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Matthieu Fenaert renunció este miércoles a sus responsabilidades como consejero delegado del Real Valladolid debido a un «proceso de agotamiento mental» que ya le «estaba ... haciendo daño» y tras «torcerse todo desde el verano», según explica en una conversación con El Norte de Castilla. El dimitido CEO blanquivioleta subraya que sigue sin entender las limitaciones económicas que impuso LaLiga al Real Valladolid tras su ascenso el curso pasado, una situación que llevó a «cambiar completamente todo el proceso de fichajes y una ampliación de capital, con todo lo que conlleva». Matthieu Fenaert consideraba que este era el momento de presentar su dimisión como responsable del día a día en el club blanquivioleta, al carecer de la capacidad para «levantar mentalmente la moral dentro del club», y porque «las grandes decisiones estratégicas ya se han tomado», lo que concede tiempo al nuevo director general del área corporativa, Luis García Bravo, para asentarse en el cargo.
«Luis necesita un tiempo de adaptación. No digo que los próximos meses vayan a ser fáciles, pero hay menos decisiones estratégicas que tomar», apunta Fenaert, en referencia al control económico que impone LaLiga y a los cambios en el banquillo ya consumados con la confirmación de Álvaro Rubio como técnico hasta final de temporada tras las destituciones de Paulo Pezzolano y Diego Cocca. «En el verano, independientemente de la categoría en la que estemos, Luis ya estará al tanto de todo y totalmente integrado. Es justo que tenga este tiempo de transición».
Fenaert expone que la decisión de dimitir como CEO (seguirá como miembro del consejo de administración de la entidad) obedece a razones puramente personales y no tiene que ver «con presiones externas o rumores de venta». En este sentido, el ex consejero delegado no prevé que la venta de la entidad por parte de Ronaldo Nazário se vaya hacer efectiva en los próximos meses. «Yo soy un observador porque este asunto no lo controlo yo. Desde hace más o menos cuatro años existe el rumor, pero no veo ninguna señal de que esto se vaya a producir a corto plazo», insiste.
Matthieu Fenaert descansará ahora un par de semanas en Brasil y luego retornará a Valladolid, donde sus hijos («que son del Pucela») están escolarizados, antes de ver «cuál es el próximo paso» ya que ahora no tiene «ninguna oferta de trabajo». «De todas formas, me quedo como miembro del consejo de administración para aportar mi opinión en asuntos importantes. Mi relación con Ronaldo sigue siendo excelente».
El ex consejero delegado afirma que deja el cargo «con el corazón apretado» y muy «desgastado física y mentalmente» por su implicación en el trabajo hasta el punto de que ya no era «capaz de hablar con su familia». «Eso no es normal. Hay que meter un filtro y yo no sé hacerlo. Han sido siete años maravillosos en el Real Valladolid, seis como CEO. Toda mi vida voy a ver violeta. Sólo tengo palabras de agradecimiento y pido perdón si en algún momento ofendí a alguien. No ha sido mi intención. A nivel deportivo me quedo con una frustración grande por no haber conseguido la estabilidad necesaria. Como he escrito en una carta a los empleados, aún tengo pesadillas con el primer descenso con Sergio González y con el disparo de Gonzalo Plata que se marchó fuera en lugar de entrar. También me acuerdo del partido del Valencia que nos habría dejado en Primera si hubiéramos ganado».
Matthieu Fenaert se siente frustrado porque considera que el control económico de LaLiga aprieta más al Real Valladolid que a otros clubes «con niveles de endeudamiento que asustan» y también por no concretar el proyecto de la Ciudad Deportiva, «que parecía al alcance de la mano». «Ciertamente, si Óscar Puente hubiera sido reelegido como alcalde, habríamos avanzado, pero hemos tenido que volver casi a cero. Es un tema frustrante, pero creo que hemos avanzado en cuanto a infraestructuras en el estadio con un cambio radical por dentro y por fuera, y canales de comunicación con la afición. Hoy todo parece que es malo porque los resultados lo marcan todo. Es verdad que en algunos casos nos hemos equivocado a nivel de comunicación y eso ha causado un distanciamiento», admite.
Para Fenaert, el fútbol posee también un componente «irracional», en el que hay que entender el sentir de los aficionados. «En la jornada cinco de esta temporada, tras subir y jugar contra el Real Madrid y el Barça, ya había protestas. Pero hay que saber lidiar con eso. Nuestra afición es la leche y supercomprometida, viene al estadio aunque haga frío y tenemos 24.000 abonados. Son muy comprometidos y fieles. Nos gustaría darles más alegrías, pero nadie rema en contra dentro porque todos en el vestuario saben la diferencia entre estar en Primera o en Segunda porque repercute directamente en sus salarios. Las cosas no salen, pero con dos victorias todo se vería diferente. Hay que conseguir una racha buena, recuperar a los lesionados e integrar a los nuevos para lograr otra vez la unión con la afición. Ahora es mucho pedir, pero veremos si se produce. Álvaro Rubio tiene toda nuestra confianza».
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