Lástima que Juric no terminase por acompañar reforzando a De la Hoz en un medio campo en el cual Meseguer ya no aportaba, y la idea, lógica y acertada del entrenador, era defender y contraatacar.
El punto es de importancia capital a pesar de que nos quedásemos con la sensación, tras los primeros diez minutos del partido, de que podíamos y debíamos ganar aquello.
Así pues, manda el marcador. ¡No nos vayamos a liar ahora!
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