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Hervías, con su pareja Ainoa, a la que conoció durante su estancia en Oviedo. En detalle, posando con la camiseta del Real Valladolid en su presentación, año 2019. El Norte-A. Mingueza
Hervías, la promesa de Zubieta y sus barreras
Protagonista en las dos orillas

Hervías, la promesa de Zubieta y sus barreras

El riojano deslumbró en todas las categorías de la Real y llegó a jugar 25 partidos con el primer equipo hasta que un edema en la córnea frenó su progresión; en Valladolid recuperó su espacio

José Anselmo Moreno

Viernes, 20 de septiembre 2024, 07:34

Ha tenido que salvar mil barreras Hervías, al margen de las que libraba para meter las faltas, aunque ahora afirma que está mucho mejor que cuando dejó Pucela, «soy más futbolista». Con esa frase acaba una larga conversación con Pablo Hervías Ruiz, que insiste en dar las gracias a Bruno Mazziotti, Lucas Rafael, Alberto López y el doctor Lomo por ser «claves» en la recuperación de su gravísima lesión de rodilla, a la que se arriesgó por no parar y querer ayudar al equipo a evitar el descenso de 2021. En la Real también había tenido percances serios, como un problema de córnea.

Su dolencia de rodilla era de las que retiran del fútbol. Tuvo que pasar tres cirugías hasta reaparecer en los últimos partidos de su segundo ascenso con el Pucela. No estaba bien, llevaba casi nueve meses parado y fue una etapa oscura que le llevó a dejar Valladolid. Dice que sigue viendo los partidos del Pucela, donde estuvo este verano pues tiene casa aquí y su mujer la está amueblando para alquilar. Ahora juega en el Amorebieta. Tras venir de Bolivia su nombre había quedado algo olvidado en España, pero «estoy como nunca», recalca una y otra vez.

A sus 31 años, recuerda su primer percance cuando era la joya de la cantera de nuestro rival de mañana. Fue una grave dolencia en un ojo. Pocos jugadores tan rápidos y habilidosos con el balón pegado al pie han pasado por Zubieta, según dicen compañeros de la prensa donostiarra. Tras ser captado por ojeadores de la Real en Logroño, Hervías había deslumbrado en todas las categorías del club txuriurdin, por las que pasó siendo internacional. Jugó 25 partidos con la camiseta de la Real entre Copa y Liga. Allí asomó rápido al primer equipo, pero le llegó ese primer golpe de la vida. Sufrió en 2011 un edema corneal, y los galenos realistas le prohibieron durante mucho tiempo participar en actividades con balón o donde hubiera contacto físico.

Aquello frenó su carrera, aunque lo superó y ahora dice que, en realidad, solo le impidió jugar en la Real tres años antes. «Con 18 me querían en el primer equipo y subí con 21», recuerda. Tras afrontar cesiones a Osasuna, Oviedo y Elche, más su paso por el Eibar, halló su sitio en el Pucela. Aquí no se le renovó en 2022 por dudas sobre el cartílago de la rodilla lesionada. Recuerda con amargura que ese verano no le quería nadie. «Desapareció todo el mundo, fue muy triste», dice.

Se había lesionado con la blanquivioleta en Vitoria la temporada anterior y forzó, consciente del riesgo, para ayudar al Pucela a evitar el descenso porque hacía falta (de lateral derecho). Esas dudas sobre su estado le llevaron a Málaga con un contrato muy corto. Allí se vio bien y firmó después por el Bolivar de la liga boliviana, con el que hizo una gran Copa Libertadores. Después regresó a España y ahora en Amorebieta vuelve a disfrutar del fútbol con la mirada siempre puesta en Valladolid.

Y es que la historia de Hervías con Pucela es emocionante. Todo lo que hizo por volver a vestir la blanquivioleta conmueve. Hay jugadores que quisieron marcharse, incluso siendo de aquí, pero Pablo es un ejemplo de adhesión. Cuando se fue tras ascender en 2018, iba a Zorrilla para ver a sus compañeros después de horas de coche con la pierna inmovilizada por otra lesión. Había vuelto a Eibar en plena euforia por el ascenso y aún «escuchaba» Zorrilla coreando su nombre cuando había una falta. Quería volver como fuera.

Dicen que hay que desearlo tanto que la vida no tenga más remedio que dártelo y ese fue el caso de «Pablito» cuando volvió. No habla de dos etapas aquí sino de una, ya que cuando fue presentado a su regreso en enero de 2019, de nuevo cedido por el Eibar, su cabeza nunca se había ido. El contrato de cesión era el mismo que el anterior, solo que con opción de compra si el equipo se quedaba en Primera. Y así fue.

Al poco tiempo de regresar se lesionó la otra rodilla y pasó por momentos durísimos hasta volver. Desde fuera sufría como nadie las derrotas. No he conocido futbolista que sufra como él. No duerme cuando pierde. No puede evitarlo. Algún mensaje suyo tengo a las cuatro de la madrugada. Y es que su obsesión es el fútbol, ve partidos compulsivamente y cuando salía a despejarse por aquí, le gustaba ir con su chica por el centro de Valladolid. El «embrujo» de la ciudad los atrapó. Como a tantos otros.

Ahora juega por la banda izquierda y cuando ve al Pucela se dice: «Ese es el sitio de Moro, tendría que jugar yo allí en otro sitio». Ha sido polivalente pero con lo que no contaba era con jugar de lateral y, ante las necesidades del equipo, lo hizo en Pucela. «El primer día ante el Madrid estaba pendiente de la línea del fuera de juego, por si la pifiaba», recuerda.

Evoca ese murmullo de Zorrilla cuando se perfilaba para lanzar faltas. Días mágicos para todos. En el ascenso de 2018 metió dos casi iguales, ante Osasuna y Sporting. Fue ahí donde se forjó su pequeño idilio con la afición, interrumpido por la pandemia. Nada más volver a Pucela, metió otra falta por la escuadra. Cuando ahora ve Zorrilla lleno se le pone la piel de gallina y se «come la tele». Sigue convencido de que si le hubieran renovado, y Pacheta le hubiera visto en pretemporada, seguiría aquí porque ya estaba totalmente recuperado.

Para acabar, pregunta por cómo va la dolencia de Anuar, cuenta que estuvo hace poco a ver el debut de Toni en Ipurúa y sobre el nivel actual del Pucela o el partido de mañana se muestra preocupado. «No veo bien al equipo, me preguntan aquí mis compañeros y no sé ni qué decir. Ojalá mejore, yo sufrí muchísimo viendo los últimos partidos». Sufrir y Real Valladolid van en la misma frase. Hace tiempo.

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