Óscar Plano pugna por un balón. Aurelio Flórez

El fútbol del pause y el 'frame' corta las alas del Pucela

Gambeta larga ·

El Real Valladolid se bloquea tras la discutida expulsión de Carnero en el minuto 13 y termina goleado ante un Oviedo que sacó partido a su superioridad en el segundo tiempo

Juan Ángel Méndez

Domingo, 13 de marzo 2022, 20:37

El nuevo juego a cámara lenta y pausa intencionada

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El VAR se presta al debate. ¿Es una herramienta buena para el fútbol? La respuesta es rotunda. Sí. El problema es su interpretación y los árbitros de la sala, que son cada día más incapaces. Lo ... que hoy es roja, ayer era amarilla y mañana es un diálogo. No hay uniformidad. Entre circulares y tendencias, el balompié se ha convertido en una ecuación sin x. Ayer le tocó a Carnero. El listo el VAR en términos periodísticos, Fouto, apuntó que sería roja si el herido salía lesionado. A Viti el drama le duró lo que el colegiado tardó en expulsar a su adversario. A cámara lenta y pausa intencionada, cualquier entrada es un crimen.

La pizarra salta por los aires tras la roja a Carnero

A Pacheta se le emborronó la pizarra antes del cuarto de hora. El Tartiere es un campo complejo en igualdad, pero si te quedas con uno menos en el minuto 13, la cuesta se empina. La expulsión de Carnero encogió las alas de un conjunto blanquivioleta que volvió a salir con el nervio tenso. A partir del bofetón, el Pucela acortó su dibujo, recompuso su defensa y diseñó un obligado 4-4-1, con Nacho por Toni y León como ariete. El Oviedo buscó el tesoro a través de su superioridad, pero el cuadro castellano aguantó erguido hasta el inicio del segundo acto. Una pared mal cerrada aguó el hormigón del muro.

Con diez también se puede buscar el dos, no solo la equis

La batalla duró un suspiro. El VAR atizó de nuevo al Pucela y el combate se trasladó a la trinchera. El conjunto blanquivioleta prefirió meterse en el búnker antes que buscar el cuerpo a cuerpo. Era cuestión de tiempo. El Oviedo no se sentía amenazado y encontró el túnel. Es como querer ganar a la ruleta apostando lo mismo al rojo que al negro. Nunca sumas. El Real Valladolid se dejó abrumar por el golpe piscológico que significa una expulsión en contra. No digo que se lanzase a tumba abierta, pero a efectos prácticos, con un 4-4-1 el rendimiento ofensivo también puede ser protagonista. Es cuestión de mentalidad y convicción.

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Los cambios aportaron brío, ambición y oportunidades

No sé si influyeron más los cambios o el segundo gol del Oviedo. Puede que el resultado fuera una mezcla de los dos factores. El caso es que el Real Valladolid mejoró con la entrada de Monchu, Anuar y Weissman. Pasó de agruparse en treinta metros delante de su área a buscar algo más y desplegar su dibujo para disimular su inferioridad y hacerle creer al cuadro asturiano que la expulsión nunca existió. Faltó una chispa de puntería para haber apretado el desenlace. Atrás, el derrumbe llegó por los pasillos interiores. Curioso. El búnker perdió todo el blindaje a través de dos grietas inesperadas. Toca aprender del gazapo.

Un tropiezo que no debe ir más allá del accidente puntual

Al Real Valladolid la derrota le debe durar lo que tardan los futbolistas en ocupar su butaca en el autobús. Es lo que hay. Las rachas siempre tienen fecha de caducidad. El Pucela no perdió por deméritos. Lo hizo porque una roja le partió el tablero. Es cierto que también influyó su nula capacidad para amoldarse al barro, pero el bofetón le dejó grogui. La carrera por el ascenso todavía tiene muchos kilómetros por delante. La única reflexión que necesita Pacheta reside en encontrar el motivo por el que su equipo no se desató el corsé hasta que lo tenía todo perdido con el 2-0. En ese tramo, el Oviedo sintió presión en su área.

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