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Tremendo. Increíble. Algunos incluso se pellizcaban. No daban crédito. Ganó el Cádiz, de la forma más cruel, en los últimos instantes, cuando incluso daba la impresión de que el conjunto que entrena Sergio González se conformaba con el empate, se llevó los tres. Pero no ... es esa la cuestión de fondo. Lo cierto es que el Real Valladolid las tuvo de todas las formas habidas y por haber y no marcó. Es de esas derrotas que escuecen, que duelen. Y de las que seguramente a la larga haya que lamentar ante un rival al que dio vida. Porque esta victoria da respiro al Cádiz, a sus jugadores, a su técnico... y dejan al Real Valladolid con el gesto m´ que serio, pensando qué tenía que haber hecho para merecer mejor suerte. La respuesta puede que esté en marcar. Tan simple, tan complicado a la vez. Hay cosas que no cambian. Fue superior en el cómputo global, pero se quedó con las ganas.
El conjunto de Pacheta, fiel a su estilo (4-3-3) pareció dejar claras sus intenciones desde el principio y salvo un par de acciones en las que el Cádiz rondó las inmediaciones de Asenjo, llevó la iniciativa,, aunque algo errático en los pases.. El dominio, a los puntos, era de los de Pacheta en esos comienzos, presión arriba, buscando al rival, pero tan solo inquietaron a Ledesma en un centro de Monchu, que envió a saque de esquina el guardameta del conjunto andaluz, que se iba a complicar con los pies ante Weissman.. También parecían claras las intenciones del Cádiez, pese a un dibujo anunciado de 4-4-2. Portería a cero, evitar la sangría y si podía sacar petróleo de alguna de sus incursiones, mejor que mejor. Y si había que dormir el partido, pues se ponía sábanas y almohadas.
La cuestión es que los de Pacheta tampoco se proyectaron mucho en ataque en esta fase. Una buena acción de Fresneda, un centro de García Plata muy pasado, a un espectador de la grada... No había mucho ritmo con el balón y el partido parecía que poco a poco iba tomando los derroteros que quería el conjunto de Sergio González, con un ritmo cansino. Curiosamente la defensa que parecía estar más nerviosa en esos instantes era la blanquivioleta. Cada vez que se acercaba el Cádiz creaba esa sensación de nervios en la grada.
Real Valladolid
Sergio Asenjo, Fresneda, JOaquín F., Javi Sánchez, Olaza, Roque Mesa (Malsa, min. 81), Monchu (Iván Sánchez, min. 67), Kike, Gonzalo Plata (Sergio León, min. 81), Óscar Plano (Narváez, min. 67) y Weissman (Sergi Guardiola, min. 90)
0
-
1
Cádiz
Ledesma, Iza (Zaldúa, min. 70), Chust, Luis Hernández, Espino, Brian Ocampo (Alcaraz, min. 46), Álex (Bongonda, min. 60), Fede San Emeterio (José Mari, min. 57), Alejo (Negredo, min. 70), Sobrino y Lucas Pérez
Gol: 0-1, min. 91, Negredo.
Apenas tuvo ocasiones de salir en carrera el Real Valladolid. Una falta directa de Olaza, fuera, puso la nota de emoción, pero no las tenía todas consigo. Da la impresión de que con este esquema de 4-3-3 al conjunto de Pacheta le cuesta generar. Tampoco contribuía al espectáculo el colegiado Sánchez Martínez. No tenía tampoco por qué hacerlo, pero faltita a faltita se hace granero.
Una gran jugada de Fresneda (de lo mejor de los locales en la primera parte) estuvo a punto de encontrar a Weissman. Lo encontró, de hecho, pero sin el éxito que merecía la acción. Buena Jugada, buen centro, forzado remate del delantero. Fueron los mejores momentos, levantaron los aplausos del Zorrilla. Ya tenía otro color. Los centrales del Pucela se fueron animando a salir y acababan mejor la primera parte, tras una fase regular ante un Cádiz que trataba de dormir el partido. También Olaza se animó en el lateral izquierdo. Y en esa idea había que incidir ante una defensa como la del Cádiz, que tampoco estaba para mucha fiesta. Y poco a poco fue siendo más ambicioso el equipo vallisoletano.
La primera parte terminó con empate a cero. El Cádiz, en su línea, sin saber lo que es el gol, no tanto para el Real Valladolid que en la última opción de la primera parte pudo adelantarse en el marcador. Y curiosamente en un saque de esquina que esta vez a punto estuvo de salir bien. Buen lanzamiento de Monchu y el remate de Weissman, sin mucha fuerza, lo atrapó bien Ledesma. El 0-0 era tenso, tanta como la que se dio cuando los jugadores se fueron al túnel de vestuarios, al parecer en una acción de Roque Mesa con el visitante José Mari.
La segunda parte comenzó con pitos a Alcaraz y con el Cádiz dejando que pasaran los segundos y que esos segundos se convirtieran en minutos. Le venía todo bien todo lo que fuera que el balón estuviera lejos de su área. Y no será porque no las tuvo. De hecho fue un bombardeo en el que Ledesma tuvo que emplearse a fondo. Parece mentira que el Real Valladolid no lograra marcar Primero en un remate de Monchu, y luego una doble de Kike y Weissman en las que Ledesmea fue el héroe de su equipo.
Era un monólogo de los de Pacheta, que estaban lanzados. Óscar Plano mandó un remate al larguero. Manos a la cabeza. Ver para creer. Era increíble que el marcador electrónico siguiera registrando ese empate sin goles. El Pucela iba subiendo su nivel, buscando ese tanto que le diera el triunfo. Y lo estaba mereciendo. Estaba siendo ese martillo del que habla Pacheta. Lo malo es que alguno de esos martillazos se clavaban en las manos de Ledesma. Bastante tenía el conjunto de Sergio González con achicar todo el agua que podía para no terminar hundido.
Los minutos iban cayendo como una losa y el Pucela acumulaba ocasiones como el que acumula sellos para coleccionar. Sergio González pedía a sus jugadores que juntasen líneas para frenar esas acometidas del Real Valladolid en el último cuarto de partido. Fresneda se hinchó a centrar, buenos balones, pero no había forma. Iba a ser que no...
Pacheta apostó por jugar los últimos minutos con dos puntas. Metió a Malsa por Roque Mesa y dio entrada a Sergio León por Gonzalo Plata. El choque se volvió loco en esos últimos instantes. Y en esa locura fue el Cádiz el que pudo llevarse la victoria. Primero Negredo dejó pasar un buen balón, cuando tenía opción para el golpeo, pero no había ningún compañero y poco después, Alcaraz el que lanzó un tiro envenenado, muy cerca del poste. Pacheta quemó su último cartucho quitando a Weismman (que las tuvo de todos los colores) dando entrada a Sergi Guardiola.
Y en el primer minuto de tiempo añadido, llegó el mazazo. El jarro de agua fría. Un centro al que no llega a despejar Asenjo (no estuvo fino en la salida) permitió a Negredo cazar un balón para dar los tres puntos al Cádiz. Ya estrena su casillero de goles, de triunfos, dejando al Real Valladolid con cara de tonto. ¿Injusto? Sí. Así es el fútbol.
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