De la ilusión a la angustia

Partido de Vuelta ·
El Real Valladolid arranca con firmeza en los dos periodos pero termina ambos con la soga al cuello

Juan Ángel Méndez

Viernes, 29 de noviembre 2019, 23:32 | Actualizado 23:40h.

Del ritmo al bostezo y del gazapo a la angustia. Si repite la secuencia, encontrará croquis del partido que fabricó ayer el Real Valladolid en Vigo. El conjunto castellano alternó minutos de velocidad y precisión con amplios valles que estuvieron a un palmo de costarle ... un disgusto. Cuando tuvo claridad, el Pucela mandó e hizo circular el balón con tino y filo, pero la ambición se le fue escurriendo entre los dedos al compás que marcaban las desconexiones de su retaguardia, con rutilante protagonismo del pretendido Salisu. Los de Sergio dibujaron su mejor versión al inicio de los dos capítulos, más brillante en el segundo que en el primero, pero no supieron atravesar la última línea. El técnico catalán espabiló con los cambios y en esta ocasión buscó variedad y recursos para romper la rutina, aunque la pizarra no fue suficiente para sumar los tres puntos.

Mejor con balón. El conjunto blanquivioleta se demostró a sí mismo que se defiende mejor con el balón que aglutinando futbolistas delante de Masip. Y para ello, el equipo de Sergio corrió y se anticipó a su adversario para robar y volar al primer toque en el primer cuarto de hora del encuentro y hasta el minuto 25 del segundo. La fluidez regresó al once blanquivioleta tras el hosco partido ante el Sevilla. Joaquín otorgó una gran estabilidad en el centro del campo y Míchel pudo operar con más libertad para regalarle pellizco al fútbol vallisoletano.

Salisu. Que no te líen, Salisu. No cometas el error de hacer volar tu mente hacia los delirios de grandeza que filtra tu entorno y descuidar las virtudes que algún día podrán llevarte a un grande. Hoy no. Aún estás tierno para pensar en otra cosa que no sea seguir destacando en el Real Valladolid. En el fútbol, la línea entre el éxito y el fracaso es prácticamente invisible. Ayer lo comprobaste en primera persona después de dos gazapos, tan grandes como tu anatomía, que no terminaron en gol porque Masip volvió a coserse la aureola. Me quedo con tu contundencia, que también la tuviste ayer, pero te conviene escapar de los rumores para que tu evolución no se desmorone.

Los cambios. Sergio volvió a sustituir a Hervías en el minuto 60 y buscó la velocidad de Waldo para descomponer al Celta a pie cambiado. El plan funcionó a medias. El extremeño salió con chispa, pero no pudo mantener el pulso hasta el desenlace. Con Joaquín imperial, el técnico intentó desactivar el crecimiento del Celta en el segundo acto con Alcaraz en lugar de Míchel, y buscó obturar la banda izquierda del cuadro vigués con Porro por delante de Moyano, pero no evitó que su equipo terminase con el corazón encogido. A pesar de controlar el duelo tras el descanso, el Real Valladolid disparó de nuevo con la pólvora anegada.

Tambor sin balas. Guardiola y Sandro tuvieron diez minutos de buen feeling en cada periodo, pero no supieron ensanchar su conexión para convertir su sacrificio en gol. Trabajaron en la presión, como siempre, pero llegaron a la última frontera sin oxígeno. Sergio les regaló los noventa minutos y dejó en el banco a Ünal, que venía de ofrecer mejores sensaciones, aunque tanto Guardiola como Sandro exhibieron una cara más amable, al menos por momentos, ante el conjunto gallego.

En un duelo con curvas y rectas a partes iguales, el Pucela consiguió salvar un punto y mantener a raya a un rival directo en la pelea por la permanencia. Pudo regresar con los tres, pero también estuvo muy cerca de tener que secarse las lágrimas. Al contrario que en Vitoria, el Real Valladolid no se descompuso y siempre mantuvo el músculo tenso, lo que le permitió salir vivo de una pelea con más eficacia que brillo.