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José Miguel Ortega
Lunes, 23 de septiembre 2024, 22:35
He encontrado un par de fotos muy antiguas –una tiene 97 años y la otra 76– que sirven para hablar de la libertad que tenían los futbolistas de entonces para hacer turismo antes de los partidos que jugaban fuera de casa.
En la primera foto aparecen sentados en un banco de La Coruña cinco jugadores de la Real Unión Deportiva, uno de los dos equipos que dieron origen al Real Valladolid: David, Evaristo San Miguel, Foyaca, Barbáchano y Salvadores, que pasarían en bloque a las filas del recién fundado conjunto blanquivioleta.
En aquella época todos los jugadores eran amateurs, le daban patadas al balón solo por divertirse porque la mayoría eran estudiantes universitarios, especialmente médicos y abogados ya que estas Facultades eran las más cercanas a las regiones norteñas, que carecían de Universidad Pública pero andaban sobradas de futbolistas.
Llama la atención lo elegantemente vestidos que aparecen los jóvenes integrantes de la plantilla de la Real Unión, incluso uno de ellos con sombrero. Se trata de Agustín Foyaca, el primer extranjero que jugó en el Real Valladolid, puesto que había nacido en la ciudad cubana de Santa Clara formando parte de una familia de origen asturiano que había emigrado en la isla caribeña.
La manera de posar, con los brazos entrelazados, es una prueba inequívoca del buen rollo que había entre ellos, compañeros pero sobre todo amigos, una amistad que se trasladaba después al terreno de juego en forma de un pase de gol o un abrazo sincero en el que se mezclaban todos ellos para festejar la victoria.
Naturalmente, este quinteto no habría salido del hotel solo para hacerse una foto, de modo que se supone que habrían dado un paseo para conocer los rincones de la hermosa capital gallega. Ese turismo urbano de iglesias y bares, de parques y calles que se queda en la memoria salpicada de anécdotas que se recuerdan toda la vida.
Entonces ni los entrenadores ni los directivos prohibían a los jugadores salir del hotel en la víspera del partido o en el mismo día, por la mañana, antes de la comida. El fútbol no era más que un juego, una diversión que apenas se remuneraba con una propina de ciento en viento.
La otra foto se hizo en la mañana del 11 de septiembre de 1949, unas horas antes del encuentro correspondiente a la segunda jornada del Campeonato de Liga de primera división, en la temporada 1949-50, la segunda entre los grandes del conjunto blanquivioleta. El Real Valladolid había perdido en Zorrilla (0-1) contra el Atlético de Madrid de Helenio Herrera, que estuvo entrenando al Pucela en la campaña anterior y por lo tanto la derrota escoció un poco más a los aficionados. Antonio Barrios, hombre tranquilo y buen conocedor del oficio, mentalizó a sus muchachos para enmendar el tropiezo inicial ganándole al Sevilla en su feudo de Nervión.
Queda claro que aquel partido era muy importante y aún así el entrenador no puso pegas en que algunos jugadores fueran a darse una vuelta por el célebre Parque de María Luisa, cercano al hotel, antes de comer. Y ahí tenemos en la foto a Juan Antonio Ortega –de pie– y a Poli Revuelta, Paco Lesmes y el utillero Tomás Martín –agachados- dando de comer a las palomas que eran uno de los mayores atractivos para los visitantes del parque.
Por la tarde, el Valladolid hizo un gran partido y ganó por 2-3 al conjunto sevillista –los béticos le llaman 'palangana' por el color de su uniforme– recuperando los puntos que el domingo anterior se había llevado el Atleti, conocido como el equipo colchonero por las listas rojas y blancas de su camiseta, similares a las fundas de los colchones que eran habituales en la postguerra.
Fue un triunfo de ley ante un rival de postín, con varios jugadores internacionales en sus filas, al que dirigía un famoso exjugador, también internacional, Guillermo Campanal. El partido lo dirigió el murciano Giménez Molina con estas alineaciones.
Sevilla: Busto; Guillamón, Antúnez, Vernys; Alconero, Eguiluz; Pineda, Arza, Araújo, Herrera y Erasmo.
Real Valladolid: Saso; Busquet, Babot, Lesmes I; Ortega, Lasala; Rafa, Coque, Vaquero, Aldecoa y Revuelta.
Los goleadores fueron de Rafa (0-1) a los 11 minutos, Coque (0-2) a los 26 minutos, Pineda (1-2) a los 62, Vaquero (1-3) a los 80 y Erasmo (2-3) a los 86, cuando ya no quedaba tiempo para que los andaluces pudieran empatar.
Al final de aquella temporada 1949-50, el Valladolid acabó 9º en la Liga igualado a puntos con el Sevilla, que fue décimo, por mejor golaveraje entre ambos, pues ganó aquel partido en Nervión y el Sevilla solo pudo empatar en su visita a Zorrilla en la segunda vuelta. Pero sobre todo, los blanquivioletas pusieron un broche de oro a aquella temporada llegando a la final de la Copa del Generalísimo, contra el Athletic de Bilbao, cuyo resultado 4-1 a favor de los leones, resulta engañoso, pues el tiempo reglamentario concluyó con empate a un gol. Pero esa otra historia suficientemente conocida por los lectores.
Hoy nos quedamos con la curiosa historia que nos sugieren las dos fotos que ilustran el reportaje.
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