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Ni para ti ni para mi. El duelo que debía determinar nuevo líder, tras el pinchazo horas antes del Eibar, acabó en tablas. Y el empate, después de cuatro mini partidos con dos victorias por bando, deja la pelea por arriba en la misma situación... ... pero con una jornada menos. Lo empezó perdiendo, lo tuvo también en su mano, y sin embargo el Real Valladolid terminó exhausto e hincando la rodilla a merced de una mejor respuesta física de su rival.
El punto refuerza en lo anímico al Almería, le concede también un metro en la carrera por el ascenso directo -'average' por medio-, y deja ligeramente tocado al Real Valladolid, que ve cómo se le escapa el primero de los cuatro partidos que debe jugar en Zorrilla antes de ese 29 de mayo en el que se alcanza la meta.
El partido vino de nalgas desde antes incluso del pitido inicial. Duda durante la semana por la lesión que arrastraba de su último compromiso con Marruecos (bíceps femoral izquierdo), El Yamiq se resintió durante el calentamiento y obligó a Pacheta a mover ficha... y a arriesgar. El técnico, que en la previa había anunciado que uno de los tres tocados (Yamiq, Weissman y Javi Sánchez) no estaba en condiciones de jugar, decidió apostar por un 'tocado' en detrimento de Kiko Olivas y Josema, y el órdago se le volvió en contra. Ocho minutos después del saque inicial, Javi Sánchez se llevaba la mano a la ingle y alertaba al banquillo. Cambio, una bala perdida y Josema al campo.
No iba a ser la única adversidad a superar, todas ganadas a pulso dicho sea de paso. La tercera en la frente se la dio también el propio Valladolid, en un centro lateral raso que Masip no acierta a agarrar y que Ramazani, llegando desde atrás, arrebata al meta catalán para adelantar al Almería.
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No habían hecho méritos los de Rubi y sin embargo se toparon con un gol en un partido planteado desde la banda con órdenes muy concisas. Cortar en falta cualquier atisbo de juego en la zona de creación blanquivioleta, y lanzar a Ramazani y Sadiq al contragolpe en cuanto disfrutara de balón. Hasta diez interrupciones por falta -solo una merecedora de tarjeta para el trencilla-, alguna más no sancionada, dieron la razón al planteamiento andaluz, que por momentos secó la inspiración del tridente Roque-Monchu-Iván Sánchez negando los balones interiores y obligando al equipo de Pacheta a jugar exclusivamente por las bandas. Una invitación que el Pucela asumió gustosamente.
Todo el protagonismo, de este modo, se lo llevaron tanto Gonzalo Plata como Toni Villa, los únicos capaces de llevar peligro a la portería visitante. El primero bailó y mantuvo en jaque a Pozo durante buena parte del partido pero no supo sacar rédito a sus caracoleos; mientras el ecuatoriano le hizo varios nudos a Akieme por la derecha. De uno de ellos partió la jugada del empate, en una falta provocada por Plata en el lateral de la que Monchu volvió a sacar petróleo -¡menudo toque tiene el balear a balón parado!-. Rematadores al área pequeña, balón atrás y Roque Mesa que manda a la escuadra entrando en carrera.
Tablas, fuerzas igualadas y partido nuevo. Una hora larga por delante para culminar la remontada y dar caza al liderato de la categoría. Ya le pudo echar el lazo Plata antes de pasar por vestuarios, pero la contra, perfectamente lanzada por Weissman, pedía culminar cerca del portero y el ecuatoriano se precipitó con un disparo cruzado.
El paso por el túnel no varió la idea inicial de Pacheta y sí dejó dudas en Rubi, que en su ánimo por mantener un ritmo alto de partido sacrificó a Akieme -el más sólido de los visitantes, pero con tarjeta- y a Portillo para insuflar más oxígeno con Centelles y Arnau. Precisamente el aire iba a jugar también su papel en un duelo a pecho descubierto, en el que ninguno quiso dejarse nada en la gatera.
Fue el Real Valladolid quien primero encontró una buena bocanada de oxígeno, en un nuevo balón en banda izquierda que Nacho pone al área, Weissman baja al piso y Toni Villa acierta a enviar al fondo de las mallas. 2-1, cuarenta minutos por delante y partido nuevo. El tercero.
Y en este tercer mini partido, el equipo de Pacheta se diluyó víctima del agotamiento y falta de ideas de su centro del campo. En ese tramo hubo que ver desfilar camino de vestuarios primero a Iván Sánchez, menos protagonista que una semana antes en Málaga, y después a Monchu, devolviendo al Valladolid a su idea primigenia. Al 4-4-2 y al tándem Roque-Aguado.
Y en ese pulso, en un partido llevado a lo físico, salió perdiendo el Pucela, que poco a poco, suspiro a suspiro, centímetro a centímetro, fue perdiendo espacio y protagonismo con balón hasta quedar desnudo a expensas de su zaga. Demasiados minutos, más de media hora, pendientes de defender sin posesión sin el control que demandaba el marcador. Esto permitió que el Almería se creciera y doblara su apuesta tanto a los balones largos -Sadiq mediante- como a balón parado gracias a la altura de su pareja de centrales (Ely y Babic).
A veinte minutos del final pudo llegar el empate en un remate de cabeza de Babic a la salida de una falta que se fue arriba. También pudo llegar en un error de Joaquín en línea de fondo que Arnau no supo aprovechar.
Con el partido alborotado primero, loco después y roto por completo en última instancia, cualquiera de los dos pudo desnivelar la balanza. Tuvo la opción Weissman en sus botas, en una volea que Fernando despejó a córner. Y la tuvo, y no la desaprovechó Rodrigo Ely en el tercer rechace que permitió la defensa a la salida de un córner.
El central brasileño, incorporado a filas hace mes y medio, rubricó lo que se venía mascando minutos antes. Un empate que deja la pelea por el ascenso directo donde pronosticó Pacheta unas horas antes. En tablas, y en palabras del técnico de Salas a expensas de lo que puedan determinar las tres últimas jornadas del campeonato.
Faltan seis partidos, y por el momento faltan piernas para ser líder (la ausencia de Anuar, el enésimo contratiempo).
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