Diego Carlos, del Loira al Gualdaquivir

Monchi se ha hecho especialista en dar visibilidad a jiugadores con potencial que aún no han explotado. Lo hizo con Baptista, por ejemplo, ahora entrenador del juvenil de División de Honor del Real Valladolid. Diego Carlos era un central más de esos que llegan a Europa por la puerta de Portugal. El Estoril Praia, humilde equipo luso, se fijó en él, pero le cedió al Oporto B para que se fuera curtiendo. Tras dos temporadas en la competición lusa, fue traspasado al Nantes y en tres temporadas llamó la atención de Monchi, profundo conocedor del mercado galo.

Precisamente en el equipo de la orilla del Loira vivió una de esas situaciones surrealistas del fútbol. El jugador chocó en un partido contra el árbitro y este, según algunas versiones, le golpeó de forma intencionada. Al pedirle el defensa explicaciones, el trencilla le mostró la segunda amarilla. La segunda amarilla provocó una ola de indignación en la redes sociales, que reclamaron mano dura contra los árbitros que se extralimitan en sus funciones.

Acaecidos al margen, Diego CArlos acabó siendo transferido al Sevilla por algo más de 12 millones de euros (dos había pagado el Nantes por su ficha al Estoril Praia). Hoy su valor de mercado está tasado en 35 millones.

Junto a Jules Koundé, otra de las perlas sacadas por Monchi de la Ligue1, forma una pareja de centrales de una extraordinaria fiabilidad. Con recursos suficientes para sacar los balones aéreos, une una notable técnica y una muy elevada capacidad de pase, lo que le permite sacar el balón desde la portería como desea su entrenador.

Sobresaliente en colocación, monchi está ya a la caza del qeu habrá de ser sus sustituto, porque pocos creen en Sevilla que vaya a poder resistir la presión de fichar por el Bayern.