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JESÚS MORENO
Jueves, 5 de octubre 2017, 11:39
En el fútbol, el resultado lo es todo. Aun cuando Luis César Sampedro se sienta más preocupado por ser mejor que su rival en las dos áreas, la experiencia demuestra que la delgada línea entre un entrenador con las ideas claras y otro que vende ... humo no es otra que ganar partidos.
Y es precisamente eso, la victoria como bálsamo de Fierabrás, la que ha permitido sanar el ánimo, restañar las heridas de la afición y recuperar la confianza en un proyecto que, aunque no se había ido nunca, alguno dábamos por muerto desde el pasado mes de abril. La tranquilidad reinante actualmente, que haría disfrutar del Real Valladolid tanto como de su piscina en Fuente Cerrada al niño que se hizo viral este verano por el sosiego que aquella desprendía, permite aportar la calma suficiente como para que desde la presidencia se explique pulgada a pulgada el plan diseñado para el Real Valladolid.
Lo injusto de todo ello es, de nuevo, que nada de lo trabajado, ninguna idea plasmada sobre el terreno de juego, las oficinas o los entrenamientos, servirá de nada si el balón no termina entrando en la portería del rival. Recuerdo a Juanma Lillo -un entrenador que quizá teorizó demasiado su deporte, tanto que hasta él mismo pareció mutar en un profesor distraído- tras disertar, como suele, en rueda de prensa sobre lo acontecido en un partido, dejando una frase para la historia: el fútbol es ‘incientífico’. Probablemente nadie haya resumido mejor que el trabajo bien hecho, los métodos, la táctica y la técnica en el deporte, contienen tal cantidad de azar que, de la suma de los factores, nadie es capaz de poder asegurar la obtención del resultado.
La entidad tiene nuevos vicepresidentes en las figuras de José Moro y José Luis Losada. Me alegro porque su labor va a servir, seguro, para potenciar la imagen del club, la comunicación y el desarrollo corporativo. Porque su experiencia servirá para hacer del Real Valladolid un club mucho más atractivo. Desgraciadamente, el buen trabajo que van a realizar solo se verá agradecido si el balance que puedan presentar camina de la mano con esta buena línea de juego actual y, sobre todo, de resultados. Ojalá lo obtengan porque será su pequeña victoria personal, un reconocimiento, por fin, a la obra de Carlos Suárez. Y, lo que es más importante, una gran alegría a la afición, que se lo merece más que nadie.
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