El viejo y tópico dicho de que mientras hay vida hay esperanza podrá ser el clavo ardiendo al que se agarren muchos aficionados. Es lógico. En el fútbol siempre se espera que tu equipo cambie de golpe la trayectoria y que en los últimos ocho ... partidos logre hacer lo que no ha hecho durante los meses anteriores. Es factible, claro que sí. Improbable, pero posible. Y el fútbol es un juego en el que reacciones de este tipo no son extrañas, pero no tanto en las categorías profesionales.
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Vamos, que creo que el Real Valladolid ya hizo este año todo lo que tenía que hacer. Ojalá me equivoque, ojalá. Pero lo de ayer en la señorial Tarraco es otro clavo en el ataúd del proyecto.
Y ahora ya no es cuestión de entrenador o jugadores, que también, es momento de quienes toman las decisiones en las oficinas del estadio Zorrilla las asuman de una vez. En su día consideraron que era mejor dejar al entrenador que sustituirle. Lo que querían no aceptaba y los que querían no convencían. Esa fue la explicación. Así que a Luis César, pese a que continúa trabajando con profesionalidad y honradez, no se le percibe con la suficiente fuerza e impulso como para revertir esto. Los viejos vicios del juego del Pucela han terminado por emerger, y con más fuerza, en el peor momento.
Suárez y Gómez han de hacer algo. Y rápido. Luego no valdrá lamentarse.
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