De la cima al sótano
Partido de Vuelta ·
El Real Valladolid firma una gran primera parte, pero pierde dos puntos víctima de su carácter bipolar en un segundo tiempo deshilachadoJuan Ángel Méndez
Sábado, 8 de febrero 2020, 21:40
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El Real Valladolid firma una gran primera parte, pero pierde dos puntos víctima de su carácter bipolar en un segundo tiempo deshilachadoJuan Ángel Méndez
Sábado, 8 de febrero 2020, 21:40
El Real Valladolid hizo cima en el primer acto y se dejó llevar por las vistas tras el descanso. Tropezó y se despeñó por las faldas del Everest como un Ferrari sin frenos, en una segunda parte esperpéntica. Un punto como mal menor tras un ... duelo bipolar. Excelente durante la primera media hora, correcto hasta el intermedio y pésimo en la reanudación. Los blanquivioletas cambiaron la ambición por la congoja, apartaron la mirada de Cazorla y el asturiano les pasó por encima para poner en marcha el motor del Villarreal, cuajado de clase en todas sus líneas. Es la diferencia. En una orilla, Sandro, que solo acertó en el pase del gol de Alcaraz. Tuvo el 2-0. En la otra, Gerard Moreno, el hilo conductor entre Cazorla y el resto.
Robar y correr. El equipo de Sergio demostró que se puede desactivar el talento del rival sin tener que amontonar futbolistas por dentro. La clave reside en la ambición para robar rápido y correr. El 1-0 es el mejor ejemplo. Corta Míchel, Ünal encuentra el desmarque de ruptura de Sandro y Alcaraz se asoma al balcón del área rival para marcar. Determinación y calidad. Cuatro toques, ideas claras, mente ágil y gol. El Pucela asfixió al Villarreal en el primer acto y le castigó con la profundidad que, esta vez sí, aportaron Plano y Toni, solidarios en defensa y valientes en el uno contra uno. 45 minutos después, el cuadro castellano trocó la solidez por el tembleque. El esquema se agolpó delante de Masip y el conjunto amarillo bailó al son que marcó Cazorla.
Alcaraz. El centrocampista catalán volvió a su mejor versión en el primer tiempo. Tras el intermedio, como sus compañeros, lanzó sus virtudes por la ventana. Su recorrido aporta al dibujo la elasticidad que llevaba guardada en el cajón tres meses. Lástima que no tuviera la continuidad suficiente para aguantar en pie todo el choque. Rubén Alcaraz ensancha la calidad de Míchel, que aparece con más brillo para conceder fluidez y criterio al juego pucelano. El valenciano se siente seguro con la espalda cubierta y consigue un engranaje que le ayuda a contribuir incluso en defensa. Es el camino, pero con una mayor consistencia.
Cambios sin efecto. Con el Pucela en las manos del Villarreal como Monchito en la voz de José Luis Moreno, Sergio intentó cambiar el plan, pero esta vez los suplentes no elevaron el nivel. Miguel lo buscó sin éxito. El primer equipo no es el Promesas. Hervías se enredó en la conducción interminable y Ben Arfa demostró que aún le quedan muchos kilómetros por delante para aportar algo más que su nombre a su nueva casa.
Un rondo. Al Pucela le volvió a suceder lo mismo que contra el Madrid, aunque la primera parte de ayer resultó más brillante. El desenlace fue el mismo, con la diferencia de que ante el Villarreal, el gol de Alcaraz evitó que la lágrima terminase de brotar. El conjunto blanquivioleta se durmió en el regocijo de su fulgurante ascenso a la cima y cuando se quiso dar cuenta estaba tumbado en el sótano. Los de Sergio terminaron persiguiendo fantasmas. La solidez de Olivas y Salisu se transformó en miedo e imprecisiones. Míchel y Alcaraz abrieron la cremallera y el dibujo se desparramó para terminar achicando agua. El músculo perdió tensión y volvió la angustia.
El punto no es malo, pero después de comprobar que el Real Valladolid es capaz de presionar con firmeza y atacar con determinación, resulta difícil de explicar su descomposición tras el descanso. Sergio tiene tarea por delante para eliminar la bipolaridad de su libreta, aunque ayer la responsabilidad recayó en sus futbolistas, incapaces de mantener el equilibrio. La aparición de Ben Arfa ilusiona a la hinchada, pero el franco-tunecino está fuera de forma. El caso de Sandro es distinto. El canario necesita recuperar la confianza para no estropear cada balón que toca. Eso sí, su pase a Alcaraz en el 1-0 endulza su actuación posterior. Le debe servir como ejemplo.
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