Lo de anoche era un duelo entre dos supersticiones, la barba hipster de Sergio contra el total look en negro del Cholo. El combate entre dos clubs cuyos escudos muestran idéntica estructura, salvo por la laureada que rodea al de Pucela y la corona que ... anuncia su condición de Real. La pugna, en fin, entre dos equipos que juegan prácticamente a lo mismo, si no fuera por un detalle no menor como lo es la sideral distancia entre presupuestos a favor del Atlético de Madrid.
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Tal vez todas esas circunstancias, unidas al esfuerzo defensivo que muestra siempre el Real Valladolid y que un estadio como el Metropolitano con las gradas vacías es como un kalashnikov con balas de fogueo, expliquen que el marcador no se moviese del cero a cero hasta los últimos diez minutos y eso a pesar de que el nervioso debutante bajo los palos Caro tuviera más peligro que un mercado chino, como demostró en el 1-0.
Pero el Real Valladolid no solo fue el equipo que se defiende bien, como siempre, fue también un conjunto, sobre todo en la primera parte, que cuando podía atacaba con mucho sentido, con un Waldo inmenso en su versión chutador, en el minuto 4, con parada de Oblak y como asistente, en el 30, cuando le pasó el balón a Matheus, que remató fuera con su pierna mala. Al final, derrota en uno de los campos donde el Valladolid no se juega su Liga.
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