Cuentan que si te dejan acercarte a los recovecos que hay bajo las gradas de Zorrilla aún puedes escuchar, si hay mucho silencio, los ecos del ascenso de 2018. Aquel del gol de Mata ante el Numancia, aquel en el que nadie daba un duro ... por los blanquivioletas, aquel en el que una ciudad entera recuperó de golpe y porrazo la pasión por los colores del Pucela. Eso dicen. Puede ser verdad. O no. Da igual. Lo que sí es seguro es que esos ecos dejarán esta noche paso a los que nazcan de las casi 25.000 gargantas que llenarán el remodelado coliseo blanquivioleta. Las esquinas ocultas del estadio atesorarán una vez más los sonidos de una noche que se aventura mágica.
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Quizá sean los últimos gritos de la temporada. O no. En noventa minutos el Real Valladolid tocará de nuevo la gloria del cielo de regresar a la Primera División, y sería el cuarto ascenso en quince años, o ingresará en la cofradía de los virtuosos de la montaña rusa que es el 'play off'. Y será el quinto en once años. Por algo dicen que ser del Real Valladolid es conocer como nadie lo hace el sufrimiento.
Real Valladolid: Masip; Luis Pérez, Joaquín, El Yamiq, Nacho; Iván Sánchez, Roque Mesa, Aguado; Plata, Weissman y Toni.
SD Huesca: Andrés Fernández; Euse, Ignasi Miquel, Florian, Marc Mateu; Ferreiro, Mosquera, Cristian Salvador; Joaquín, Escriche y Lago Junior.
Las opciones son de sobra conocidas: ganar al Huesca o que no ganen o Eibar o Almería o que si gana el Eibar el Almería no empate. Pero todo pasa por ganar a los oscenses. Es la condición sine qua non. Y no será fácil, claro que no. Los altoaragoneses llegan con todo el pescado vendido, mal vendido porque no han estado ni siquiera cerca de regresar a la máxima categoría, pero a noventa minutos de empezar las vacaciones.
Un asueto que ya se ha tomado medio equipo titular. Los de Xisco Muñoz llegan al partido sin Pulido, Darío, Enzo Lombardo, Seoane, Timor, Mikel Rico y Gerard Valentín. Medio equipo titular. Lesiones dice el parte oficial. O que no van a seguir en el club y que tampoco merece la pena arriesgar. Total, que entre canteranos y poco habituales el técnico oscense no puede formar un once demasiado relevante en cuanto a nombres. Tampoco quiere decir nada, claro. Nada se jugaba el Espanyol en Granada y los andaluces acabaron descendiendo porque no fueron capaces de marcar un gol.
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Y ese es, exactamente, el gran peligro que debe gestionar el equipo: la ansiedad. En los dos últimos encuentros lo ha solventado de una manera eficaz: marcando un gol antes de cumplirse el tercer minuto de juego. A nadie se le oculta que encontrarse por tercera vez en esa situación sería lo ideal. Tampoco a nadie se le escapa que es especialmente complicado que pase.
Pacheta ha dedicado gran parte de la semana a que sus hombres se concentren en el partido y no en lo que pasa alrededor. El apoyo de la grada se da por descontado, pero querer meter el segundo gol antes que el primero es mala política en un partido.
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La única duda es la de Luis Pérez, que apenas ha entrenado en toda la semana y ha trabajado primordialmente en el gimnasio. Si está en condiciones, jugará. Los demás, los habituales de los partidos finales, con la apuesta por los tres medioscentros intocable. Que Mesa, Aguado e Iván Sánchez estén finos marcará mucho el partido de esta tarde. Y los que tengan que venir.
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