Exceso de énfasis en el Real Valladolid
A banda cambiada ·
El desprecio de quien ignora la realidad porque se atreve con lo que desconoce parece que ha tomado posiciones alrededor del clubJesús Moreno
Miércoles, 25 de septiembre 2019, 17:55
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A banda cambiada ·
El desprecio de quien ignora la realidad porque se atreve con lo que desconoce parece que ha tomado posiciones alrededor del clubJesús Moreno
Miércoles, 25 de septiembre 2019, 17:55
En 2011 Pedro Sánchez se atrevió a cuestionar en redes sociales la capacidad de Sergio Scariolo como entrenador de baloncesto. A esas alturas, el actual seleccionador ya había sido campeón de tres Ligas y dos Copas del Rey a nivel de clubes, había obtenido el ... oro en el Eurobasket de 2009 y se encaminaba a revalidar un nuevo galardón de rey de Europa. Escaso balance, sin embargo, para el entonces diputado del Congreso que dejaba claro que si la selección repetía título sería a pesar del capitán de la nave.
Este episodio no deja de ser anecdótico. El actual presidente del Gobierno en funciones nunca ha sido un hombre de poderosas convicciones y, probablemente, su percepción del seleccionador de baloncesto, como de tantas otras cosas, habrá cambiado de manera radical. Sin embargo, sí sirve para explicar que, si un representante de todos los españoles infravalora de tal manera el trabajo de una persona, degrada los méritos, la preparación, la experiencia y la capacidad que por entonces ya había cosechado Sergio Scariolo y además lo publica sin ningún rubor en redes sociales, qué no harán los ciudadanos anónimos que ni siquiera son conscientes de tener una obligación de moderación y sosiego a la hora de expresar sus opiniones.
De este fenómeno no escapa el Real Valladolid y su entorno. Con apenas seis partidos, la negatividad ya se aprecia como si el equipo se hubiera adentrado en el Mordor de 'El Señor de los Anillos'. El nerviosismo se ha instalado de forma que ni se concede el beneficio de la duda a unos profesionales de reconocida solvencia, ni se hace el esfuerzo por comprender qué lleva al entrenador o al director deportivo a tomar determinadas decisiones. La cólera del español sentado, que decía Lope de Vega, empieza a arreciar contra el cuerpo técnico y contra los sospechosos habituales de la plantilla, culpables a título de autor de todas y cada una de las derrotas. La crítica, que no solo es aconsejable sino también necesaria, ya se confunde con soberbia, menosprecio y agitación.
Uno se pregunta cómo es posible que una empresa que factura millones de euros a lo largo de un ejercicio desperdicia sus recursos en los actuales responsables de la parcela técnica y deportiva, en vez de destinarlos a gente que, incluso desde el salón de su casa y aun a riesgo de morir de énfasis, es capaz de detectar y solucionar todos y cada uno de los problemas que acechan a la entidad.
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