Mesa y Correa pugnan por un balón. A. Mingueza

Guardiola rubrica el fracaso del método de Sergio

Gambeta larga ·

El ariete, que salió en el segundo acto por Marcos André, regaló la victoria al Atlético con un pase preciso a Suárez, que definió ante Masip. El técnico hizo una propuesta coherente y demostró que tenía plantilla para mucho más

Juan Ángel Méndez

Sábado, 22 de mayo 2021, 20:53

Kiko Olivas vuelve como mariscal y llora como capitán

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Sergio y su calculadora de minutos decidieron que no era el momento de ponerle antes, pero Kiko Olivas demostró ayer que es el mariscal del Real Valladolid. Sus lágrimas corroboraron su compromiso, cualidad que les faltó a otros, incluido el técnico. El central volvió con ritmo y galones. Cortó con autoridad y sacó la pelota jugada con criterio, justo lo que le ha faltado al cuadro castellano durante todo el año. La mejor noticia llegó tarde. O, más bien, el entrenador quiso retrasar la buena nueva porque confió antes en lo malo conocido que en lo mejor por conocer. Es el ejemplo de un año para olvidar en el que Sergio siempre eligió la tiniebla.

El punterazo de Correa y el retrato del fútbol de reojo

El Pucela consiguió lo más complicado, ponerse por delante en una contra eléctrica. Correa expuso las vergüenzas del entramado defensivo del conjunto blanquivioleta. El vivo retrato de un equipo que ha tenido infinitas oportunidades para conseguir la permanencia y que ha reventado todas por incompetencia y pasividad. El delantero atlético hizo un control orientado, media croqueta y punterazo. Fútbol sala en Zorrilla. Ni Ricardinho. Una uña y la mirada acompasada de tres rivales que no consiguieron meter la pierna a tiempo. Así termina la Liga más cruel de los últimos años, con un equipo que siempre llega tarde.

Weissman eligió plancha, el gol estaba en otra dirección

La derrota ante el Atlético radiografió la cruda realidad del Real Valladolid. Y eso que Sergio esta vez eligió un once compensado, sin demasiados sobresaltos y con un planteamiento lógico. Lástima que en los tres choques anteriores el técnico eligiera el caos. Ahí estuvo la clave. El club debió despedirle hace meses. Al grano. El caso es que ayer apeló a la coherencia. Justo lo que no eligió Weissman en la mejor oportunidad de partido. El israelí optó por la plancha, con la frente mirando al cielo, pero el vuelo del balón y la palomita del portero invitaban a un remate picado, con el cuello duro y el quiebro hacia el suelo.

El gol retrata la mala praxis de un técnico sin criterio

No se puede decir que Sergio no haya muerto con las botas puestas. El técnico dibujó un once con más criterio que los últimos tres partidos juntos, pero en los cambios apareció su firma. Guardiola, siempre protegido, entró por Marcos André y el ariete diseñó el tanto del triunfo del Atlético. Un pase preciso y profundo para poner a Suárez delante de los bigotes de Masip. El uruguayo no falló y marcó con calidad para dar el título al Atlético. El envío hacia atrás de Guardiola no representa una anécdota, es la dinámica de un equipo que siempre apuesta por la autodestrucción, incluso en oasis como el de ayer.

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La incompetencia de un discurso vacío y agotado

El Pucela arrinconó al Barcelona en el Camp Nou y ayer tuvo la victoria en su mano. Una vez más, perdió por su propia incapacidad en las dos áreas. No supo materializar sus llegadas y tampoco estuvo fino para contener los chispazos de un campeón atenazado. Ambos partidos representan un ejemplo de la nula capacidad de Sergio para gestionar la mejor plantilla que ha tenido en las últimas tres temporadas. Pero el técnico nunca creyó en su vestuario. Y su vestuario terminó reventando su incomprensible pizarra. Y en medio de todo, el club, que pierde la categoría después de una temporada absurda. Es lamentable que el Real Valladolid descienda con una permanencia tan barata.

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