Criterio y decisión en el Real Valladolid

A cualquier entrenador, como director de grupo que es, se le solicita criterio lógico y razonado para llevar a término sus funciones y de paso firmeza para ejecutar esas decisiones que saquen adelante su cometido.

Dos actuaciones frente a Gerona y Orense, con resultado de derrota y fracaso colectivo, le han bastado para dar por finalizada la etapa de observación y prueba y comenzar la ejecución de las obras de apuntalamiento de un equipo en ruina amenazando desplome inminente.

Unas obras que han comenzado por detectar quiénes son los que le sobran y quiénes los que le valen; y de estos últimos, quienes son los más necesarios a día de hoy y quienes, mejorando cuanto antes, puedan incorporarse al grupo.

Escrito quedó, hace ya varias semanas, que el Real Valladolid tenía una plantilla escasa, desequilibrada y tratada de forma infame por la Secretaria Técnica. Y que junto a ello, y sin embargo, había un once interesante, con carencias muy notorias en puestos defensivos, que bien entrenada y exigida podía y debía dar la batalla de la permanencia.

Es tan demostrable que el Pucela necesita imperiosamente cuatro refuerzos, como que tiene 15 o 16 jugadores que pueden y deben dar la batalla, para conseguir el objetivo. Y el último partido frente al Betis, terminó por refrendarlo.

Junto a ello, se propugnaba desde el inicio de temporada un giro radical en la forma de entrenar y dirigir al equipo, orientados ambos menesteres a crear un grupo de trabajo basado en la realidad del fútbol, en lugar de estar inmerso en 'big datas' absurdos, análisis de cargas y escasez de trabajo junto a mensajes negativos continuos acerca de la capacidad real de los futbolistas.

Yo no se si Martín Cocca va a continuar en la línea esbozada, solo esbozada, de la última jornada, o bien cambiará su inicial forma de trabajar; lo que si sé es que agarrando el toro por los cuernos, cantando las verdades del barquero, exponiendo sus criterios técnico-tácticos y motivando a los futbolistas, nos ha dejado claro que lo visto el último día nada tiene que ver con todo lo anterior. Pero vuelvo a insistir: de momento, esto sigue siendo flor de un día.

Ese criterio lógico que el sábado y frente al Betis le llevó a confeccionar un equipo equilibrado en sus tres líneas, con apoyos constantes entre las mismas y sus hombres, me sugieren la idea de un conocimiento real del fútbol como juego de conjunto.

Entendiendo que la mejor defensa es la que mejor defiende a través de la marca, la anticipación y el esfuerzo, junto a la lucha individual frente a tu par, desterró la idea de que eran necesarios más defensas para defender mejor.

Plasmando la idea de que un cabecero de área –como Juric– es básico, flanqueado por una pareja de volantes –Kike y Martín– mantuvo la composición equilibrada de la segunda línea con tres hombres.

Algo que vino a culminar con la tercera línea, la de ataque, proporcionando un hombre en cada flanco, caso de Moro y Anuar, para asistir a un delantero centro renovado en espíritu y prestaciones como Marcos André.

Lógica y criterio puestos al servicio del equipo y el juego. Al final la parroquia, que entiende de fútbol y le gusta ver juego y esfuerzo, acabó partiéndose las manos aplaudiendo mientras se dejaba la garganta animando. Diego, ¡no pares… sigue, sigue!