Fútbol a contramano
Partido de Vuelta ·
Sergio regaló una hora de partido con un planteamiento erróneo y cuando quiso reaccionar con los cambios su equipo solo pudo salvar un puntoJuan Ángel Méndez
Viernes, 3 de enero 2020, 22:00
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Partido de Vuelta ·
Sergio regaló una hora de partido con un planteamiento erróneo y cuando quiso reaccionar con los cambios su equipo solo pudo salvar un puntoJuan Ángel Méndez
Viernes, 3 de enero 2020, 22:00
El fútbol del Real Valladolid continúa de vacaciones. El punto representa la bola extra en un partido de doble filo, en el que sobrevivió gracias a dos chispazos de Ünal y el desorden que provocaron en el Leganés los cambios de Míchel y Sandro en ... el minuto 58. Hasta ese instante, una hora después del primer silbido, el Pucela actuó a contramano, siempre de espaldas a la portería contraria, con la defensa hecha gelatina y la profundidad arrugada. En plena época de atracones, el cuadro castellano propuso un menú indigesto, al que no le hinca el diente ni el esnob que opta por el ayuno voluntario para mantener prietas las costuras. Al final, estuvo a punto de volver al vestuario con la lágrima congelada si Masip y Joaquín no llegan a disfrazarse de Reyes Magos en la última jugada del partido. El cuadro castellano no consigue recuperar la cordura y ayer frenó al borde del precipicio ante un adversario que trata de escapar de las arenas movedizas con una propuesta rudimentaria pero eficaz, los machos bien atados y las piernas frescas para robar y salir a la contra.
Tapón en la medular. Sergio volvió a sacrificar a Míchel y sin el valenciano el juego pasa del color al blanco y negro. Sin él sobre el césped, solo hay dos opciones: fútbol directo, sin transición ni tampoco claridad para buscar la segunda jugada, o combinaciones planas, de banda a banda, siempre en horizontal, que concluyen con el pase atrás de Alcaraz o el pelotazo de Joaquín o los centrales. Esto pone contra la pared a los volantes, Plano y Toni no aparecieron, y atora la posibilidad de que los laterales se desdoblen en busca de la línea de fondo. Y si en uno de los costados tienes a Moyano con el paso cambiado, entonces la técnica del contramano se eleva a la enésima potencia. Fútbol a cámara lenta que solo salió de la rutina cuando Sergio, con todo perdido, tiró la casa por la ventana.
Tres delanteros. El técnico tardó una hora en encender la luz y lo hizo a medias. La entrada de Sandro y Míchel descompuso el orden del Leganés, más por cantidad que por calidad. Con tres puntas y el centrocampista valenciano buscando aplicar picante al plato, al Pucela le cambió la cara. Plano apareció, por fin, y Antoñito fue capaz de poner un par de centros con peligro. Lo que no mejoró fue la retaguardia, que siguió desnuda a manos de Braithwaite, una pesadilla sobre todo para Olivas.
Muchas concesiones. Todavía resta mucha Liga por delante, pero partidos como el de ayer delimitan la frontera entre la tranquilidad y el agobio. Y en esa encrucijada, el Leganés eligió mejor y estuvo a un palmo de sentenciar el choque antes de que Sergio se decidiera a agitar su banquillo. Al cuadro madrileño le llegó con un fútbol básico, sin artificios. Todo muy sencillo. Orden atrás, presión adelantada y la calidad de Óscar, Mesa y Braithwaite para extraer las vergüenzas de su oponente. Poco más. Lo preocupante es que el Real Valladolid tarde una hora en darse cuenta de su inoperancia y no varíe el rumbo antes. Y más aún, que jugándose la vida en su estadio ante un rival directo termine pidiendo la hora y dando por bueno un punto que tiene más aristas negativas que positivas. Los que apuesten por el vaso medio lleno dirán que lo importante es seguir sumando. Los que opten por la realidad y el prisma objetivo, reconocerán que el cuadro castellano lleva demasiadas jornadas en el limbo.
Deseos para 2020. Con el champán recién descorchado, al Real Valladolid hay que pedirle algo más en 2020. El discurso de la modestia y los euros que faltan en la cuenta corriente ha caducado. El Leganés no es el Madrid. Si Sergio no encuentra soluciones, que pida refuerzos o busque en el filial, pero no puede seguir enredando el ovillo con Joaquín y Alcaraz como creadores o Moyano como lateral izquierdo. El fútbol a contramano rara vez termina en sonrisa.
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