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José Miguel Ortega
Viernes, 14 de marzo 2025, 08:22
Conocido es mi interés en encontrar datos que demuestren que los seminaristas del Colegio de los Ingleses en Valladolid jugaron al fútbol antes que en ningún otro lugar de España, por mucho que la historia oficial se empeñe en mantener a las minas de Riotinto, en Huelva, como el escenario de las primeras patadas a un balón en territorio hispano.
En una de las revistas editadas por los propios alumnos del Colegio de San Albano, se hacía referencia a un partido de 'foot-ball' que disputaron los ingleses contra los escoceses del Colegio de San Ambrosio, también ubicado en Valladolid. La crónica de aquel encuentro estaba fechada en 1873, el mismo año en que los historiadores fijan los primeros partidos en Huelva y en Vigo, la otra ciudad que reclama para sí la aparición del futbol en España.
En esa referencia que se hace en la revista 'The Albanian' de aquel partido, no se habla del 'foot-ball' como de una novedad, sino de una práctica habitual de los seminaristas británicos durante los cursos que pasaban en Valladolid hasta su ordenación sacerdotal. De vez en cuando voy al colegio de la calle Don Sancho con la esperanza de encontrar una fecha anterior que demuestre que el fútbol en nuestro país comenzó a jugarse en Valladolid.
Entre tanto, sí he encontrado en ese magazine 'The Albanian' la curiosa crónica sobre un partido que el Colegio de los Ingleses jugó contra el C.D. Vasco, formado por jóvenes de Euskadi que estudiaban en Valladolid, fundamentalmente Medicina o Derecho, carreras que no podían hacer en Bilbao, San Sebastián o Vitoria, porque no tenían Universidad y la más cercana era la de la capital del Pisuerga.
«En La Rubia, bajo el sol abrasador de España y ante una gran multitud de espectadores, el balón estaba en juego y nuestros delanteros comenzaron a atacar, pero fueron rechazados por una defensa que daba crédito al criterio de quienes habían organizado el equipo y bastaron diez minutos de juego para hacerse evidente que quienes fueran los vencedores no ganarían por mucho margen.
Los espectadores reconocieron que este fue el mejor partido jamás jugado en Valladolid, y nosotros mismos podemos decir con toda seguridad que fue el partido más interesante, más difícil y más inglés jugado o visto por los actuales alumnos de San Albano.
Los delanteros españoles se combinaron muy bien y en varias ocasiones corrieron hacia nuestra portería, pero nuestra defensa, sin duda, debe ser elogiada por su forma de despejar y alimentar a los delanteros. Fue un verdadero placer ver el juego de P. Flavin, medio centro ordenador, ya que donde quiera que la pelota rebotara, allí estaba él. Sus pases fueron perfectos y en más de una ocasión le dio al portero rival de mostrar sus poderes.
Llegó el descanso y todavía no se había marcado ningún gol pese al buen juego desplegado, por lo que se hicieron muchas conjeturas sobre cuál sería el resultado final del partido.
Después de cinco minutos de intervalo se reanudó el 'match' y diez minutos después L. Murphy superó a la defensa y estaba a punto de disparar cuando un oponente le hizo una falta intencionada que el árbitro sancionó con penalti. B. Ellis lo ejecutó y nos dio la ventaja de un gol a cero.
Esta acción ciertamente actuó como una cadena, pues el juego se reanudó con redoblado vigor y unos minutos más tarde, un disparo de Ellis volvió a encontrar la portería contraria. El mismo jugador marcaría poco antes de finalizar el partido logrando así el 'hat-trick' que supuso una merecida victoria por 3-0».
El improvisado cronista –un compañero de estudios de los propios jugadores– hacía referencia a la hazaña de B. Ellis, autor de los tres goles del equipo de los ingleses introduciendo un término –'hat-trick'- totalmente desconocido en España en aquellos tiempos (1912) que servía para definir la gesta de marcar tres goles en un mismo partido.
El primer futbolista que lo consiguió fue Heatfield Horman Stephenson en 1858, aunque hasta veinte años después no se utilizó en las páginas de un periódico para recordar la hazaña mezclando dos palabra –hat, sombrero y trick, truco– equiparándolo a los trucos de magia.
En principio ese término se reflejó en las páginas de 'The Sportsman' en referencia al fútbol, pero después se amplió a otros deportes como el rugby, criquet, beisbol e incluso automovilismo, hasta convertirlo en algo coloquial en la jerga deportiva.
Volviendo a la crónica recogida en las páginas del magazine 'The Albanian' de 1912, también se hace referencia a que el equipo de los estudiantes vascos contó con el importante refuerzo de cinco cadetes de la Academia de Caballería, que fueron claves para aguantar con el marcador a cero durante la primera parte.
No hay que olvidar que el conjunto de la Academia de Caballería había sido el primer conjunto vallisoletano en tomar parte en la Copa del Rey, en la edición de 1911, en la que debutó ganando por 1-0 al Santander, aunque no jugó la siguiente ronda porque la mayoría de los participantes se negaron a jugar como protesta porque el Athletic Club de Bilbao utilizó a tres jugadores ingleses de refuerzo. Una paradoja teniendo en cuenta que durante más de un siglo el equipo de 'San Mamés' sigue siendo el único de los de la Liga española en no contar con extranjeros en sus filas.
Los seminaristas ingleses del Colegio de San Albano fueron considerados invencibles en sus duelos con otros equipos formados en la capital vallisoletana, especialmente después de que en 1907 ganasen por 4-3 al Real Madrid, que acababa de proclamarse campeón de la Copa del Rey. Sin embargo su brillante juego dependía de la calidad futbolística de los componentes de cada generación de estudiantes. La de B. Ellis, el autor del 'hat-trick', debió ser una cosecha excelente.
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