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Enero está a la vuelta de la esquina y las miradas se dirigen ya al despacho de Domingo Catoira Mosquera (Evian les Bains, Francia, 1972) ... para ver de qué manera puede reforzarse el Pucela en el mercado invernal.
–¿Qué fortalezas y puntos débiles le ve ahora al Real Valladolid?
–El equipo se ha ido construyendo casi de la nada. Han llegado muchos jugadores nuevos y los que venían de la temporada pasada debían adaptarse a otra idea de trabajo. El contexto y la división no tienen nada que ver, aunque el míster llegase al final de la campaña anterior. El equipo ha ido generando su propia identidad. Veo fortalezas en el sentido de que somos protagonistas con balón y así lo dicen los datos. El equipo también es fuerte en el balón parado ofensivo. Hemos sido capaces de generar casi una familia para superar las adversidades del inicio de liga. El grupo se ha hecho fuerte, con un trabajo importante por parte del 'staff'. La mentalidad debe aunar humildad y ambición por parte de los jugadores. Humildad para entender la categoría y ambición para pelear por el ascenso.
–¿Qué necesidades tiene ahora la plantilla en cuanto a refuerzos?
–Desde el inicio reconocimos que la plantilla era relativamente corta, pero de una forma premeditada. Por dos razones: una, económica. El club hizo un esfuerzo muy importante este verano para mantener una plantilla competitiva, siempre dentro de las reglas que marca el 'fair play' de LaLiga. Otra, derivada del proyecto que yo comparto, por el hecho de que esa plantilla relativamente corta pueda facilitar la aparición de jugadores de cantera para dar continuidad al trabajo tan bueno en categorías inferiores. Aun así, reconocemos que, más por número que por una especificidad concreta, podría ser necesario algún futbolista más en ataque. Al inicio de la campaña, teóricamente teníamos siete jugadores para tres puestos, cuatro bandas y tres puntas, pero la reconversión por parte del míster de Robert Kenedy como segundo punta modifica esas situaciones. Además, está la lesión de Marcos André, que nos ha trastocado mucho. Quizá no se trate de buscar un jugador concreto, sino versátil que pueda ocupar varias posiciones de arriba.
–¿Tiene el Real Valladolid posibilidades económicas de acometer varios refuerzos en invierno?
–Al igual que en verano, el club hará el máximo esfuerzo para intentar generar un presupuesto con recursos propios para que podamos trabajar. Es obvio que no podemos esperar una revolución grande. No va a existir en ningún caso. No se trata sólo de las dificultades económicas que pueda tener el club, sino de las limitaciones que pone LaLiga. Veremos con qué recursos contamos. Tengo claro que se utilizarán todos los que estén a disposición. No se va a escatimar para pelear por el ascenso.
–¿Pueden salir jugadores que estén actualmente en el equipo? Durante las últimas semanas ha existido en el entorno cierto temor por Stanko Juric, pero ¿es posible deshacer esta cesión?
–No, en ningún caso. En el caso de Stanko, Parma no se guardó ninguna opción de retorno en este mercado. No existe ninguna cláusula de salida ahora y la única cláusula que existe con Stanko Juric es la de compra obligada que tenemos si ascendemos. Ojalá tengamos que ejecutarla. Del resto de la plantilla, a día de hoy, no tengo constancia directa por parte de ningún jugador que me haya pedido abandonar la plantilla. Estaremos atentos y seremos receptivos a las peticiones de los futbolistas. Si alguno entiende que este no es su sitio, se valorará e intentaremos reemplazarlo, pero no tengo peticiones en ese sentido a día de hoy.
–¿Le sorprendió que Marcos André tuviese que pasar por el quirófano? ¿Arrastraba esos problemas antes de fichar?
–No, creo que no tiene nada que ver. Sí que se intentó, vistas las molestias en el talón, realizar un tratamiento conservador. Podíamos haber intentado aguantar durante todo el año con un jugador en no perfectas condiciones para competir, pero no tenía excesivo sentido porque se podía afrontar una recuperación más segura a medio y largo plazo. Esperemos que esté en perfectas condiciones para el 'rush' final de la competición.
–También se hizo un tratamiento conservador con Javi Sánchez hasta que pasó por el quirófano. ¿Considera un error que no se le operase al inicio del verano?
–Yo aún no había llegado al club, pero es verdad que en una decisión de este tipo también cuenta la opinión del jugador. Probablemente se habría recuperado antes con un tratamiento quirúrgico, pero fue una decisión que se tomó y ya está. Esperamos que se recupere cuanto antes. Su evolución es muy positiva.
–¿Cómo vivió el director deportivo el bache de resultados del inicio de competición?
–Quizá nos tengamos que acostumbrar a este tipo de situaciones en clubes que vienen de un descenso y con cambio de plantilla. En ese sentido, las pretemporadas cada vez sirven para menos. Sobre todo cuando hay cuatro jornadas con el mercado abierto y hay jugadores que llegan a última hora y necesitan una adaptación. Yo mismo me tuve que adaptar en pleno mercado y entender la idea del entrenador y del club porque me subí a un tren en marcha. La construcción de idea de equipo requiere de tiempo. Los resultados fueron negativos, pero entendimos que era parte del crecimiento del equipo.
–¿En esos momentos hay un plan B por si acaso no hay reacción? ¿Usted habló con otros entrenadores entonces?
–Fue tan al inicio de liga que en ningún caso te centras en eso y sí en ayudar a dar la vuelta a esa situación. La parte de la gestión directa la lleva el míster, pero yo podía ayudarle para ver cómo podíamos superar esas dificultades. Visto en retrospectiva, creo que eso ayudó a que el equipo se uniera más y el grupo sea más fuerte. El bloque se ha construido con esas dificultades, con resiliencia para seguir hacia adelante. Otra prueba son los resultados positivos obtenidos en los finales de los partidos. Eso demuestra que el equipo no baja los brazos y es ambicioso.
–Esta es una categoría con muchos vaivenes. El Real Zaragoza parecía disparado al inicio y se le daba por ascendido, pero se ha ido descolgando en la tabla. Parece prematuro sacar conclusiones después de cada resultado…
–Exacto. Esta categoría es muy compleja y con grandes rachas, algo que no pasa tanto en Primera. Lo importante es que las negativas duren lo menos posible y afrontarlas con equilibrio. Por otra parte, hay que entender que las positivas no te llevan a conseguir nada definitivo hasta que llega el mes de junio. En la capacidad que tenga cada equipo para superar esas minicrisis hay mucho camino andado para pelear al final.
–¿La clave es esa, equilibrio y tranquilidad?
–Sí. Es evidente que un equipo ambicioso como el Real Valladolid no puede normalizar la derrota, pero sí que hay que relativizarla. Yo soy más de ser autocrítico en la victoria que no pensar en las 'derrotas positivas que nos hacen crecer'. No creo en eso, pero debemos mantener el punto de equilibrio, ser razonables y pensar en un plano global para que el equipo no se desvíe del rumbo.
–Antes ha dicho que se subió a un tren en marcha. ¿Fue difícil llegar a la dirección deportiva con tanta premura, la competición a punto de empezar y un mes para cerrar fichajes?
–No lo había vivido nunca. La complejidad del mercado español hace que los equipos sean más reactivos que proactivos: tú puedes tener una planificación, pero es el 'fair play' financiero el que te acaba marcando lo que puedes hacer y eso te lleva a los últimos días de mercado. En este caso, había algunos casos particulares de jugadores, con cláusulas que les permitían salir 'sine die', hasta el cierre del plazo. Eso hacía que estuviésemos prevenidos para buscar soluciones de última hora por si se daban. Estaba también la capacidad de adaptación para entender lo que quería hacer el míster como modelo de equipo y qué perfiles de jugadores íbamos a conseguir.
–Los roles suelen funcionar al revés: es el director deportivo el que marca la pauta, pero cuando usted llegó, Pezzolano ya era una pieza angular del proyecto. ¿Se siente cómodo trabajando con él?
–Sí, absolutamente. Lo ha definido bien: si los tiempos o los procesos hubiesen sido otros, habitualmente es el club el que decide qué modelo de equipo necesita en base a su historia, contexto socio-cultural y otro tipo de situaciones. Uno debe entender la historia del club y de la ciudad para saber qué tipo de fútbol gusta y requiere la entidad. En ese sentido, el entrenador ya estaba y yo fui el que tuvo que adaptarse. Ha sido muy sencillo. Se trata de hablar sobre fútbol, entender lo que él quería hacer. Yo, con la experiencia de haber trabajado ya en Segunda, le he intentado ayudar para ver qué situaciones favorecen conseguir el objetivo final y qué otras situaciones podemos dejar de lado para cuando el equipo esté más construido, o a futuro, cuando el Real Valladolid esté, ojalá, en Primera División.
–¿Hablan diariamente?
–Sí, es un día a día normal. Si es pospartido, hablamos de cómo ha ido el encuentro. Si es prepartido, del rival que nos espera, pero de una forma coloquial. Ahora, con el mercado tan cerca, hablamos de las necesidades. Cuáles ve él, cuáles el club, desde mi persona. Intentamos aunar esas dos opiniones. No hablamos de nombres concretos, sino de perfiles que nos ayuden a mejorar el equipo y que nos puedan elevar ese rendimiento.
–La figura del director deportivo del Real Valladolid está enmarcada en una estructura del grupo empresarial-futbolístico de Ronaldo Nazário que tiene a Paulo André como director del Área de Estrategia Deportiva. ¿Usted tiene autonomía individual para realizar fichajes o deben ser decisiones consensuadas?
–Las propiedades extranjeras han ido llegando al fútbol, aunque en España hayan tardado un poco más que en Italia o Inglaterra. Somos nosotros, la gente de fútbol, los que nos tenemos que adaptar a ese tipo de procesos, que han cambiado. Lo que no ha cambiado es mi rol: yo tengo contacto directo con Paulo André, que, como bien comenta, es el director del área de estrategia del grupo. Él fue la persona que me explicó el modelo de club y de equipo que querían construir, y también el objetivo. Yo me adapto a ese tipo de club. Además, comparto prácticamente al cien por cien las ideas que se quieren llevar a cabo. En ese sentido, sí tengo autonomía. Tanto el míster como yo somos los que vivimos el día a día y los que podemos tener una idea más clara de lo que necesita el Real Valladolid para mejorar la plantilla ahora o para construirla en verano. Luego, están las limitaciones del 'fair play' financiero. Las decisiones son consensuadas, pero la idea parte desde Valladolid.
–¿Paulo André está por encima de la dirección deportiva?
–A nivel filosófico sí que puedes pensar que está por encima, porque es la persona a nivel 'ideología de club', pero no hay una jerarquía marcada, en el sentido de que él diga 'hay que hacer esto o firmar a este jugador'. Insisto: se proponen desde aquí y habitualmente no hay ningún problema. Pero es que si fueran consensuadas todas, tampoco sería un problema porque hoy en día tiene que ser así, sobre todo con propiedades extranjeras.
–¿Ha notado mucho cambio desde que estuvo en el Real Valladolid como 'segundo' de Braulio Vázquez entre 2014 y 2017?
–Sí, en todo. El cambio de club es radical. Yo estuve con el Real Valladolid en Segunda, igual que ahora, pero a nivel estructural, de personal, incluso de espacios de trabajo como en el que estamos ahora, no tiene nada que ver. Ahora es un club con una estructura de Primera División. Entonces, era un club extremadamente familiar, por decirlo de alguna manera, que sacaba el trabajo adelante, con mucha ilusión y implicación, igual que ahora. Pero no tiene nada que ver el club que me he encontrado con el que dejé.
–¿Tiene influencias de Braulio Vázquez en su forma de trabajar?
–Yo he intentado amalgamar los conocimientos que he ido recibiendo de todas las personas con las que he trabajado. He tenido esa fortuna de trabajar con gente muy diferente en la dirección deportiva, como Braulio, Pablo Longoria, con Rufete una parte del tiempo… Incluso unos meses que estuvimos con Jorge López al mando del Valencia, aunque fue muy poco tiempo, cuatro o cinco meses. Todos ellos tienen características diferentes y muy importantes. Yo he ido creando mi figura, con cosas de ellos y propias porque tengo una forma personal de trabajar.
–Usted se fogueó como director deportivo la pasada campaña en el Espanyol. Deportivamente, no resultó exitoso porque acabó en descenso a Segunda, pero ¿qué supuso para usted?
–Yo había estado allí dos años como secretario técnico y conocía el club de primera mano. Entendía las necesidades de cambio que requería ese club, sabiendo que había unos problemas que eran mucho más estructurales que coyunturales, por la continua rotación de jugadores, de directores deportivos, etcétera. Yo quise hacer un cambio rupturista. Creía cien por cien que esa era la solución para ese club y así se le propuso al dueño. Dio libertad en la elección de entrenador y jugadores para intentar ese cambio rupturista. Como bien dice, el resultado no fue positivo al final. En nuestro trabajo sólo se nos valora por el resultado final. Nadie valora el trabajo en el camino. Fue el descenso más caro de los últimos diez años. Yo siempre hago la pregunta: si no nos anulan el gol de César Montes en Mestalla y ganamos 1-3 y nos jugamos la permanencia la última jornada… El trabajo habría sido el mismo, pero quizá hoy no estaríamos hablando usted y yo aquí. Para mí fue un aprendizaje brutal en ese sentido, para crecer en el futuro, no en la 'no toma' de decisiones que hice allí, porque cada contexto requiere de una toma decisiones diferentes. Sí que dije en su momento que eso fue un fracaso personal, pero para seguir creciendo y tomar mejores decisiones en el futuro. Tomamos decisiones diariamente y ojalá nos equivoquemos lo menos posible.
-¿Tuvo incertidumbre sobre qué pasaría con su carrera el verano pasado?
-No. Reconozco que soy un privilegiado en mi vida laboral. Apenas he tenido parones. Ya había iniciado la planificación para continuar en el Espanyol, pero es obvio que había un caldo de cultivo que no permitía que el club afrontase un objetivo tan importante conmigo dentro. Apenas estuve tres semanas de parón. Me encontraba de vacaciones, recibí la llamada del Real Valladolid y me explicaron el proyecto. Los descensos obligan a tomar direcciones diferentes porque la parte económica no tiene nada que ver. No lo pensé mucho. Me subí al proyecto para ver qué podíamos hacer aquí.
–Viajemos a sus orígenes. Usted nació en Francia, muy cerca de la frontera con Suiza.
–Sí, mis padres son emigrantes gallegos en Francia. De hecho, dejaron a mis hermanas en Galicia, pero volvieron relativamente pronto por la muerte de mi abuelo. Yo tenía dos años. Empecé a jugar tarde al fútbol, en un equipo de barrio. Pasé al Deportivo y estuve en el filial del Súper Dépor. Luego tomé mis decisiones, mejores o peores, e hice carrera en Segunda B hasta pasar directamente del campo a los despachos en Benidorm.
-Usted jugaba como defensa central...
–Tuve ese tipo de reconversiones que se daban antiguamente en el fútbol base al tener un crecimiento precoz. Con 14-15 años ya medía lo que mido ahora. Me fueron retrasando de delantero centro a medio y luego a defensa central.
–¿Qué tipo de jugador era?
–Ahora podría haber ganado más dinero. Tenía mejor salida de balón que esos centrales que había antes de rompe y rasga. Era lento y jugaba más con la inteligencia defensiva que con la fuerza. Fue una etapa feliz. Tomé decisiones regulares, pero no me arrepiento en ningún caso.
–En el Fabril estaba también un delantero llamado Braulio Vázquez...
–Nos conocíamos de antes porque salimos los dos del mismo equipo de barrio, el San Cristóbal das Viñas. Yo abandoné el filial del Deportivo al no tener un entorno que supiera asesorarme. Él se mantuvo y llegó a debutar en el primer equipo.
–En el final de su carrera como futbolista, ¿veía claro que se dedicaría a la dirección deportiva?
–Sí, siempre me ha gustado. Ya en etapas inferiores coleccionaba periódicos deportivos, el 'As', el 'Marca'… y hacía listas con las 'picas' y las puntuaciones. Me gustaba saber a quién me enfrentaba y confeccionar equipos ideales de Segunda División B. Esa parte la llevaba intrínseca. En Benidorm tuve un presidente que me dio la oportunidad de pasar directamente del campo al despacho. Había hecho algo de entrenador en Galicia, pero siempre me gustó más la gestión. Me retiré como jugador con 33 años. Creo que fue una decisión muy positiva.
–¿Qué aficiones tiene cuando no está trabajando?
–No tengo a la familia aquí conmigo. Ojalá pudiera, pero prefiero que esté en un lugar estable, en este caso mi residencia está en Alicante, aunque mi hija mayor ya está fuera, en la universidad. Leer es lo que más suelo hacer. Acabo de terminar 'Homo Deus', de Harari y espero leer ahora '21 lecciones para el siglo XXI' del mismo autor. Además, en mi tiempo libre me dedico a ver mucho fútbol para estar al día de lo que pasa en nuestro ámbito.
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