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Una de las funciones que desarrolla el entrenador, en tarea conjunta con su cuerpo técnico, es la de conocer a fondo las características de todos y cada uno de los rivales a los cuales se va a enfrentar el equipo. Algo que, a día de ... hoy y con los medios técnicos de los que se dispone, no viene a resultar difícil.
El objetivo, bien entendido, no es otro que poder mostrarle al grupo las debilidades y fortalezas del rival de turno para saber como pelearle. Algo que a tus jugadores debes venderles como el argumento necesario –¡por positivo!– que les hará más fuertes en el momento de la pelea.
No olvido la frase que salió a relucir en la conversación con Ramón Martínez y que pronunciaba siempre Vicente Cantatore: «el entrenador es importante durante la semana, pero los que ganan los partidos son los futbolistas».
Algo que, de igual manera, el míster referirá a la Prensa para que el aficionado pueda valorar el esfuerzo del equipo sabiendo a quien se va a enfrentar.
Así pues, no es el miedo a las fortalezas del rival lo preponderante del discurso, si no el convencimiento de que, sabidos sus defectos, serán nuestras virtudes -convenientemente recordadas- quienes nos harán lo suficientemente fuertes. Algo que, de no ser en comunión directa con la afición, jamás se podrá obtener.
Todo ello tiene un valor testimonial porque ya el propio aficionado se preocupa de conocer a todos y cada uno de los rivales consultando la tabla clasificatoria, y conoce la real medida de cada uno; sin embargo, le gusta escuchar del propio entrenador que tanto él como los futbolistas, reclaman públicamente la necesidad de su concurso. Algo por otro lado sencillo de entender.
La guinda final a todo ello sería recordar que todos los enfrentamientos te garantizan tres puntos por la victoria, ya sea el RCD Español o el CD Alcorcón, básicamente porque si eres el líder y quieres ser campeón –léase ascender– te obligas a mirar hacia arriba, con el necesario respeto a todos los restantes.
Y ciñéndonos al partido, es claro que frente al equipo catalán el punto resulta tan importante como el convencimiento de que deberían haber sido tres, pero lo cierto es que no fue el mejor de los días. No obstante quiero resaltar una serie de aspectos que a mi modo de ver marcan el encuentro de forma clara.
-La alineación inicial, por sorprendente y el debut del canterano Arnu, por ilusionante.
-El posicionamiento de Anuar e Iván Sánchez en bandas, de manera conjunta, por errático.
-La presencia de Moro en la izquierda en un reajuste final del ataque, por absurda.
-La gestión de la superioridad numérica, por manifiestamente mejorable.
-El extraordinario rendimiento de una línea defensiva mantenida en el tiempo, por inteligente.
-El aspecto de un estadio abarrotado y teñido de blanquivioleta, por emocionante.
-Las declaraciones finales acerca de la afición, por parecerme injustas, torpes e inadecuadas
Con estas líneas quiero significar lo poco acertado que resulta volcar en el debe de la afición una manifestación espontánea de desacuerdo con una decisión técnica. Algo que nada tiene que ver con el futbolista, sino con quien promueve su entrada en cancha y que, ni mucho menos, resta un ápice al apoyo incondicional que la masa social entrega al equipo.
Creo sinceramente que faltando lo poco que falta para alcanzar el éxito –líderes en la categoría– y con una afición ilusionada que abarrota el estadio y se manifiesta volcada con el equipo, solo cumple agradecimiento en lugar de reproche. Es lo suyo.
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