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Calderé, durante un entrenamiento en el viejo estadio, entre Moré y Santos. Foto: Archivo Ramón Martínez
La Vista Atrás

La dura experiencia de Calderé en Valladolid

Cedido por el FC Barcelona, solo jugó 140 minutos y se marchó

José Miguel Ortega

Lunes, 12 de mayo 2025, 20:12

Mantenía el Real Valladolid por entonces –finales de los setenta y principio de los ochenta– muy buenas relaciones con el Barcelona, hasta el punto de que en ese periodo llegó a haber 17 jugadores cedidos por el club azulgrana jugando en el viejo Zorrilla.

Los blanquivioletas habían conseguido subir por fin 16 años después de haber abandonado la élite y de haberse quedado en puertas del ascenso a Primera División. Eusebio Ríos fue el técnico que en la temporada 1979-80 condujo al equipo hasta la máxima categoría, pero no aceptó la oferta de renovación que se le hizo y la secretaría técnica apostó por Paquito para la difícil campaña 1980-81 con una plantilla de gente joven a la que el técnico conocía bien de su etapa anterior, con el apoyo de algún veterano como Fenoy, procedente del Celta y Djurovic, del Partizán de Belgrado.

Había también varios cedidos, entre ellos Ramón Calderé, centrocampista que pertenecía al Barcelona y que había apuntado maneras muy interesantes en las filas del filial azulgrana. Sabiendo del compromiso de Paquito con los jóvenes, Ramón Martínez y Santi Llorente estaban convencidos de que Calderé, un futbolista de buena calidad técnica y excelentes condiciones físicas, se haría pronto un hueco en el equipo titular.

De hecho hizo su debut en el partido de la segunda jornada de liga entre el Valladolid y el Almería, disputado en Zorrilla y que finalizó con empate a cero. El centrocampista catalán, que entonces tenía 21 años, sustituyó en el minuto 81 a Jorge Alonso y apenas tuvo tiempo de entrar en la dinámica del equipo que achuchó hasta el final la portería almeriense en busca del gol que no llegó.

En el partido de la tercera jornada, en San Mamés contra el Athlétic de Bilbao, Ramón Calderé volvió a salir desde el banquillo en unas circunstancias poco favorables, ya que el choque estaba resuelto –los 'leones' ganaron por 4 a 1– y el hombre al que reemplazó era el central Djurovic, que se había lesionado en el minuto 74.

Después se jugó la primera ronda de la Copa del Rey, en la que los blanquivioletas visitaron al Béjar, que estaba en Tercera División, y no pudieron pasar del empate a cero. Tras el descanso, Calderé entró por Lolo pero tampoco pudo encarrilar el juego ofensivo del Pucela.

El equipo no terminaba de arrancar y el nerviosismo se trasladó a la grada, sobre todo después de que el Sevilla ganase (2-3) en el feudo vallisoletano, con otra aparición testimonial de Calderé, ocupando el puesto de Lolo en el minuto78. El feo panorama que se le presentaba al Pucela no era el más adecuado para la integración de un chico muy joven que tenía problemas de adaptación pese a que en la plantilla estaban Moré y Rusky, catalanes que habían hecho antes el mismo camino que él, desde el Barcelona Atlético al Valladolid.

Sin embargo, Paquito parecía dispuesto a seguir dándole oportunidades, aunque fuesen esporádicas, y el 1 de octubre de 1980, con ocasión del choque de vuelta copero frente al Béjar, Calderé jugó de titular por primera y… última vez, ya que éste sería su postrero partido con la elástica blanquivioleta. Aunque el Valladolid superó sin problemas el compromiso goleando al Béjar (4-0) los nervios nublaron la cabeza del centrocampista de tal manera que el público perdió la paciencia con él, silbándole cada vez que le llegaba la pelota.

Hubo un espectador que se pasó en el derecho a mostrar su disconformidad con la actuación del joven catalán, lanzándole al campo una sandía en clara alusión a su poco afortunada actuación. Calderé pidió el cambio a los 58 minutos y se retiró al vestuario sin poder contener las lágrimas. Al día siguiente se reunió con el entrenador, el secretario técnico y el presidente para mostrar su irrevocable decisión de abandonar la disciplina blanquivioleta.

El chico hizo el petate y se marchó cedido al Alcalá, previo paso a su regreso al filial barcelonista y del sorprendente salto al primer equipo azulgrana. Mucho tiempo después, cuando hacía un repaso a su carrera deportiva, Ramón Calderé resumía su experiencia en estos términos: «Mi paso por el Valladolid fue la peor experiencia de mi carrera deportiva, primero porque no me adapté al trabajo de un club profesional y, además, porque el ritmo de la Primera División fue demasiado para mi poca experiencia entonces. Pensé que no podría seguir como jugador profesional y tomé la decisión de abandonar el equipo vallisoletano».

Pese a la amarga experiencia vivida en el Pucela, Calderé fue campeón de Europa con la selección Sub-21 y jugó 18 partidos con la absoluta.

Mundial de México

El paso de Ramón Calderé por el Real Valladolid se resume en este paupérrimo balance: 140 minutos distribuidos en cinco partidos: 37 minutos en tres de Liga y 103 en dos de Copa. Su espantada de Zorrilla no parecía augurar un futuro brillante, pero quienes así se pensaban se equivocaron de pleno. En el primer equipo de F.C. Barcelona jugó cinco temporadas, fue titular indiscutible, disputó 157 partidos en los que contribuyó a ganar 1 Liga, 1 Copa del Rey, 1 Supercopa de España y 1 Copa de la Liga, llegando además a la final de la Copa de Europa en 1986, que el Barça perdió por penaltis ante el Steaua de Bucarest.

Tras su brillante experiencia en el Barcelona fue traspasado al Betis donde jugó dos campañas más a gran nivel, disputando 55 partidos. Además, fue campeón de Europa con la selección Sub-21 y jugó 18 partidos con la selección absoluta, siendo titular indiscutible en el Mundial de México 86, igual que en la Eurocopa del 88.

Prolongó su carrera jugando en el Sant Andreu de 2ª B, donde colgó las botas con 33 años para iniciar su experiencia como entrenador en equipos de 2ª B y 3ª División, entre ellos el Palencia, Burgos y Salmantino U.D.S. sin éxitos destacados. Lo mejor de su trayectoria fue sin duda el periodo posterior a su dura experiencia como futbolista en Valladolid.

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