Ahora que determinados vocablos se han adueñado del léxico clásico del fútbol que yo he conocido, existe uno que todo el mundo maneja y llama mucho la atención. No es otro que el de 'competir'.
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Con él, quiero creer que quienes lo expresan, vienen a ... destacar el poder que, a través del juego bien hecho, alcanza un equipo para luchar en igualdad de condiciones con el contrario. Más o menos.
A destacar que lo verdaderamente importantes es que se realice a través del juego bien hecho, y siempre abarcando las dos facetas: la defensa y el ataque.
En este Valladolid actual que dirige, creo que con acierto, Diego Martín Cocca la faceta defensiva ha polarizado tanto la situación y nos ha hecho tan vulnerables y poco fiables, que el resto se ha oscurecido hasta casi desaparecer.
Para explicarlo y poderlo comprender lo primero será recordar que la defensa de la pasada temporada, la del ascenso, ha desaparecido en bloque. Tal cual. Un récord difícil de igualar por lo que de nefasto supone.
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Vender a tres de cuatro titulares iniciada la temporada es de 'guiness', pero el hacerlo un equipo que bordea la pérdida de categoría, y por un montante tan ridículo para los tiempos que corren y las edades de los futbolistas, es para poner muy en entredicho la capacidad técnica y de negocio de los autores de la fechoría.
Así pues, a día de hoy el entrenador se encuentra en la tesitura de recomponer, con lo que le han traído y lo poco que resta de lo que había, una defensa fiable que de tono a un equipo obligado a ganar todo lo que no ha ganado hasta ahora, mientras espera el desenlace de lo que haga el resto.
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Tras lo de Vallecas este viernes pasado, es obvio que hay que esperar al mejor Aidoo mientras va acumulando minutos y actuaciones; mientras tanto, entre Torres y los lesionados Cömert y Sánchez, ya que al parecer Cenk ni está ni se le espera, saquemos al otro central. Eso o tirar hacia atrás a alguno de los tres altos del medio campo.
Algo que va a suponer trabajo extra para mejorar marcajes, apretar y anticipar en las disputas, no perder distancia ni relación con el contrario, utilizar los perfiles para no dar la espalda ni a la pelota ni al rival, cerrar la defensa cuando el juego viene desde el lado contrario... o sea, lo elemental. Algo de lo cual dimos un recital en tono negativo el último día. Eso, bien hecho, si es competir.
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Lo cierto es que, aún a pesar de haber podido empatar, si acierta Latasa al final, el equipo no creó prácticamente juego, ni tuvo la pelota, ni realizó posesiones medianamente largas que le permitiesen llegar a campo contrario; es decir, no dio sensación de equipo como tal. Es ahí, sin obviar lo anterior, donde pongo el acento.
Jugar es luchar para poseer la pelota, y cuando está en tu poder tener criterio, y jugadores con el mismo, para jugarla. Y llegamos al quid. Si Amallah no puede jugar en este equipo para dotarle de su criterio y condiciones, al igual que ocurre con Iván Sánchez, algo falla. A día de hoy, un Pucela colista que tiene que ganar si o si, o juega a ello, poniendo a quienes realmente le pueden ayudar o está liquidado.
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Y si tienes que recurrir a los altos para reforzar la defensa, poner dos volantes de verdad, uno defensivo y otro creador, un extremo como Machís mientras llega Moro y a Amallah en el 10 para que haga lo que realmente sabe y domina, pues por muy mal que te caigan lo haces. Anuar solo hay uno.
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