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José Anselmo Moreno
Jueves, 13 de marzo 2025, 10:55
El azar, la vida y su plan secreto. Un niño de La Seca se empeñó en ser futbolista y ahí empezó Eusebio a 'abrazarse' a una palabra que ahora utiliza mucho: determinación. Acabó siendo el cerebro del Pucela, el tiralíneas, el hombre que pensaba en el campo y veía los pases imposibles. Los que no veía nadie. Repasamos su vida y acabamos concluyendo que es «una buena película», con tragedias, alegrías, personajes secundarios y actores principales, como Ramón Martínez que aparece en muchas etapas, por ejemplo cuando fichó por nuestro rival de este sábado o en su regreso a Valladolid, donde se retiró a los 38 años.
Eusebio vive ahora «a caballo» entre Valladolid y Sitges, la entrevista es telefónica porque se encuentra en tierras catalanas, donde están sus hijos y nietos, aunque vuelve a Pucela con tiempo de recibir el próximo lunes un homenaje en la Gala Nacional del Deporte, que «no sé si merezco, pero es en mi ciudad y me ilusiona», subraya.
Empezando por sus recuerdos en Vigo, donde estuvo de jugador y entrenador, dice que su deseo era venir aquí tras salir del Barcelona pero el equipo había descendido y él se veía para seguir en Primera. «En el Celta estuve bien, tenía 33 años y jugué mucho hasta que llegaron Mostovoi y Mazinho. Curiosamente ninguno de los dos recordamos el nombre del brasileño durante la conversación, lo cual evidencia que no todos los olvidos son fruto de accidentes. «Me lo dice la gente, que a todos nos pasan estas cosas y eso me tranquiliza».
Aprovechamos el olvido para hablar de su accidente en diciembre de 2020, ya que Eusebio hizo que Pucela contuviera la respiración por su estado de salud, un coágulo cerebral del que fue intervenido tras una caída. Recuerda que había establecido su residencia aquí en 2019, más cerca de la fundación que lleva su nombre y que se dedica a causas sociales e iniciativas enmarcadas en el deporte base. Aquel accidente lo cambió todo aunque a base de esfuerzo se recuperó, al punto de que ya quiere entrenar. «He decidido volver a los banquillos, estoy recuperado y preparado para ello», agrega.
En este contexto, explica lo que tuvo que pelear para llegar a ser profesional y dice que eso le hizo fuerte para «todos los golpes» de la vida. Volvemos a la determinación, aquel chaval que empezó dando patadas al balón contra la pared de la iglesia de su pueblo acabó en la selección, ganando una Champions con el Barça y una Copa de la Liga con el Pucela. Curioso lo de la pared de esa iglesia, dice que allí consiguió parte de su técnica.
La temporada de su debut fue la 83/84, la de la Copa de la Liga. Debutó con el primer equipo el día de Año Nuevo, en Sevilla contra el Betis, donde jugaba Cardeñosa, su gran ídolo de juventud. ¿Es casualidad o no? Luego volvemos a las casualidades. «Ese año sufrimos pero al final conseguimos mantenernos y después un título más la posibilidad de jugar en Europa por primera vez», recuerda con la ilusión de cuando a uno las cosas no le han pasado nunca.
De la final hay una anécdota: «Cuando me cambiaron me fui al vestuario y no viví la celebración del campo. Tampoco se celebró mucho, ya que después nos fuimos de vacaciones, cada uno a un sitio, y yo me fui con Paquillo, compañero del Juvenil, a Linares», dice.
Eusebio jugaba «tan bien» que el primer entrenador de aquella temporada, García Traid, comentaba de él que «solo sabía jugar al fútbol». Nada más y nada menos.
Hasta convertirse en uno de los referentes de un Barça de leyenda, su carrera encierra historias sorprendentes. La primera fue el día que le hicieron una prueba durante un amistoso en Pedrajas. José Antonio Tejedor, entonces entrenador de categorías inferiores, le dijo al mentor de Eusebio: «¿Qué me traes aquí? Este chaval tendrá que crecer, no le dan de merendar o qué».
Ese mentor era Damián Recio, alcalde de La Seca y que había sido también jugador, de modo que utilizó sus contactos para que vieran a Eusebio. Al poco de empezar aquel partidillo, Tejedor le guiñó un ojo a Recio y dijo: «Tu chico es canela».
Más tarde, el chaval de la tierra del verdejo ganó títulos y repartió lecciones de fútbol en 543 partidos. La precisión de su juego no era común, el toque no aparecía demasiado en los futbolistas de los 80. En la España del 'tiki taka', por ejemplo, Eusebio hubiera encajado como un guante, pero pocos había entonces como él.
En su segunda etapa en Valladolid también aparece Ramón Martínez, que estaba de director deportivo con los Fernández. «No esperaba estar tanto tiempo pero me encontraba bien y lo fui alargando. Estaba en mi casa, así que todo era perfecto». Recordamos un golazo suyo desde casi medio campo en Zorrilla. «No había mucha gente, cuando veo ahora el estadio lleno me emociona», dice.
Eusebio entró en la galería de leyendas del fútbol español el día que se convirtió en el primer futbolista de campo en superar la cifra de 524 partidos jugados en Primera por Sanchís. Después superaron su marca, pero para la historia quedó ese dato. Fueron 245 partidos con el Pucela, 203 con el Barca, 68 con el Celta de Vigo y 27 con el Atlético.
Sobre sus recuerdos de entrenador del Celta, aparece otra vez Ramón Martínez. «Me ofreció entrenar allí y empecé en Segunda con un equipo que estaba en una situación complicada. Nos salvamos e hice debutar a Aspas en el partido con la permanencia en juego».
«En el primer entrenamiento de Iago me acordé de Messi, tenía cosas que eran especiales y nos asombró a todos», recuerda.
Acabamos hablando del presente y del padbol. «Juego en las instalaciones de Isailovic, con Onésimo y Juan Carlos. Me da la vida porque soy muy competitivo». El colofón a su biografía es que «todo sucede por algo». No es casualidad cuando la vida, con su plan secreto, insiste en imponerte retos.
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Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Doménico Chiappe | Madrid
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