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Marcos André celebra el gol en uno de los fondos del Carlos Tartiere. Luis Manso-Prensa2
La crónica

Un golazo de Marcos André escenifica la tibia mejoría del Real Valladolid

El tanto del brasileño, en un disparo al borde del área directo a la escuadra, tumba en el 93 al Oviedo y pone la guinda a un triunfo con mejor sensaciones que juego

Domingo, 24 de septiembre 2023, 19:30

El resultado lo es todo en la vida, pero en fútbol no conoce espejo igual. Ya puedes dominar un partido del 0 al 90, acogotar a tu rival en su área, castigarlo sin posesión y convertirlo en mero espectador que si no marcas y encajas ... en el minuto 91, tu propuesta acabará expuesta al más severo de los juicios.

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Evidentemente no es el caso, pero la visita del Valladolid a Oviedo bien pudo acabar en el estrado, arrinconado como lleva varias semanas su técnico, de no ser por la fulgurante aparición de Marcos André veinte minutos antes de entrar en tiempo de prolongación y por el obús que soltó el brasileño en el 93 cuando todo apuntaba a un empate. El análisis, desde luego, hubiera sido mucho menos condescendiente con Pezzolano y sí algo más benévolo con la plantilla, cuyas prestaciones mejoraron lo visto en jornadas precedentes hasta acabar mereciendo el triunfo. Primer triunfo a domicilio del curso que, más allá incluso de los tres puntos, trae a Zorrilla una mayor dosis de tranquilidad además de apaciguar los ánimos en la grada.

Sin ganarse todavía la candidatura al ascenso a la que está obligado por plantilla, inversión y también por historia, el Valladolid sí dejó a su paso por el Carlos Tartiere una tibia mejoría que le acerca al carril correcto. Con pasitos muy cortos y casi imperceptibles, el equipo de Pezzolano parece desenmarañar el ovillo indescifrable que asomaba en las últimas semanas. De momento sella su portería por segunda jornada consecutiva y deja en 'stand by' su riña con el gol.

Uno de Marcos André, ¡pero qué gol!, le permite enderezar su maltrecha figura y de paso le regala una semana más a su técnico para que siga dando teclas hasta afinar su propuesta.

Real Oviedo

Leo Román; Luengo, Dani Calvo, Costas, Abel; Jimmy (Masca, minuto 67), Colombatto, Viti (Santi Cazorla, minuto 89), Sebas (Paulino, minuto 55); Seoane y Borja Bastón.

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Real Valladolid

John; Luis Pérez, Boyomo, David Torres (Quintana, minuto 77), Escudero (Lucas Rosa, minuto 77); Iván Sánchez, Juric, Monchu, Meseguer (Cédric, minuto 69); Kenedy (Raúl Moro, minuto 63) y Sylla (Marcos André, minuto 69).

  • Goles: 0-1 (minuto 90+3): Marcos André.

  • Árbitro: González Esteban, del colegio vasco. Amonestó a Luengo por los locales y a David Torres, Marcos André e Iván Sánchez por los visitantes.

  • Incidencias: Séptima jornada disputada en el estadio Carlos Tartiere.

En su particular travesía por el desierto, Pezzolano optó por dar un giro más de tuerca al sistema de cinco defensas y prescindió de Gustavo Henrique para enclavar a Juric en el centro de la zaga como pieza clave en el engranaje del equipo. Todo giró -para bien y para mal- en torno a la imponente figura del croata. En defensa, porque su sola presencia tapó fugas además de sumar una mayor consistencia a la ofrecida por Boyomo y David Torres. Y en ataque, porque su incorporación al centro del campo dio un soporte necesario a la línea de creación, además de liberar a jugadores como Monchu o Meseguer.

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Ese movimiento tardó en trasladarse al césped, y por lo tanto en dar resultado, y fue el Oviedo quien hizo y deshizo a su antojo en la primera media hora de partido. Hasta ese instante, no le importó al técnico uruguayo proponer un partido sin balón. De hecho, la ausencia de Raúl Moro y Marcos André de inicio se entendió una semana más como una renuncia tácita a jugar con profundidad, más entregado a la capacidad de crear tanto de Iván Sánchez por derecha como por Kenedy en su condición de alma libre.

¿Y Sylla? Del futbolista senegalés sabemos que juega mejor de espaldas que de cara a portería, y también que marca un gol cada 310 minutos -lleva 81, con lo cual su estreno con la blanquivioleta está más cerca-.

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El sistema, por lo tanto, no mutó en su forma pero sí en el fondo, pasando de un 5-3-2 con el Pucela protegiendo su portería a un 4-4-2 para atacar la contraria. Esa metamorfosis tardó en calar algo más de treinta minutos. Asentado el movimiento, el partido se inclinó del lado blanquivioleta -amarillo, esta vez- y aunque con cuentagotas, las ocasiones se asomaron a la portería defendida por Leo Román.

La más clara, en la bota buena de Escudero. El lateral acompaña la contra conducida por el carril central por Iván Sánchez, recibe dentro del área para embocar a puerta y su disparo se va al lateral de la red. Agua.

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Dos más dispuso el Valladolid antes de pasar por vestuarios, ambas resueltas con disparos rasos de Kenedy que murieron en las manos del meta local.... y dos más nada más reanudarse el partido por medio de un Monchu que de nuevo volvió a echarse al equipo a la espalda durante muchos minutos. El balear ajustó en la primera al palo, en un balón que Leo Román envió a córner con la yema de los dedos; y en la segunda cazó de cabeza un centro medido de Iván Sánchez llegando desde atrás y su remate se fue fuera por poco. Agua y agua.

Sin pegada ninguna, Pezzolano echó mano de las dos balas que le quedaban en el banquillo. Las de mayor calibre ofensivo de que dispone en la plantilla. Quedaba media hora de juego, y el escenario era propicio para atacar el partido... y rematarlo.

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El Oviedo, apagado desde el minuto 30 de partido y fundido en los últimos 30, mutó definitivamente en ese equipo que viene navegando a la deriva desde que comenzó la temporada -solo tres empates en siete jornadas- y se entregó a su suerte. Dio varios pasos atrás, cedió el balón y con él, el control del partido, y se dispuso a capear el temporal como bien pudo ante un rival mucho más dominador y con las ideas más claras por primera en el presente curso.

Ya con posesión, un sistema asimilado y los espacios aprovechados, a la propuesta de Pezzolano solo le faltaba encontrar la guinda. Cazar una acción trenzada o bien una contra para poner rúbrica a su mejoría.

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Y ese último metro lo pudo encontrar en un contragolpe perfectamente llevado por Moro en banda izquierda, minuto 88, y en un balón que fue de banda a banda (Luis Pérez) antes de acabar en las botas de Monchu en el corazón del área en primera instancia y en las de Marcos André en última. De nuevo agua.

Es posible que el paso adelante dado por el Real Valladolid se antojara insuficiente para otros objetivos más lejanos y ambiciosos, pero sí animaba a pensar en un posible final feliz en el Carlos Tartiere. Y esa puerta a medio abrir la tiró definitivamente abajo Marcos André, en un balón controlado a pie de área que el brasileño mandó a la escuadra de un zapatazo inalcanzable para el meta Leo Román. Ahora sí. Golazo y estocada que se pensaba definitiva por cuanto al partido le quedaban tres minutos por delante.

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No fue así. El miedo a perder lo ganado echó al Valladolid atrás, y el último arresto del conjunto carbayón -debut de Cazorla incluido- bien pudo hacer saltar por los aires la euforia blanquivioleta en un último balón al área que Costas remató en semivolea al palo izquierdo con el brasileño John ya vencido. Ahí pudo estar el primer punto en el casillero de Luis Carrión en el banquillo del Oviedo y el último de Pezzolano en el del Valladolid, y sin embargo el destino quiso que lo repeliera la madera.

El primer triunfo a domicilio del curso se traduce en más oxígeno para el preparador uruguayo y, más importante aún, en una leve mejoría del equipo que le deja 9º con los mismos puntos que el Burgos CF, su próximo rival en Zorrilla.

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