El centro de la defensa

Desde aquel viejo esquema de los dos defensas, tres medios y cinco delanteros en el cual el medio centro era el símbolo del posterior defensa central, hasta el actual sistema de los tres centrales puros han pasado muchas cosas.

La primera es evidente: ningún sistema es fiel al número que lo representa en sus iniciales y sí, por el contrario, a las evoluciones de sus desarrollos. La segunda es clara y viene a confundir la solidez defensiva con el miedo a la derrota.

Si de dos defensas se pasó a tres, dos laterales y un central, la posterior evolución nos trajo al volante defensivo como 'cuarto defensa', algo que en Valladolid lo vivimos con dos parejas inolvidables de volantes: Ortega-Lasala y Ramírez-Sanchís.

Como ejemplo de dos décadas consecutivas. Juan Antonio Ortega y Carlos Ramírez eran los volantes creadores mientras que Isidoro Lasala y Manolo Sanchís los que defendían preferentemente.

Aquel cuarto defensa de ambas décadas, Helenio Herrera lo convirtió en el 'líbero corrector' con Pichi como fiel escudero del central Guarnieri en el gran Internazionale de Milán de Luis Suárez, Joaquín Peiró y Sandro Mazzola entre otros.

Era un volante reconvertido que jugaba descaradamente por detrás del central y 'corregía' cualquier desborde del contrario saliendo al cruce.

El fútbol sudamericano de la mano de Brasil, Uruguay y Argentina presenta a los dos centrales junto a ese '5' llamado 'cabecero de área' por su ubicación cerca del semicírculo, balcón o 'cabeza del área' como allí le denominan. Una figura a la que los Batista, Falçao o Fernando Redondo concedieron sello de garantía mundial.

En Europa la Alemania de Franz Beckembauer y la Holanda de Johan Cruyff ya lo habían presentado con el propio káiser en Bayern Múnich y el genial Arie Haan en Ajax Amsterdam. Seis Copas de Europa entre ambos equipos, tres consecutivas cada uno entre el 71 y el 76, atestiguaban quiénes eran y cómo jugaban.

El Barça de Guardiola mediante Sergio Busquets lo elevó a la máxima categoría y la propia selección española de Luis Aragonés y Vicente del Bosque lo aprovecharon con Mundial y Eurocopas.

¡Y llegó el miedo! De la mano de un fútbol rácano y miedoso, plagado de ausencia de extremos verdaderos y preñado de jugadores incapaces de regatear en banda y profundizar hasta centrar desde la línea de fondo, hoy es más estiloso y moderno meter a los centrales dentro del área para iniciar el juego que buscar dos jugadores de banda que sepan desbordar, centrar y tirar.

Como consecuencia de todo ello hemos metido un tercer central y por delante un cabecero. Resultado: la muerte de la progresión del juego. Un central que no se atreve a salir con el balón y progresa hasta ingresar en campo contrario y un cabecero que se 'queda en la parada' hasta que llegue el próximo bus ofensivo permiten que lo que te sobra de forma inútil atrás, te falte de forma útil adelante.

En estos días de selección, un chico español que juega con Guardiola en el City viene dando cursos gratuitos de cómo se juega de '5'.

Los empecinados siempre alegan que esos jugadores no les tienen ellos; sin embargo, lo que no comentan es que de Rodri, como en su día de Busquets, lo que hay que valorar es la posición que ocupa y el desarrollo defensivo y ofensivo de la misma. De la competición que juegan… pues tampoco hablamos.

A mi entender, 'Pablo' Pezzolano solo tiene que escoger dos figuras de la baraja de centrales que maneja. El resto de los naipes para ganar la partida los tiene en la mano. Y desde luego, y hablando de cabeceros, con Juric y De la Hoz tiene de sobra. Y puestos a sobrar… pues con un central cumple. El miedo es tan malo, que a los entrenadores nunca nos lleva a buen puerto. Créeme 'Pablo'.