El Real Valladolid cerró ayer en Tenerife la liga regular con el éxito de un ascenso merecido, a pesar de la derrota cosechada.
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Una derrota que lleva a conclusiones evidentes, no por el resultado en sí mismo, sino por lo que deja al descubierto con ... respecto a un futuro tan inmediato como concluyente.
Vaya por delante que el equipo ha merecido ese deseado ascenso, y que lo ha hecho siendo el más regular, el CD Leganés aparte. Un ascenso que nada tiene que ver con aquel que otrora, y con José Luis Mendilibar a la cabeza, se celebró de forma apoteósica en ese mismo estadio tinerfeño hace 17 años.
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Sin embargo, un ascenso que, como entonces, devuelve al club junto a su hinchada, y por tanto, a la ciudad, a la máxima división del fútbol español. Un ascenso menos florido en lo deportivo, pero mucho más peleado que el de aquel paseo triunfal por la categoria, y desde luego mucho más controvertido que el idílico de aquel entonces.
De la controversia, finalizada la competición, se deberán de ocupar mediante estudio y analisis exhaustivo, aquellos que tienen la potestad de decidir y la obligación de acertar; y creanme que no va a resultar fácil aunar criterios técnicos, mediáticos y populares.
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Me resulta igual de difícil aceptar que a un técnico, con contrato en vigor que ha ascendido al equipo, se le cese, como el aceptar su continuidad con una masa social dividida de forma visceral.
No reconocer el mérito y el esfuerzo de un cuerpo técnico que triunfa cumpliendo el objetivo, me resulta tan ilógico e injusto como exponer al club y al equipo a una escisión definitiva con su afición, en un momento teñido por la euforia y la ilusión de un ascenso a la élite.
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Posiblemente, como le confesaba Don Luis Alberto Ordejón a Santi Hidalgo –el pasado sábado en el periódico–, técnico y afición tengan la solución en sus manos; de un lado, en un respeto expreso y ya manifestado hacia la masa social por parte del técnico; y de otro, en el reconocimiento implícito al trabajo realizado por el elenco técnico. Y aunque parezca un poco «milagrero», me temo que no hay mucho más de donde echar mano para arreglar algo tan importante de cara a un futuro inmediato y trascendental.
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Ayer en Tenerife, el Pucela puso en escena esa cara B de equipo flojito, coincidente con la peor fase de la temporada, que flaqueaba atrás, generaba poco juego en el medio y no era capaz de resolver arriba. Ese equipo «Morodependiente» que vive del extremo casi en exclusiva para crear una ocasión.
Vimos, con más nitidez si cabe, como Sergio Escudero se desenvolvía de casi todo en defensa, pero ese crecer táctico pretendido no se plasmaba en nada palpable. Así pues, bueno seria poner negro sobre blanco «quiénes somos» y «hacia adonde nos dirigimos» para saber con los que vamos a contar en tan difícil e ilusionante viaje.
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En este momento es tan importante acertar en las cinco o seis contrataciones necesarias como encontrar la paz social. Tanto como que Ronaldo acierte a convertir en gol el convencimiento de que sigue al frente.
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