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Luis Suárez consuela a Hervías en el descenso de mayo de 2021 en Zorrilla. Alberto Mingueza

Real Valladolid

El descenso del Real Valladolid... ¿con el Betis o con el FC Barcelona?

Solo en 1964 el Real Valladolid perdió la categoría antes de la última jornada, y fue testigo de los títulos de liga del FC Barcelona en 2010 y del Atlético de Madrid en 2021

J. C. Cristóbal

Jueves, 17 de abril 2025, 09:00

Los gacetilleros tenemos asumida la condición de carroñeros, aves que vuelan en círculo por encima de su presa, incluso que caen sobre ella cuando aún mantiene un hilo de vida. La pieza a cobrar en este caso es el Real Valladolid. Más que narrar la belleza de un gol, el rigor de una táctica o la proyección de un jugador, la actualidad blanquivioleta da vueltas sobre el registro negativo de goles, el número de derrotas o la fecha en que le estamparán el matasellos del descenso, ¿será el 24 de abril en el Villamarín?, ¿o el 4 de mayo con la visita del Barça? Con veintiún puntos por jugar, y catorce por recortar, no hay más cálculos que hacer.

El que cargue su escopeta contra buitres o hienas se equivoca de negociado. Deberá llamar a la ventanilla del palco, aunque Nazário no le contestará porque no está ni se le espera; o a la del despacho, donde Catoira les hablará del tiempo mientras planifica la temporada que viene; o a la del banquillo, con Pezzolano, Cocca y Rubio emborronando pizarras; o, por último, a la del vestuario, donde se escuchan los reproches de los que están justos de calidad contra los faltos de compromiso. Sí tendrá respuesta si pregunta a la grada, el único gabinete que no falló esta temporada; escuchará el silencio, tan tiste como resignado, de más de veinte mil aficionados que nunca vieron nada igual.

Y es que este descenso del 25 no tiene con qué compararse. Si acaso con el del 64, hace ya más de medio siglo, la única vez que el Real Valladolid fue colista en Primera y se fue a Segunda con varias semanas de antelación. En el resto de descensos (diez en total, once si contamos el abortado en el 95), el equipo aguantó en pie hasta la última jornada, algunas veces con una cojera que le tenía petrificado a la espera del mordisco mortal.

Todos recuerdan el última día negro de la historia blanquivioleta, un 4 de junio de hace dos años, en Zorrilla, donde la parroquia pucelana no se podía creer la manera en que se empató 0-0 contra el Getafe; el equipo de Pezzolano afrontó la cita en puesto de descenso, pero dependiendo de sí mismo, con dos rivales a un punto, y tres a dos, incluído el rival de la noche, el Getafe de Bordalás, que jugó a lo que sabe. El Real Valladolid estuvo más pendiente de la radio que del balón, apenas generó ocasiones de gol y recibió el castigo de que el agónico remate de Gonzalo Plata, sobre la bocina, se escurrió por la esquina en vez de coger el rincón de la portería. El equipo avisó de su mezquindad una semana antes cuando, contra otro rival directo, el Almería, dio por bueno el 0-0. Ese punto sí les valió a los andaluces para seguir en Primera, a los castellanos no.

Vamos a hacer historia y enlazar el último descenso con el primero. Viajamos a 1958 y a las islas Canarias, toda una aventura en aquellos tiempos. Las Palmas y Real Valladolid saltaron al Insular con los mismos puntos, era una auténtica final, el que ganara seguía en Primera, incluso le valía el empate al visitante, que ganó como local en la primera vuelta (2-0). Las Palmas hizo valer el factor cancha y ganó con autoridad por 3-1 ese triste 4 de mayo (el mismo día en que nos visitará el Barça dentro de unos días); los dos equipos estaban dirigidos por leyendas del club que habían arrancado la temporada de corto y la acabaron de largo, Luis Molowny y José Luis Saso (sustituyó a Rafa Yunta), que entrenó a una plantilla con Paco Lesmes, Matito o Badenes, que tuvo el consuelo de compartir pichichi con Di Stéfano. El Pucela cayó como un bravo; tras recibir un 7-1 del Barça de Kubala en su primera visita al Nou Camp, parecía desahuciado, y ganó cuatro de los cinco partidos siguientes. No fue suficiente. El descenso puso fin a la primera edad de oro del club, que encadenó diez temporadas consecutivas entre los grandes.

Seis años después, en 1964, el descenso del Real Valladolid sí puede ser tío hermano del actual. El equipo que dirigió el mayor de los Lesmes, sustituto del efímero Ángel Zubieta, acabó último a seis puntos de la permanencia en una liga de dieciséis equipos que sumaba dos puntos por victoria. La temporada fue un desastre, el equipo se tiró una vuelta entera sin ganar, el círculo que abrió un 3-2 al Valencia en Zorrilla se cerró con un 6-0 en Mestalla que supuso un descenso virtual, ya que los ocho puntos que le separaba entonces de Español, Pontevedra y Oviedo eran insalvables en las cuatro jornadas que faltaban por jugar; al menos, el equipo tuvo la dignidad de ganar tres de esos partidos que ya no servían para nada. El descenso fue muy doloroso por múltiples razones, una porque solo un año antes se firmó la mejor clasificación de la historia blanquivioleta, dos porque había una plantilla que miraría por encima del hombro a la de ahora, con Morollón, Sanchis, Ramírez, Rodilla o Pini, y tres porque socavó un agujero que se tardó en cubrir dieciséis años, quince en Segunda y una en lo que hoy se llama Primera RFEF. Avisados estamos.

Salvo este del 64, y el que quedó en nada por la permanencia en los despachos en el 95, el Real Valladolid siempre se despidió en la última jornada. Muy dolorosas fueron las de 1992 y 2004, que pusieron fin a dos series consecutivas en Primera, la primera de doce temporadas, la más larga de la historia, y la segunda, de once. Ambas, además, se produjeron en Zorrilla y con victorias inútiles ante Sevilla (1-0) y Villarreal (3-0), situaciones límites a las que se llegó por encadenar las doce y nueve jornadas anteriores sin ganar. La del 92, la de los colombianos, se relacionó hace semanas con la actual porque sacudió a la institución hasta dejarla al borde de la quiebra; el alcalde de la ciudad, Rodríguez Bolaños, y un grupo de empresarios locales, entre ellos Marcos Fernández, tuvieron que dar un paso al frente para que el Real Valladolid se subiese a tiempo al 'tren de Palamós'.

También se dijo adiós en el Zorrilla en 1961, en el viejo estadio, porque se llegó a esa última jornada con dependencia de los resultados de Elche y Oviedo, que de manera inesperada golearon al Valencia (4-0) y al Barça (3-5), a este en el Nou Camp. Ver para creer, o para sospechar. En 2014, ya en el nuevo, no se pudo achacar las culpas a nadie porque se perdió la final contra un rival directo como el Granada; Álvaro Rubio, entonces en la plantilla, se une a José Luis Saso (media liga bajo los palos, media liga en el banquillo) y Paco Lesmes como blanquivioletas con doble descenso de jugador y entrenador.

Dos veces tuvo que tragarse sus lágrimas el Real Valladolid como convidado a la fiesta del que tenía enfrente. En 2010 tenía una misión imposible contra el Barça de Guardiola, que necesitaba ganar para revalidar el título, y en 2021, con unas gradas desiertas por la pandemia en Zorrilla, se resignó a que el Atlético le remontara en la segunda parte; normal, ese 1-2 cerraba una racha negativa de doce jornadas sin victorias.

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