Veni, vidi, vici. Vine, vi y gané. La frase latina, atribuida a Julio César cuando, después de una dura batalla, comunicó al senado romano una conquista que había realizado sobre un ejército enemigo bien se puede aplicar a Cyle Larin (Brampton, Canadá, 1995), el ... delantero del Real Valladolid, recién incorporado en este mercado invernal.
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Larin vino al Pucela para reforzar el ataque. Vio el ambiente que había en el estadio José Zorrilla y no solo ganó, sino que además marcó el gol del triunfo del equipo de Pacheta. Y no necesitó más que un cuarto de hora para hacer honor a uno de los apodos que tiene en el mundo del fútbol. El gigante silencioso.
Muy apropiado. Lo de gigante, porque es un futbolista alto, mide 188 centímetros. Y lo de silencioso, porque se trata de un jugador de carácter un tanto tímido, que parece que susurra más que habla. Seguro que no le llamarían la atención de niño soplando por ejemplo las respuestas en un examen, aunque de vez en cuando se le escapa una sonrisa, sobre todo cuando recuerda el gol que marcó al Valencia. Otro de los motes por el que se le conoce es el de francotirador. Y viendo repetido ese gol, también se entiende las razones de este mote.
De pequeño siempre tuvo un balón en sus pies, en un país como Canadá, en el que los niños también suelen decantarse por deportes como el baloncesto o incluso el hockey hielo. Al menos, su país ganó un delantero centro. A sus 27 años es el máximo goleador de la historia de la selección de Canadá, con 25 tantos. Él soñaba con convertirse en una estrella del fútbol.
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Tiene claro cuál es su rol y para qué ha venido al Real Valladolid. Su principal fijación es la de ayudar al equipo y hacer su trabajo, que es marcar goles. De momento, ya se ha estrenado. Ha sido llegar y besar el santo, aunque todavía, por aquello del idioma, haya que explicar lo que quiere decir esta expresión.
Fuera de los terrenos de juego y en las distancias cortas, se muestra como una persona tranquila, algo seria. Tampoco lleva tiempo como para coger confianzas, pero también, por sus respuestas, da la sensación de ser una persona que sabe bien lo que quiere, exigente consigo misma, que tiene los pies en el suelo, sobre todo cuando habla de las razones por las que ha venido al Real Valladolid y de la afición.
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Ya lo comprobó en el último partido de Liga frente al Valencia. Definió el ambiente como «apasionado; podías sentir como los aficionados nos apoyaban, nos empujaban y eso se vio en la celebración del gol. Partido importante, victoria importante, había mucho ruido, mucha pasión», resaltó el jugador.
Lleva pocos días en Valladolid y apenas conoce la ciudad. Salvo algún que otro paseo por el centro, del hotel al entrenamiento y del entrenamiento al hotel. «Es cierto que he caminado un poco por el centro, he visto el centro de la ciudad. No tengo un piso y cuando me mude a un piso ya podré ver un poco más ver la ciudad», comentó.
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Recién llegado como quien dice, se hace entender en inglés, aunque «en dos meses hablaré español y la próxima rueda de prensa la daré en español». De momento, el «hola», «gracias» y «aúpa Pucela» no se le dan mal. «Con el tiempo iré dominando más el idioma».
Eso sí, lo poco que conoce le ha llamado la atención. «Vengo de una ciudad más grande, pero lo que sí he visto es que aquí en Valladolid es todo más accesible, es todo mucho más cercano. Puedo llegar a los sitios más rápido, en menos tiempo, y más fácil, y eso me gusta».
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De momento vive solo, pero cuando se mude a un piso espera traerse a la ciudad a su mujer y a sus hijos. «Espero que sea pronto, cuando tenga apartamento y me asiente, que ahora estoy un poco organizándolo todo. Creo que en unas pocas semanas podrán estar aquí. Cuando vengan mi mujer y mis hijos sí que tendremos la oportunidad de explorar un poco más la ciudad, de ver un poco más la ciudad, sé que a ellos también les va a gustar y van a disfrutar haciéndolo». Le queda mucho por descubrir de la ciudad, su riqueza cultural, sus paisajes, su gente, su patrimonio... Y también su gastronomía. Cuando pruebe alguno de los platos de la rica oferta gastronómica, seguro que repite.
Otro aspecto desconocido para el internacional canadiense. Lo que ya no es tan desconocido es el frío. Para un canadiense debe ser algo así como hablar a Noé de la lluvia. No parece que le afecte en demasía. «Para un canadiense esta es una buena temperatura. Es cierto que hace frío, pero para mí está bien», dijo. «Todo está bien de momento, pero ahora es tiempo de centrarnos en el siguiente partido y en tratar de ganar el siguiente encuentro». La Real Sociedad espera.
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