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Goyo Fonseca, con traje y corbata. El Norte
Goyo Fonseca, el campeón que acababa de llegar
40 años de la Copa de la Liga del Real Valladolid

Goyo Fonseca, el campeón que acababa de llegar

«Yo me divertía jugando, pero cuando llegué a Valladolid ya noté que eso era un trabajo»

J. Anselmo Moreno

Valladolid

Jueves, 27 de junio 2024, 06:55

Goyo Fonseca no jugó la final de la Copa de la Liga pero estaba en aquella plantilla y fue campeón, por lo tanto. Casi acababa de llegar de su pueblo e igual que en su segunda etapa en el Real Valladolid ejerció de talismán: «Llevo una semana aquí y ya os he ascendido», le decía a Marcos Fernández cuando la famosa liga de 22 y el ascenso en los despachos. Y es que aquel año, el de la Copa de la Liga, había debutado en Zaragoza y a los diez minutos ya había marcado un gol porque el de La Seca era puro remate. Con lo que fuera, eso le llevó a la selección aunque su gol más famoso fue uno de chilena ante el Athletic. Probablemente el mejor visto en Zorrilla.

«Yo me divertía jugando, pero cuando llegué a Valladolid ya noté que eso era un trabajo», recuerda. Su frialdad en el campo parecía que le dejaba a medio camino del jugador que podía llegar a ser. No jugó la Copa de la Liga pero sí la final de la Copa del Rey años después. Cantatore le ponía de interior por la izquierda porque le decía que tenía «muchos compromisos» en la delantera. Ahí jugaban Jankovic, Alberto o Peña, por ejemplo, El caso es que en ese puesto rindió pero él era un ariete puro con una calidad extraordinaria. Irregular, eso sí. Recuerda que el periodista Javier Ares le llamaba entonces «Curro Romero», pero todo lo que hacía Fonseca era de verdad, pura clase.

Solo alguien como él puede marcar el gol soñado: aquella chilena que entró por la escuadra a pase del malogrado Pachi. Cuenta que la ensayaba en los entrenamientos porque Maturana los ponía a rematar de todas las formas posibles. Los compañeros le instaban a intentarlo en los partidos pero él decía: «Hay que tener mucho valor, que si te sale mal haces el ridículo».

Jugó dos etapas en Pucela, tras pasar por el Málaga, el Espanyol y el Albacete, antes de regresar a Valladolid. Fue internacional absoluto y Javier Clemente contaba con él para el Mundial de Estados Unidos, pero una lesión se lo impidió. A lo largo de su carrera tuvo «muchas cornadas», como él dice.

Debutó en Primera con 18 años recién cumplidos con el referido tanto al Zaragoza. Aquella temporada se hizo famoso por marcar en todas las categorías en su primer partido. En todas. En su debut en Primera, en su estreno con el Juvenil, en su primer partido con el Promesas y en su debut con la Sub 21. A ver quién iguala eso.

Nacido en La Seca, donde jugaba por pura afición hasta que Damián Recio se lo trajo a Valladolid, recuerda su cambio de mentalidad al fútbol profesional. A ello contribuyeron de forma abrupta dos jugadores que están en esta serie: Richard y Sánchez Valles. «En el primer entrenamiento ya me enseñaron el camino del fútbol profesional. Me dio una Richard, decidí cambiarme de banda huyendo de allí y Sánchez Valles me dio más fuerte al otro lado. Les tengo que agradecer esa lección», ironiza Goyo desde la Costa del Sol.

Fue cedido al Málaga en una operación sorprendente porque ya para entonces opositaban al primer equipo del Pucela, tanto Manolo Peña como él (dúo letal en el Juvenil) pero fue Peña quien se quedó y él se marchó. Tras una lesión de rodilla, sus mejores temporadas y sus mejores goles llegaron de la mano de Maturana, que le tenía una fe inmensa. Tras acabar la temporada 91/92, haber metido por segundo año consecutivo 14 goles y jugar con la selección española en Zorrilla se fue al Espanyol junto a Santi Cuesta, aunque ese verano Fonseca había sonado para el Madrid o el Barcelona. Dejó en la caja casi 200 millones de pesetas.

Allí volvió a tener lesiones y tras una operación de rodilla se fue media temporada al emergente Albacete. En verano de 1995 volvió a Valladolid justo cuando el club se debatía entre Primera y Segunda por la famosa liga de 22. Curiosamente el club, presidido entonces por Marcos Fernández, le puso sobre la mesa dos años de contrato y él dijo que solo quería uno. No se veía físicamente bien y no quería engañar al club de su vida. Colgó las botas al finalizar aquella temporada, con 30 años, por no complicar su futuro como ciudadano de a pie porque «las cornadas» que él dice le podían dejar secuelas.

Su último gol con la blanquivioleta se lo hizo a la Real Sociedad el 8 de octubre del 95, a pase del hondureño Guevara. Tras dejar el fútbol se fue a vivir a Málaga, de donde era su mujer, que ya falleció. Allí se ve de vez en cuando con Ricardo Albis, recordando viejos tiempos. Dice que a golear se aprende y sigue al Pucela con pasión. De hecho dice que actualmente es el único fútbol que ve.

Tras retirarse hizo los dos primeros niveles del curso de entrenador estuvo fugazmente en las categorías inferiores del Málaga para pasar después a trabajar en una asesoría de futbolistas aunque por el camino ha sido segundo entrenador de equipos andaluces en Segunda B y Tercera y del Farense, en Portugal.

De aquella plantilla de la Copa de la Liga recuerda que los veía a todos como gigantes, entre otras cosas porque él era «un pipiolo». De hecho decidió irse cedido al Málaga al año siguiente porque veía imposible competir el puesto con gente como Da Silva, por ejemplo. Sobre el actual Pucela destaca su condición de equipo ascensor. «Para mi subir de Segunda a Primera es mucho más complicado que mantenerte en la máxima categoría, que es donde debe estar el Pucela». Cuando le cuento que ahora van 20.000 al campo se emociona porque Valladolid y el Real Valladolid le siguen tirando aunque dice que difícilmente se moverá ya de Málaga.

Suplemento especial de los 40 años de la Copa de la Liga, el sábado 29

Son múltiples los factores que deben concitarse para que un club humilde como el Real Valladolid, a años luz en presupuesto de los grandes transatlánticos del fútbol español, conquiste un título nacional. Y todas esas circunstancias confluyeron hace cuarenta años para hacer realidad el que hasta la fecha sigue siendo el único trofeo oficial de la entidad blanquivioleta en sus 96 años de historia. Aquella imagen icónica de Pepe Moré levantando la Copa de la Liga, que hubo de pasar por los líquidos de revelado para ser publicada dos días después, continúa en el imaginario de los aficionados más veteranos. Y con esa foto acaparando la portada, El Norte lanza el sábado día 29 de junio un Suplemento Especial para recordar de la mano de los protagonistas todos y cada uno de los detalles que rodearon aquella gesta.

Una temporada irregular en lo deportivo, en lo que a la liga doméstica se refiere, que acabó en celebración gracias a una plantilla que se nutrió de la cantera y que hubo de sobreponerse a un cambio de entrenador. El relato de cómo se llegó a conquistar el título, las múltiples anécdotas que dejó el proceso para llegar a levantar el trofeo, y las vivencias de los jugadores que pasaron por aquel vestuario forman parte del Especial que publica El Norte de Castilla. También una conversación entre el director deportivo (Ramón Martínez) y el entrenador de aquel equipo (Fernando Redondo), que cuarenta años se han vuelto a encontrar para repasar, ya con la perspectiva y el poso que deja el paso del tiempo, todo lo que rodeó y acompañó a aquel éxito deportivo.

Un suplemento que es una pieza de coleccionista para los aficionados más veteranos del Real Valladolid, y que se entiende también como una lección de historia para los más jóvenes que no disfrutaron de aquel hito y que solo lo conocen por boca de sus padres y abuelos.

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