Hasta doce jugadores esperan el centro de la falta que terminó en gol. Marta G. Brea-LOF

Cómo convertir en mantequilla a seis defensas

Gambetas ·

El Pucela termina con tres centrales y Nacho como volante, pero vuelve a mostrarse incapaz de competir y defender con tensión las jugadas a balón parado. Lo hizo ante el Madrid y lo repitió contra un Celta, sin ideas ni fútbol, que empató en la prolongación

Juan ángel Méndez

Domingo, 28 de febrero 2021, 17:29

1

Nuevo cambio de timón en la portería

El coronavirus sentó a Masip y Roberto aprovechó la oportunidad para ganarse el estatus. Sergio, rencoroso con la pandemia, recuperó a su portero titular justo cuando el suplente dibujaba sus mejores intervenciones. «Simplemente buscaba un cambio de dinámica», argumentó para reinsertar al catalán cuando Roberto ... tocaba una nube subido al flequillo de la ola. En Balaídos, el técnico buscó un nuevo quiebro y aireó otra vez el arco. El madrileño cumplió, aunque estuvo algo tímido en el gol de Murillo. Bruno defendió mal y el cancerbero se dejó llevar por la inercia. Pudo intimidar un poco más, aunque la responsabilidad del gol no fue suya. Una nueva bala gastada por Sergio.

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2

Intenso debate en la grada entre Orellana y Míchel

Míchel y Orellana se parapetaron tras la mascarilla para cincelar una airada charla en la tribuna de Balaídos nada más besar las mallas el remate de Murillo. El chileno criticaba con sus aspavientos y el valenciano justificaba con el brazo desplegado y el índice tenso. Dos puntos al limbo. Es el vivo retrato del actual Real Valladolid, un galimatías de conceptos y opiniones que se traduce en una inestabilidad anímica y de identidad que le acerca cada vez más al abismo. Resulta complejo adivinar sus argumentos, pero Orellana parecía señalar al defensa que se olvidó de la marca, mientras Míchel buscaba el culpable en el centro del campo. Doble bando.

3

La fiablidad defensiva no es acumular piernas

El Celta estaba desmadejado, sin argumentos ofensivos y con la patada como único recurso para detener al Pucela. Era cuestión de tiempo, solo había que mover el balón y buscar el segundo para llegar al desenlace con el corazón acompasado. A Sergio le pudo la ansiedad, el miedo, y encogió su dibujo con congoja. El técnico interpretó la ventaja como un mecanismo hacia la acumulación de defensas delante de Roberto y cavó su tumba. Amontonar futbolistas no diluye el peligro. Con balón se defiende mejor. El cuadro castellano terminó con una vanguardia de cinco y Nacho infiltrado en el centro del campo, pero volvió a marcharse con la lágrima en la mejilla.

4

Más nervio que calidad en un partido espeso

El epílogo cada vez está más cerca y la angustia ya es un manojo de nervios. El Celta vive mejor, pero tampoco está seguro. El Pucela tenía el corcho bajo el sobaco en Balaídos, tras el tanto de Orellana, pero se metió en el hueco del flotador y terminó con las vías respiratorias anegadas. El partido resultó tenso, es lógico. Muchos doblones en juego. El Pucela no está bien. En Vigo volvió a mejorar sus prestaciones, apenas tuvo sobresaltos, pero volvió a suspender en la estrategia. No hay por dónde cogerlo. Es impresentable que te marquen a balón parado, en la última jugada y con la soga haciendo zanja en el gaznate.

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5

Weissman vuelve fresco tras el castigo

Guardiola se mostró más activo, con más presencia. Weissman es la esencia del 9 original, el delantero que aprieta el gatillo en un suspiro. No hizo mucho más, pero su valor reside en esas acciones. De su ambición brotó el despeje de Rubén Blanco que terminó en el interior preciso de Orellana. El chileno embocó con cierto suspense. No termina de rematar Kodro, que se encuentra incómodo en el papel de revulsivo. Tampoco tiene mucho hueco, de momento. Por detrás, Mesa gobernó con galones, Orellana volvió a jugar a tirones y Plano percutió con más intensidad. En defensa, todo bien hasta el remate de Murillo. Imperdonable. Dos puntos al barro.

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