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Paulo Pezzolano y su equipo de ayudantes tratan de grabar a fuego una idea entre los futbolistas del Real Valladolid: sólo desde el crecimiento individual de los jugadores germinará la mejor versión colectiva que permitirá luchar con garantías por el ascenso a Primera División. Gran ... parte del método del entrenador blanquivioleta se basa en ese concepto de desarrollar al máximo las capacidades de cada uno. Y ahí entran en juego varias herramientas.
La primera es el denominado 'cuestionario wellness', un test que los jugadores rellenan cuando llegan por la mañana al vestuario. A través de una 'app', los futbolistas valoran del 1 al 10 aspectos como la calidad del sueño de la última noche, el nivel anímico o la fatiga general que acumulan. Con estos datos se elaboran patrones que sirven para ahondar en las causas, proponer tratamientos o maximizar los aspectos relacionados con el descanso y la recuperación, todo bajo la supervisión del preparador físico Gonzalo Álvarez.
El objetivo de mejorar individualmente a cada futbolista también está presente en las sesiones de entrenamiento, especialmente en las que se desarrollan en el moderno gimnasio situado en las entrañas de Zorrilla. En una sala aledaña, tras una gran cristalera, tiene su espacio de trabajo Lucas Rafael, el responsable del área de rendimiento y salud del Real Valladolid. Este departamento trabaja con la idea de robustecer a los futbolistas mediante el control de cargas, el uso de pulsómetros y la obtención de datos individualizados a través de la tecnología que permiten el máximo desarrollo de cada integrante de la plantilla.
Cada jugador necesita trabajos diferentes en función de su morfología y características. En algunos se trabaja la fuerza; en otros, la potencia. Por el modelo de fútbol que propone Paulo Pezzolano, basado en la intensidad, se entiende que los futbolistas del Real Valladolid deben estar fuertes físicamente. Los entrenamientos de pretemporada, con altas cargas de trabajo, ponen a prueba la resistencia de muchos jugadores, así que en el gimnasio hay mucha actividad durante la semana. Un día se trabajan los miembros superiores, otro los inferiores y otro la activación física. Estas sesiones no buscan la hipertrofia y se efectúan principalmente con peso corporal y peso libre. En suma, se trata de que los jugadores dispongan de más 'chispa' sobre el césped durante la competición y también de que sean capaces de exhibir más potencia y esfuerzos de alta intensidad con mejor eficiencia corporal, es decir sin gastar tanta energía. El modelo de la 'Premier League', donde el físico cobra especial importancia, está presente en esta concepción.
Los vídeos individualizados también resultan clave en el 'método Pezzolano'. El entrenador del Real Valladolid y su equipo de ayudantes prepararon antes de iniciar la pretemporada secuencias de imágenes de cada jugador en la que quedaban patentes sus fortalezas y debilidades. Así, los futbolistas han podido comprobar en qué facetas pueden mejorar o qué les demanda expresamente el técnico. Esos vídeos se van actualizando periódicamente. Las sesiones diarias se graban y sirven para pulir conceptos, siempre con la idea de que queden plasmados correctamente durante los partidos.
Los parámetros que se obtienen a través de los sensores GPS que llevan los futbolistas se integran en una tabla de Excel con otros datos más relacionados con lo técnico-táctico. Ahí es donde se cuantifica la carga física que debe soportar cada jugador.
Todos los ejercicios se enfocan hacia unos objetivos concretos. Durante las sesiones se trabaja lo que el cuerpo técnico llama «reducidos» (acciones con balón en poco espacio). La idea pasa por generar hábitos de juego. Por ejemplo, cómo fijar un marcaje con balón o sin balón. A los futbolistas se les explica en qué consistirá cada entrenamiento antes de saltar al césped de los Anexos. Pezzolano delega parte del trabajo en sus ayudantes, especialmente en Martín Varini, su número dos, pero siempre está cerca de los futbolistas para que sientan que les presta atención directamente. Otra figura clave en el equipo de trabajo de Pezzolano es Matías Filippini, que actúa como secretario personal del técnico y permanece muy atento a los pequeños detalles del día a día.
Finalmente, está el aspecto de la alimentación, supervisado por el nutricionista Fernando García Oliveri. Él es el encargado de elaborar dietas individuales, basándose en las evaluaciones que se hacen periódicamente a los jugadores para medir la cantidad de grasa y la masa muscular. Al final de cada semana, García Oliveri envía varios menús disponibles a través de una aplicación que los futbolistas deben seleccionar en función de las orientaciones recibidas. Las comidas se elaboran en el propio club (que dispone de dos cocineros, Merche y Alejandro) y todos los futbolistas desayunan, comen y cenan dentro de las instalaciones para un control más exhaustivo. Cuando empiece la competición, los jugadores tendrán la opción de llevarse la cena preparada a sus casas. La buena alimentación y un correcto descanso son dos de los factores en los que el cuerpo técnico de Pezzolano hace especial hincapié. Todo para encontrar la mejor versión de cada futbolista.
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