Las claves del nuevo Real Valladolid

Solidez, confianza y suerte. Las claves para entender lo sucedido en ambos partidos. Pacheta está formando un equipo cada vez más sólido y difícil de batir. Ha sabido adaptarse a los jugadores y a sus características y no obcecarse en lo contrario. Cambiar la defensa de cinco ha sido un punto de inflexión y pese a que, obviamente, todavía hay que ir mejorando algunas cosas e integrando otras según avance la competición, son ya siete partidos seguidos sin perder. El cambio, después de tres derrotas consecutivas, es evidente y más siendo esta plantilla tantas veces cuestionada por su fragilidad mental. Aquí es donde entra en juego la confianza. Que los resultados acompañen es la mejor manera para creer en una idea. Partidos como los de Leganés y Gijón refuerzan este argumento. Nuestros jugadores empiezan a sentirse fuertes y eso el rival lo nota. Ya no es el Pucela temeroso y débil que fue en septiembre. ¿Y qué pasa cuando crece la confianza, la idea convence y se obtienen buenos resultados? Llega la suerte. La que faltó contra el Ibiza se tuvo contra el Éibar. Cuando más falta hacía y contra un rival directo. ¿Casualidad? No lo creo.

En resumen, Pacheta está logrando, por fin, que los jugadores confíen en él y en sí mismos y convenciéndoles de que este es el camino. Tiene a (casi) todos enchufados y eso, en una temporada tan larga, es imprescindible. Este Real Valladolid se va pareciendo cada vez más a lo que esperábamos.

Por último, una aclaración. La introducción de este artículo no ha sido escrita bajo los efectos de ninguna sustancia estupefaciente y sí debido a la enajenación mental transitoria que provoca ver habitualmente los partidos de este bendito club.