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Pichu Cuéllar. Es fácil que abandonara las instalaciones de Zorrilla con un cierto dolor de oídos. O al menos con el resonar de los pitos, silbidos y comentarios altisonantes que se llevó el extremeño por su acaecido de este verano con el Real Valladolid.
Pero rencillas aparte, lo que demostró con creces el veterano guardameta es que es eso... un perro viejo, un tipo con más espolones que un gallo de pelea. Porque de esa y no de otra manera se puede entender que en el momento en que más apretaba el equipo blanquivioleta, cuando más desbordado estaba su equipo, se inventó una lesión que paralizó el partido durante casi tres minutos. Y por dos veces. Un calambre, de esos que achacan al final del partido, pero que a Cuéllar le asaltó a la hora de partido. Curioso.
Y más curioso, aún, es que lo sufrió en la pierna izquierda después de caer de un salto... ¡sobre la pierna derecha! Extrañas simpatías musculares las de las piernas de Cuéllar.
El cancerbero no era ajeno, seguro, a que si él está con molestias, ni puede ser sustituido ni se puede seguir jugando.
En cualquier caso la jugada no le salió bien. Como poco acertado y fino estuvo en el primer gol pucelano. Su salida ante el balón enviado por Guardiola a ünal fue tímida, poco decida y lenta. Resultado: balón por debajo del cuerpo y tanto para el rival.
En el resto de actuaciones estuvo correcto. Decidido en las salidas, pese a esos problemas musculares que nunca más se reprodujeron una vez perdido el tiempo necesario, poco pudo hacer en el segundo tanto del Valladolid. Ünal remató cómodo ante la pasividad de Omeruo y la parábola le dejó sin opciones de poder atajar la bola. Así que la miró y la recogió.
Rubén Alcaraz. Sergio quería músculo en el centro del campo y dio sitio en él a Rubén Alcaraz. Falto de ritmo aún, el catalán le puso al partido todas sus virtudes: fuerza, trabajo, pundonor, desplazamientos en largo, intensidad, disputa en los balones aéreos... y demasiado despiste y ausencia de colocación. No está en su mejor momento físico y le falta el necesario ritmo, así que tampoco se le ha de juzgar con demasiado espíritu crítico.
Sí tuvo muchos. muchísimos, problemas a la hora de generar juego. No es su papel, y su forma de jugar es demasiado similar a la de Joaquín, y eso se acaba notando en demasía. Por eso fueron muchas las situaciones de juego en las que tuvo que buscar a los centrales para jugar, porque no encontraba a nadie por delante que le diera opciones.
LA salida de Míchel y que Joaquín se retrasara al centro de la defensa fue clave para que su rendimiento mejorara exponencialmente.
La presencia del de Burjassot liberó a Alcaraz de la responsabilidad de montar el juego, y a partir de ese momento se preocupó de lo que mejor sabe hacer: robar, pasar y llegar desde atrás buscando la sorpresa en las proximidades del área para sacar a relucir su buen golpeo de balón. Esta vez no se dio la ocasión, pero cerca de ella anduvo.
Con todo, el mediocentro hizo un partido más que aceptable ya que las carencias que se vieron no son todas achacables a su desempeño y sí lo son a las circunstancias del sistema de juego con el que hubo de desenvolverse. Es un futbolista fundamental para Sergio, pero necesita creatividad a su lado para poder mostrar lo mejor de si mismo. Y, por supuesto, minutos. En cuanto empiece a carburar será todo diferente.
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