
Una de las primeras cosas que dijo Pacheta cuando llegó fue que quería un Valladolid alegre, valiente y del que la afición se sintiera orgullosa independientemente del resultado de sus partidos. Durante un tramo de la temporada antes del Mundial se pudo ver a ese equipo, pero tras el parón llegaron las seis derrotas consecutivas sin marcar un solo gol, un mercado de fichajes convulso y un ambiente más tenso que el bautizo de un gremlin. Y lo peor era que no encontrábamos una base sólida sobre la que sustentar cierto optimismo aunque este fuera falso o autoimpuesto. Hasta que, de repente llegó el fútbol vistoso, entretenido y valiente. Llegó el buen fútbol. El verdadero fútbol champagne.
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Es curioso ver como hay términos que en su origen se utilizan para describir una cosa y con el tiempo la idea se va transformando hasta que su uso se da en situaciones completamente opuestas. «Fútbol champagne» ha ido evolucionando. De ser utilizado en su origen para hablar de un juego bonito, llamativo, atractivo y agradable a la vista del aficionado ha pasado a serlo para describir partidos aburridos, pesados y de nivel ciertamente cuestionable. En ambos casos se habla de espectáculo, pero en uno se hacía para destacar la belleza del juego y en otro para señalar atentados futbolísticos. Se podría decir que el Real Valladolid de esta temporada es un poco Dr. Jekyll y Mr. Hyde con una botella de espumoso en la mano. Tan pronto hace partidos brillantes como contra el Cádiz (pese a la derrota), los dos contra la Real Sociedad o el último contra Osasuna como ofrece espectáculos dantescos como los sufridos en el Camp Nou, en Mallorca, en el Metropolitano o contra el Rayo Vallecano. Fútbol champagne en sus dos variedades: Dom Pérignon o Don Simón.
Mi abuela Mercedes, una bendita ella con sus 100 años recién cumplidos, siempre ha dicho que los gustos son como los culos, cada uno tiene el suyo. A mí, que no me gusta el champagne, se me hace difícil elegir en este caso. Claro, teniendo esto en cuenta quizá no he utilizado el mejor ejemplo para escribir este artículo, la verdad, pero llegados a este punto ya no es momento de mirar atrás. Pacheta, si tú consigues imponer tu fútbol para que el Real Valladolid se quede en Primera yo pongo el champagne para la celebración. No puedo prometer que sea bueno, pero sí que será alegre, valiente, y nos sentiremos orgullosos. El espectáculo está asegurado.
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