Lo reconozco, hoy escribo contento; y lo hago, porque he visto al Real Valladolid jugar al fútbol como se debe jugar. No hablo de maneras excelsas, pero sí ortodoxas; y no me referiré a un partido magnífico pero sí a uno muy bien concebido y ... aún mejor interpretado .
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Y como la guinda siempre es el triunfo, entenderán que hoy toque hablar de una victoria convincente; tanto como la derrota de Andorra, pero al revés.
Si la imagen superó en lo negativo a un resultado adverso el pasado fin de semana, en la victoria de ayer me seduce igualmente mucho más el cómo que el cuánto; estética aparte, porque al fútbol solo se juega bien o mal, sin existir términos medios.
En esos parametros como siempre hemos dicho hay que acertar con hombres y sistema, ya que haciéndolo con ellos éste sale solo.
Ayer sábado, y por primera vez que yo recuerde en esta temporada, fue el día que realmente jugamos al fútbol.
Y lo hicimos porque 'Pablo' Pezzolano, es de justicia reconocérselo, escogió el sistema adecuado a los hombres que maneja en la plantilla, los dispuso de manera racional y les encomendó las tareas más lógicas, acorde a sus condiciones y a las que la demarcación exigía.
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El equipo fue superior en ambas áreas; en defensa con un Tarrega magnífico –en una línea extraordinariamente solvente– y en ataque con ambos extremos bien situados, participando con acierto y de forma constante en posesión y pérdida de la pelota; junto a ellos, un Marcos André reaparecido en el momento más oportuno para ser ese '9' tan deseado que el equipo necesita.
En este análisis, he dejado para el final, y de forma consciente, el trabajo realizado por los tres hombres que confirmaron ayer la línea media del equipo y que a mi modo de ver vinieron a resultar definitivos.
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El entrenador vino a convenir que flanquear por ambos lados la posición de Juric, utilizando para ello a Monchu e Iván Sánchez, en el deseo de poblar en recursos e igualar fuerzas y esfuerzos con el contrario, sería lo ideal. Y acertó.
Tanto como que el equipo desde el primer momento comenzó a ser otro diferente al de semanas pasadas en lo que a concepción y desarrollo del juego se refiere.
Con un Stanko Juric magnífico en el aspecto defensivo y vital en el inicio del juego, las posiciones de Iván Sánchez en derecha, discutible, y Monchu en izquierda como volantes hicieron del Pucela un equipo reconocible y lógico.
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Algo tan sencillo como equilibrar con hombres y posiciones una línea vital, consumó el cambio de estilo y dejó entreveer posibilidades tiradas a la basura hace siete días. Destino al que, por cierto, enviaría, con mucho cuidado, eso sí, el libro de datos gestor de cambios alineatorios y responsable último, al parecer, de graves disgustos en la parroquia.
Ahora lo aconsejable –por inteligente– sería mantener lo que ha funcionado, olvidarnos de quien es el contario y poner el acento en lo propio. Que sea solo el juego quien decida.
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