Pezzolano ya no está. A esta hora de la noche –con el partido ya empezado–, aún hay palabras de recuerdo para él. «Se le echa de menos», bromean en la preferencia del Adolfo Suárez, y, no, no lo verbalizan los seguidores blanquivioleta, en busca y ... captura en el estadio abulense, en un desplazamiento copero que, en otras circunstancias, hubiese sido mayoritario como esperaban en el Real Ávila. No fue así, en un momento crítico para el club blanquivioleta en el que las caras son el espejo de una situación «muy grave», asumen desde la entidad, aunque con el matiz de «tener la salvación a tiro», añaden casi de inmediato aún desde el césped con la impresionante muralla al fondo.
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Las caras de Bruno Mazziotti, de Jorge Santiago, de Domingo Catoira, que observa desde el banquillo en el que en unos minutos debutará Álvaro Rubio como técnico. El mensaje del director deportivo es optimista –por lo menos de puertas para afuera–. Los tres aguantan el chaparrón, aunque la falta de seguidores blanquivioleta cambia el mensaje, con sorna gaditana, pese a ser en ciudad castellana. «¡Ronaldo quédate! Ronaldo quédate!».
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No han pasado diez minutos y la afición local ya se ha acordado de la dos cabezas más reconocidas del club en los últimos tiempos. Lejos de la 'chirigota' abulense, la ausencia de Pezzolano también trastocó «en cierta medida» el plan del técnico del Real Ávila, el vallisoletano Miguel de la Fuente. El preparador pucelano, que aprendió de Mendilibar –al que idolatra–, y que aplicó sus enseñanzas cuando era fisio del técnico vasco para claverle un cuchillo más a su Real Valladolid. Lo mismo, lo mismo que Rafa López, segundo de De la Fuente, y que aún cuando saltaban al césped los blanquivioleta se acordaba de como Fernando Vázquez le dio la alternativa con el Real Valladolid. De Peñafiel a Zorrilla y al Adolfo Suárez. Otro clavo con sangre pucelana para el ataud de un club que cavó un poco más, esta vez en versión Copa del Rey y con sensación de interinidad.
Fue precisamente ese 'in pass' en el banquillo visitante lo que 'despistó' al técnico local. Esperaba a Pezzolano De la Fuente, que confiaba en que su 'colega' se sentase en el banquillo. Esperaba la figura del cabecero del técnico uruguayo y esperaba la presencia de Raúl Moro, de ahí las precauciones adoptadas con sus laterales, que cambiaron en la segunda mitad con una clara vertiente más ofensiva. La lectura en directo del 'fisio' De la Fuente se tradujo en dos goles para los locales en apenas cinco minutos. (¡Qué diría Mendi!).
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En ese partido de 'ex', el Real Ávila se vistió de verdugo, con muchas camisetas blanquivioleta debajo de la encarnada abulense. Ahí estaba Adri Carrión para recordar su pasado por los Anexos con el tanto del empate y el delirio del Adolfo Suárez. Ahí estaba el abrazo entre Miguel de la Fuente y Rafa López. «Hay trenes que solo pasan una vez en la vida», vaticinaba el entrenador local, ex también del Atlético Tordesillas, que ante el Pucela escribió su capítulo más exitoso –que no el último–.
En esa noche de cuentas pendientes, de viejos conocidos, de pesadilla con el enemigo en casa, la portería del Real Ávila también tiene a uno de esos jugadores que posiblemente a esta hora esté clavando los codos en Valladolid, y no precisamente en la portería. El guardameta, ex también del Tordesillas, estudia Medicina en la facultad vallisoletana. La disección anatómica del Pucela la hizo a la perfección, por lo menos hasta el minuto 112, cuando ya confiaba en convertirse en el héroe del partido y meter a su equipo en la siguiente ronda de la Copa desde el punto de penalti. Igual, igual que ante el Real Oviedo al que los abulenses dejaron en la cuneta antes de rozar la machada ante el Real Valladolid de Álvaro Rubio. Sacó dos manos quirúrgicas en la prórroga para llevar a su equipo casi hasta el final, y cuando Mazziotti ya se había convertido en una sombra del banquillo del Pucela, con peor cara todavía que en el inicio tras el que podía ser el enésimo chasco de la temporada, salvado sobre la bocina por Marcos André, precisamente, uno de esos jugadores a los que el gerente global quiere «rescatar» cuanto antes, y que tendrá como como misiva el nuevo entrenador blanquivioleta cuando llegue.
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El ariete brasileño también dejó una carta para Pezzolano, al que el técnico señaló públicamente, y que en Ávila evitó una nueva palada con el segundo y el tercer gol, y cuando más apretaban los locales. Cuando Ronaldo –sin estar presente– fue añorado en la grada, aunque esta vez no fuese desde la blanquivioleta; y cuando la sombra de Pezzolano –casi de cuerpo presente– todavía proyectó una sombra demasiado alargada.
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