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El abultado resultado negativo cosechado en el Santiago Bernabéu ha tenido como consecuencia inmediata la destitución de José Rojo Pacheta como máximo responsable del equipo.
Suele ocurrir en estos casos que una muy mala imagen del equipo asociada a una derrota abultada terminen por precipitar ... los acontecimientos. Y como es de rigor y siguiendo el dicho… a rey muerto, rey puesto. Como uno está en estos cometidos periodísticos fundamentalmente para tratar de analizar aspectos técnicos, mi impresión inicial es tan elemental como la de cualquier aficionado. O sea, que el resultado del domingo no soporta ningún tipo de excusa.
Sin embargo, me urge reconocer que más allá de los seis goles encajados, el problema fundamental es lo que ocurre hasta que los seis tantos se perpetúan como una losa en el marcador de Chamartín.
Y yo creo firmemente que en ese marcador va implícita la forma de juego y la disposición inicial que el equipo presenta en el césped para dar inicio al encuentro. Leída la relación tuve la sensación de que aquello iba a resultar poco menos que imposible de digerir. Ese, y no otro, fue el gran debe de José Pacheta en el partido.
Vuelvo a incidir en algo que me enseñaron y que a lo largo de los años he podido comprobar. Tu equipo es lo que manejas y tu trabajo a él va dirigido. No te vale jugar entonces ni te reconoces, ni compareces en el terreno de juego… aunque te hagas la foto.
Alinear tres centrales es una forma de juego como otra cualquiera, incluso en un momento determinado hasta útil, aunque no sea mi favorita ni mucho menos. Pero el Real Valladolid compareció ante el Madrid con una línea de dos centrales ¡más un lateral!, no con tres centrales al uso, y ahí radicó el primer error. Hongla por Fresneda, para que éste estuviese en su sitio hubiese sido más entendible.
De esta forma con tres laterales diestros, Rosa y Pérez en las bandas y Fresneda por dentro, la incógnita tardó quince minutos en resolverse, con tiro al palo anterior incluido que queda en anécdota a la vista de lo que teníamos atrás y máxime saliendo a apretar al Madrid en su zona defensiva.
El defecto principal de este planteamiento táctico no es otro que perder un jugador de salida, ya que el contrario jamás te presenta dos puntas juntos arriba para que tengan sentido los dos centrales que tú le opones. Y en el hipotético caso de hacerlo, es el medio centro quien se ocupa ¡por delante! de hacerles la cobertura defensiva. Te sobra uno, pues.
Frente a una línea con tres atacantes, Benzema partiendo desde atrás, el Real Madrid descomponía esa figura como un azucarillo. Laterales adelantados que no intervienen en defensa y centrales teniendo que salir a las bandas para ocuparse de los extremos dejaban a un central frente al '9' madridista con balón por medio y entrando de frente.
Fueron momentos caóticos en los cuales nadie reaccionaba y los merengues entraban cómo y por donde querían para que el delantero francés agrandase su leyenda hasta el infinito.
Hecho el daño y reconocido el error, el entrenador burgalés optó por borrar el dibujo, pero ya era tarde y la lamina estaba demasiado emborronada como para soportar nuevo examen. No va a olvidar fácilmente José Pacheta el partido. El error es humano y ahí debe quedar para no repetir, pero su trayectoria estáa aún en el comienzo. El ascenso, que con su ayuda inestimable se consigue, tampoco debe olvidarlo. Este oficio, y sus gajes, son así. ¡Mucha suerte José!
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