Los goles de Juric y Salazar resuelven el atasco del Real Valladolid ante el Amorebieta

Finalmente, Pezzolano pudo contar con Robert Kenedy en el once blanquivioleta, ya que aún no hay sanción federativa para el brasileño tras su expulsión en Copa (un posible castigo grave, de cuatro partidos o más, le obligaría a cumplirlo en Liga). Esta situación aclaró la formación para el Pucela, con Kenedy como segundo delantero junto al canterano Iván Cédric, en una línea carcomida por las lesiones. El multifuncional Anuar Mohamed Tuhami fue el sustituto del sancionado Iván Sánchez en la banda derecha del ataque. En el Amorebieta, Haritz Mujika mantuvo su esquema con tres centrales (5-4-1), con cambio en la portería, donde entró Magunagoitia, con la titularidad ganada a pulso tras la victoria de los vizcaínos ante el Levante en Copa.

Ese dibujo se le atragantó al Real Valladolid, muy atrapado en la telaraña vizcaína. El equipo blanquivioleta trató de saltarse la defensa adelantada del Amorebieta, con pases largos que no fructificaron. Monchu desperdició un par de faltas al área rival, con malos golpeos, algo inusual en un mediocentro que tiene guantes en las botas. El partido empezó a espesarse de mala manera para un Pucela que no lograba romper de ninguna manera los férreos candados del 'Amore'. Un caño que tiró Stanko Juric en el centro del campo animó mínimamente a la parroquia local, que empezó a vivir con la mosca detrás de la oreja.

Bien sostenido por la pizarra, el Amorebieta merodeó por el área de Masip con peligro creciente. Lasure llegó a un centro suelto de Álvaro Nuñez y el portero blanquivioleta tuvo que intervenir para evitar el desaguisado. La única vía para el Real Valladolid quedó abierta por la banda izquierda, donde Moro ejerció al mismo tiempo de funambulista y percutor, retando siempre a Álvaro Nuñez. En una de esas perforaciones por el extremo, el balón le llegó a Cédric, que sólo pudo rematar trompicones, sometido como estuvo a una hipervigilancia por los tres centrales visitantes.

El Amorebieta subió varios grados la temperatura del horno en el que ya se estaba asando el Real Valladolid. Dorrio remató a quemarropa en el área pequeña en un acción que salvó Masip en primera instancia y Luis Pérez en segunda, con un rechace suelto cargado de peligro. El cántaro pucelano reventó en un saque de esquina: Manu Hernando, sin marca, peinó la pelota para que el cabezazo se colase por el palo derecho de Masip. A nadie le sorprendió el 0-1, fruto de la insistencia de un trabajado Amorebieta ante un Pucela apático y enredado en los hilos del rival. El escobazo despertó al Real Valladolid, que quiso cercar el área vizcaína con prisas. El filo de Raúl Moro empezó a romper la línea defensiva con mucha facilidad. Un primer remate en fuera de juego del extremo preludió un mano a mano del propio Moro que salvó Magunagoitia. Luego, Moro sirvió balones a Kenedy y Anuar que no fructificaron y, antes del descanso, y jugando por la derecha quebró a Gayá de manera brillante. Sin embargo, el Pucela se marchó al descanso por debajo en el marcador y gritos de 'fuera, fuera' en una grada cada vez más encrespada.

La entrada de Israel Salazar por Cédric buscó la inspiración arriba de un equipo romo. El Real Valladolid siguió al trantrán, como si el 0-1 no fuera de su incumbencia. Juric remató fuera una falta ensayada, antes de cabecear el gol del empate en un potente saque de banda de Escudero, marca de la casa. El mediocentro se elevó por encima de Gayá y Manu Hernando para empezar a desatascar un partido que amenazaba con colapsarse si el Amorebieta seguía manteniendo el orden de sus líneas. Sin embargo, esta acción a balón parado abrió una rendija de esperanza y llevó al cuadro vasco a dar un paso atrás, con la intención clara de conservar al menos un punto tras el 1-1.

Más allá del gol de Juric (autor por otra parte de un encuentro colosal), el Real Valladolid siguió muy enfangado en su ataque. Robert Kenedy, que ha perdido la estrella, remató al aire un balón que se le escurrió en la frontal. Monchu mandó una pelota por encima del travesaño de Magunagoitia antes de asistir a Moro en una acción que desbarató el portero visitante con el guante. Las entradas de Lucas Rosa y Joni Montiel dieron algo más de brío a un Pucela que no acababa de encender la perforadora de manera eficiente.

Los cielos se abrieron en un córner sacado en corto, que Monchu prolongó para el centro del renacido Joni Montiel. El ubicuo Juric engarzó el envío, mordido por el hombro de un defensa. Sin embargo, por allí apareció Israel Salazar, el delantero del filial tocado por la varita de los goles, para empalar el 2-1, un tanto que desbloqueaba definitivamente un partido muy denso. Salazar culminó una semana de ensueño, con sendos goles en sus estrenos con el primer equipo en Copa y Liga. Los cambios finales pudieron aumentar la ventaja y Tunde se ofuscó en un remate en el 95 tras un contragolpe que olía a gol. El 2-1 fue más que suficiente para asegurar otra victoria con remontada en Zorrilla, con poco fútbol para el paladar, sí, pero con tres puntos muy nutritivos.