Odiosas, según el dicho, las comparaciones bien interpretadas pueden ayudar a poner en perspectiva una situación fijando las diferencias o semejanzas entre dos o más entes diferentes. En el caso del Real Valladolid, además, son inevitables. Rivales, resultados, actitud, sensaciones, entrenador, jugadores, pasado... Son tantas ... que voy a centrarme en tres de ellas: Rivales, sensaciones y entrenador.
Rivales: La diferencia con el resto es abismal, pero no sólo por ser colistas, sino porque empezamos a ver muy lejos a aquellos que tenían que «salvarnos». La temporada pasada los tres equipos que finalmente acabaron descendiendo empezaron también muy mal y nosotros nos estamos pareciendo peligrosamente a ellos. Cada vez más.
Sensaciones: Duele ver a este equipo. Si algo caracterizaba a este grupo era la intensidad, la unión y la solidaridad que mostraba en cada partido. Éramos el rival contra el que nadie quería jugar, pero la falta de ambición ha hecho que la actitud cambie, que poco a poco perdamos el hambre de ganar y, finalmente, las ganas de competir.
Entrenador: Su idea pasa, inexorablemente, por un estilo que no tiene ninguna intención de modificar y con el que está dispuesto a morir llegado el caso. No se adapta a las virtudes de sus jugadores, los hace parecer peores y no sabe sacarles todo su potencial. La gestión del vestuario es pésima, no se molesta en disimular sus preferencias y pone a su guardia pretoriana sea cual sea el contexto. Su lectura del juego durante los partidos es nefasta, es incapaz de cambiar el rumbo de los mismos para ponerlos a nuestro favor con sus decisiones y, además, su autocrítica es nula y sus excusas interminables. Llegados a este punto, entiendo que el lector se pregunte dónde está aquí la comparación. Sencillo. Todo lo descrito se decía de Luis César Sampedro y son estos errores, exactamente los mismos, los que están poniendo a Sergio González, un héroe (merecidamente) hace no demasiado, al límite. No estoy loco. Sé lo que ha aportado al club cada uno, recuerdo el fracaso del gallego y la importancia que tiene el catalán pase lo que pase esta temporada, pero el peor inicio de nuestra historia en Primera es una losa que sólo el Sergio del ascenso sería capaz de superar. El problema es que la persona que se sienta en el banquillo actualmente no es la misma que llegó en abril de 2018. Y no parece tener intención de regresar.
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