Tan importante como todo ello, si no más, es la recuperación de la confianza en el equipo por parte de la afición. Y abundando, me resulta increíble e imperdonable que se esté poniendo en riesgo la pérdida del verdadero activo que tiene este club, y que no es otro que su afición. Algo que de continuar con la imagen nefasta que se ha venido produciendo últimamente supondría un desastre irreparable.
Y para mejor comprenderlo de forma gráfica, y haciendo un ejercicio de memoria comparativa, les formulo un ruego. Sitúen ustedes en el momento actual y con un estadio lleno a rebosar y 24.000 abonados en nómina, un equipo en el cual figurasen Fenoy, Gail, Moré, Eusebio, Minguela, Juan Carlos, Jorge Alonso… junto a Patricio Yáñez y Jorge Da Silva, ¿se lo imaginan?
Pues bien, ese equipo jugó en el Nuevo Zorrilla y los socios de entonces se cabrearon de verdad porque no se pudo mantener a ambas figuras extranjeras –no había dinero– y optaron por darse de baja cerca de dos mil. Se ganaba la Copa de la Liga, único trofeo del club de rango especial, y nos encaminábamos a Europa. Corría el verano del 84 y así ocurrieron las cosas… ¡igualito que ahora!
Por todo ello, es imperativo que el equipo, con su lucha en el terreno de juego dignifique, como lo hizo frente a Las Palmas este último viernes, la imagen del club; es la única manera de que la afición no termine por desengancharse y comience a ilusionarse de nuevo con la vuelta al fútbol de nivel en un futuro inmediato.
En esos indicios esperanzadores, Álvaro Rubio vino a colaborar con una alineación coherente en base a las posibilidades que maneja. Acertó en hombres y en sistema, si bien, y como ya conocen mi gusto por los buenos futbolistas, le faltó la guinda de Iván Sánchez en la presentación de la tarta.
Y en ese acierto, significar que la apuesta del dúo austro-húngaro formando medular junto a Amallah me parece muy interesante, mucho más aún si con la recuperación de Juric, surja la posibilidad de ayuda como central de Nikitscher. A tener en cuenta.
Al final optar por los buenos futbolistas, los que de verdad marcan la diferencia, es básico y en este caso el equipo tiene un once tipo muy reconocible con tres o cuatro jugadores que pueden dar la réplica.
Y en una situación como la nuestra en la que cualquier opción es válida, por lo fallidas que han sido todas las anteriores, el poner siempre a los mejores y hacerlo en su posición, es la mejor de las que nos quedan, si no la única válida.
Ese Pucela del otro día deja claro que está en formación y acoplamiento de sus nuevos hombres y que, por tanto, requiere de un tiempo del cual ya no se dispone. Le falta sistema, movimientos y engranaje entre sus piezas, y sobre todo la consolidación de un patrón de juego en el campo y un patrono en la banda.
La tarea de Álvaro es tan ardua como importante; de un lado motivar, ilusionar y convencer a sus futbolistas de que hay margen mientras este no se agote matemáticamente, ilusionarles con la tarea y convencerles de que se trata del único camino lógico a recorrer. Por su propio bien y por el del equipo. Y todo ello, lógicamente, trabajando más que todos los demás.
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