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Camilo Segoviano, junto a Vicente Cantatore en una imagen clásica de finales de los 80. El Norte
Fallece a los 89 años Camilo Segoviano, historia del Real Valladolid

Fallece a los 89 años Camilo Segoviano, historia del Real Valladolid

Ejerció de delegado y jefe de expedición del primer equipo entre los años 1986 y 1998, y vivió la etapa más dorada del club junto a Cantatore

El Norte

Valladolid

Miércoles, 22 de julio 2020, 10:29

El que fuera delegado del Real Valladolid entre los años 1986 y 1998 Camilo Segoviano Francisco, ha fallecido en Aldeamayor de San Martín a los 89 años. El club le hizo entrega de la insignia de oro y brillantes por su «la lealtad y absoluta fidelidad» con la que desempeó el cargo. Precisamente en aquel acto de despedida se reconocía feliz por dejar un equipo «económicamente sólido, con aspiraciones europeas en lo deportivo, y lo más importante, reconocido y querido en el resto de España», afirmaba entonces.

El nombre de Camilo Segoviano forma parte de la historia del club blanquivioleta, desde que accedió a él como delegado de la mano de Miguel Angel Pérez Herranz dejando atrás su condición de informador arbitral hasta la temporada 97-98 con Ángel Fernández Fermoselle como presidente.

Impecable siempre en sus formas y proceder, fue un hombre de club en toda la extensión del término.

Camilo Segoviano Francisco (Ciguñuela, 18-07-1931) accedió al mundo del fútbol como árbitro de vocación tardía, pues lo hizo a los 26 años, allá por 1957 para terminar su periplo en 1964. Si bien como árbitro no pasó de la categoría regional, lo cierto es que como juez de línea ejerció en la Primera División del fútbol español como auxiliar de Barrenechea padre, uno de los mejores árbitros vallisoletanos. Solía decir que «para poder ser árbitro no se necesita tener una madera especial sino una buena preparación y mucho aguante psicológico, pues muchos conocían la teoría, pero no sabían capear los difíciles ambientes, insultos y hasta agresiones».

El Camilo árbitro, en el centro, escoltado por Tejerina (izquierda) y Balsa Ron. El Norte

En aquel tiempo comienza a desarrollar sus dotes innatas de gestor como colaborador en las tareas de la Secretaría del Colegio Oeste de Árbitros, con Luis Martín Martín como presidente. Tres años después, es decir en 1967, accede a la presidencia de dicho organismo, hasta que en 1980 cesa en su labor presidencial.

En esas trece temporadas su máximo orgullo fue conseguir un local digno para cada delegación provincial. De aquella época recordaba cada vez que tenía ocasión su gran amistad con Pepe Plaza, el presidente de los árbitros españoles y una verdadera institución.

Terminado en 1980 su mandato al frente del Colegio, mantiene su estatus como miembro y representante en la región Oeste del Comité Nacional de Árbitros; siempre fue hombre de confianza de Plaza, y a tal efecto en 1982 recibe de manera oficial en Valladolid a los colegiados internacionales que van a pitar los partidos entre las selecciones que aquí se disputaron.

Poco después ejerce como «informador nacional» inspeccionando las actuaciones de los colegiados, fundamentalmente en el norte de la Península, hasta que en 1986 ingresa en el Real Valladolid como delegado del primer equipo. Cargo en el que vivió junto a Vicente Cantatore una de las épocas más doradas del club, sino la más gloriosa.

Amén del chileno, nombres como Azcargorta, Santos, Pérez García, Skoblar, Redondo, Moré, Maturana, Boronat, Saso, Mesones, Espárrago, Benítez y Javier Yepes fueron los entrenadores a los que acompañó a firmar a la caseta arbitral. Siempre acompañado del sempiterno bolso negro en el que guardaba los mejores recuerdos de su etapa en el Real Valladolid.

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