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Luis Miguel Gail, en una imagen en Valladolid; en detalle, con la camiseta blanquivioleta, año 84.
Gail, cuando el Real Valladolid te importa... y te duele
Protagonista en las dos orillas

Gail, cuando el Real Valladolid te importa... y te duele

Compartió las camisetas blanquivioleta y verdiblanca, y durante su presentación en el Betis dijo que su equipo siempre sería el Pucela. Hoy, aboga por un cambio inmediato de propiedad

José Anselmo Moreno

Miércoles, 23 de abril 2025, 09:53

Hay maneras de pasearse por la vida y por el fútbol. El Real Valladolid tuvo una época en que se paseaba orgulloso, estaba construido sobre pilares de aquí, bien robustos. Su juego era sencillo y ejecutado por futbolistas esenciales, como Gail. Un tipo tranquilo con el balón, corajudo en las disputas, con pinta de lento pero rápido de mente. Con él vamos a hablar del presente porque igual que hubo protagonistas que no quisieron valorar los días que vivimos, en una mezcla de respeto y dolor, a él no le importa. Le duele tanto que lo prefiere.

Aboga por un cambio de propiedad «inmediato» porque le preocupa el futuro del club. «Todo el que venga viene ya a una mala dinámica. Hacen falta aire fresco e ilusiones nuevas ya».

Agrega que este año hubo «una pésima planificación» y que ningún estamento del club ha estado «a la altura». Lamenta que eso haya sido con la mayor masa social de la historia. «Es vergonzoso dilapidar ahora ese capital humano», asegura.

Critica también el hecho de que los jugadores que más cobran no vayan ni convocados y dice que ahora los chavales no deben comerse este marrón. «Menos mal que la normativa pone límites, sacar canteranos ahora es matarlos». En este sentido, recuerda que él tenía un entrenador que avisaba de que si un día perdían 4-0 al descanso, no haría cambios.

Antes de evocar su época, termina este repaso por la actualidad diciendo que la gente que lleva dentro la blanquivioleta va ahora al estadio a ver «dignificar» esa camiseta. «No vamos a ver a los jugadores. Eso es lo que tienen que entender, el fútbol es sentimiento».

Lo dice un vallisoletano hasta la médula, que sufre con el equipo y emplea el «nosotros» cuando habla del Pucela. Lamenta que el club haya perdido su esencia. «Aquí siempre funcionó la política de cantera y fue clave de los éxitos», dice.

Sabe de lo que habla porque en su casa guarda un montón de fotos y recortes de prensa que te muestra orgulloso. Todo ello aderezado con buena memoria. Hay tanto por contar de Gail, jugador más joven en debutar o autor del último gol del viejo Zorrilla que vamos por orden cronológico.

Empieza por relatar su historia con el Real Madrid cuando tenía 14 años. Entonces no era normal fichar a esas edades, pero Gail era una perla del fútbol español y, obviamente, fue internacional en categorías inferiores. En Madrid vivió en una pensión cerca de El Retiro, pero «nunca había salido de casa y estar lejos de la familia fue duro».

Debutante más joven

«Lo de debutar con 16 años me lo quitarán, pero el último gol en el viejo Zorrilla es mío para siempre»

Ni siquiera había pasado una prueba. El Madrid lo fichó directamente, pero como no se adaptaba volvió a condición de jugar en el Instituto Zorrilla. Después llegó a un acuerdo con el Pucela, donde batió el récord de precocidad. «Lo de debutar con 16 años me lo quitarán, pero el último gol en el viejo Zorrilla es mío para siempre». Y es que mientras Naranjito, Remington Steele o Dinastía aparecían en la televisión de la época, Gail se asomó a la historia al marcar de cabeza el último tanto del viejo Zorrilla, con anécdota por cierto. En aquel partido postrero ante Osasuna, había una minicadena musical en juego que ofrecía un hipermercado para quien marcara el último gol. Su amigo Jorge también opositó a ello, pero cuando iba a marcar le estorbó un compañero, el argentino Alí Navarro. Los dos se fueron al suelo y Gail se quedó con el honor de apagar las luces goleadoras del viejo estadio. Y con esa minicadena, que todavía funciona. La tiene en su bodega, bajo una foto gigante de su testarazo histórico.

Recuerda que en aquella época ganar aquí era duro para cualquiera. «A mí me decían cuando iba a la AFE que venir a Zorrilla era una tortura».

Su traspaso al Betis fue polémico. Aquel verano no habían renovado Minguela y Gail. Ambos se entrenaban en El Pinar, mientras el equipo lo hacía en Suances, y fueron traspasados a un Betis que buscaba recambio para Antolín Ortega, pero cuando Cantatore se enteró, amenazó con dimitir. Gonzalo Alonso dijo que al menos uno tenía que irse y fue Gail. Cantatore se marchó.

Cuando Luismi llegó a Sevilla, le preguntaron si tenía simpatía por el Betis y respondió que su equipo era el Pucela. Dice que así se ganó a Sevilla y Betis porque la prensa dijo: «Este no es un pamplinas de los que dicen que son béticos desde siempre». Cuando acabó su carrera de jugador con unos años impresionantes en el Betis, fue entrenador en varios equipos y también estuvo dos años dirigiendo al juvenil del Pucela.

Mayor masa social de la historia

«La planificación de esta temporada no ha estado a la altura. Es vergonzoso dilapidar ahora ese capital humano»

De su etapa aquí destaca esa época en que la base eran canteranos y los que venían de fuera «marcaban diferencias», como Gilberto, Da Silva o Yáñez. Había entonces algo de Gail que llamaba la atención: una polivalencia deseada. Jugó atrás, en el medio y en punta. Todas las posiciones le gustaban aunque si en una banda tocas la batería, la guitarra y el bajo, por fuerza una de las tres cosas se te da peor. Su dominio del espacio y su salida de balón le hicieron jugar más de central. También su jerarquía y el «otro fútbol». Relata un partido de Ferias en Valladolid, defendiendo la camiseta del Betis, cuando forzó una tarjeta para poner nervioso a Eusebio en un penalti. «Me metí en el área para dilatar el lanzamiento. Desde la grada me dijeron de todo, pero cuando eres profesional se trata de ganar».

Era el más veterano de la defensa y tenía 24 años en 1986. Para entonces ya había pensado en la vida después del fútbol, del que le retiró una lesión en el tendón de aquiles, y había montado sus negocios. Siempre haciendo las cosas antes de lo que tocaba, como debutar con 16 años, ser entrenador joven o planificar el futuro tras el fútbol siendo futbolista. Su vida actual es tranquila, pero le duele el Pucela.

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