Coherencia bajos palos en el Real Valladolid
Área Chica ·
«Veremos si la gestión en la portería en la segunda vuelta sigue siendo adecuada y juega el que mejor rendimiento ofrezca»Área Chica ·
«Veremos si la gestión en la portería en la segunda vuelta sigue siendo adecuada y juega el que mejor rendimiento ofrezca»El portero. Esa figura tan diferente del resto y normalmente menos valorada, pero que tanta importancia tiene. Una demarcación complicada, como complicada es su gestión dentro de un equipo. Y hablando de gestión, en la recta final de la temporada pasada vivimos una situación en ... el Real Valladolid, cuando menos peculiar… por no decir dantesca.
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La coherencia dice que debe jugar aquel que mejor entrene y ofrezca mayor rendimiento. El rotar a dos porteros para que juegue un partido cada uno en la máxima categoría profesional no solo es extraño, sino que además es contraproducente. Con esa medida que pretende contentar a los dos, lo que se suele conseguir es una relajación de ambos jugadores al saber ya de antemano cuando va a jugar cada uno, lo que implica una disminución de trabajo y exigencia en los entrenamientos, derivando en una bajada de rendimiento.
La temporada pasada, Sergio González decidió desde el principio que su portero titular fuera Masip; su hombre de confianza desde que llegó. Tras un bochornoso error de blocaje en el primer partido ante la Real que costó dos puntos, Masip salió del once, pero no por su actuación, sino por resultar positivo por Covid. Roberto cogió la alternativa cuajando buenos encuentros, hasta que en la octava jornada Sergio, contra todo pronóstico, devolvió la titularidad a un Masip recién recuperado; decisión que Roberto, como es normal, no encajó nada bien. Prácticamente nadie entendió ese cambio cuando no había un motivo aparente, más allá del clásico cambio de «frecuencias» al que el entrenador nos tenía acostumbrados. En ese momento es cuando ya se genera un conflicto de vestuario que, probablemente, permanecería hasta final de temporada. A raíz de ahí, hubo un baile de titularidades y suplencias poco justificadas que terminaron derivando en el inverosímil carrusel de cambios en la portería a ocho jornadas del final.
Este año empezó al revés. Pacheta depositó su confianza en un Roberto que comenzó la temporada cuajando buenos encuentros, alternándolos con otros más discretos, pero sin apenas fallos. Poca culpa tuvo el madrileño en la funesta racha de tres derrotas consecutivas de los primeros partidos, pero con el paso de las jornadas la afición veíamos a un Roberto más dubitativo y con fallos puntuales de mayor calado, hasta que su partido en Huesca terminó por confirmar que llegó a un momento en el que no estaba bien. Ahí es cuando Pacheta da un giro de timón y realiza el cambio en la portería buscando una mejora de rendimiento. Y de momento estas dos jornadas le dan la razón, porque estamos viendo a un Masip más atrevido (quizá por jugar con los centrales más adelantados) y con mejor nivel del que nos ofreció el año pasado.
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Veremos si la gestión en la portería en la segunda vuelta sigue siendo la coherente y juega el que mejor rendimiento ofrezca.
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